Al socaire: Información relevante, contenidos e interpretación.
Supongo que en las Facultades de periodismo, una reflexión como la que trataré de desarrollar a continuación será pan de cada día. A riesgo de manejarme en la obviedad, quiero compartir con este cuaderno algunas ideas que preparé para el desarrollo de la tertulia en la que participé ayer en el restaurante AlNorte (www.alnorte.es), sobre "La libertad de expresión: sus contenidos".
Cada instante se producen billones de acontecimientos, de muy desigual naturaleza, que forman ese universo básico de lo que llamaríamos información potencial. La mayor parte de esos datos no llegan nunca a ser conocidos por nadie fuera de quienes los protagonizaron, y, mucho menos, comunicados a terceros Algunos, desde luego, porque son silenciados interesadamente por quienes los conocen. La inmensa mayoría de los acontecimientos quedan restringidos al conocimiento de sus exclusivos protagonistas, puedan o no interesar a otros.
Lo importante para quienes no viven el suceso como protagonistas, no es lo que sucede, sino lo relevante de la información. Para algunos sucesos la calificación de su relevancia no corresponde a una decisión que pueda tomarse en el ámbito individual (con matices que las Constituciones más avanzadas trasladan a los ámbitos del honor individual, la intimidad, e incluso pueden abocar en ilícito penal).
Algunos sucesos tienen una trascendencia real o potencial que va más allá de quienes los viven en primera persona, y que depende de una combinación de criterios objetivos y subjetivos, así como de la valoración combinada de circunstancias temporales o sociales individuales y colectivas. No es fácil encontrar ejemplos reales de información que sean objetivamente relevantes en un momento dado para toda la Humanidad. Podríamos hablar de los efectos del cambio climático, del peligro de una guerra masiva, de la apirición de una amenaza global.
Es más sencillo encontrar ejemplos de información relevante para colectivos o minorías (el resultado de unas elecciones, el final de una negociación con un grupo terrorista, el descubrimiento de un yacimiento de petróleo). La relevancia de algunas informaciones puede quedar restringida a un nivel local bastante definido (implantación de una empresa en un pueblo, trazado de una carretera por un cementerio, nuevo colector de residuales de un barrio).
La información relevante puede serlo para colectivos vinculados únicamente por su localización geográfica, o para colectivos homogéneos pero deslocalizados: la información de Bolsa para los inversores, el resultado de las negociaciones de una fusión para los accionistas, un aprobado general en Geología o Mecánica para los alumnos de estas disciplinas, etc.
Gran parte de la información que recibimos es irrelevante para organizar mejor nuestras vidas, pero se ha convertido en necesaria para alimentar nuestra curiosidad. Nos interesa conocer lo que ha sucedido, aunque haya tenido lugar a miles de kilómetros, y no nos afecte. Nos interesa, incluso, y ello dice a favor de nuestra sensibilidad, para jusgarlo y, puede ser, para emitir nuestra opinión o presionar sobre los agentes que lo han provocado.
Potencialmente, también nos interesa lo superfluo, el cotilleo, lo inútil, lo que nos entretiene o divierte. Para saciar ese deseo de lo intrascendente convertido en opiáceo, llegamos a interesarnos por el tránsito de un equipo de fúbol en el campeonato mundial, por los beneficiarios del testamento de Rocío Jurado, el vestido que llevaba Charlote Rampling en una gala, el peso actual de la infanta Leonor, o la evolución sentimental de una compañera de colegio. No seríamos capaces, desde la serenidad, de explicar la utilidad de esa información en relación con nuestra felicidad o nuestra satisfacción intelectual o moral. Pero la buscamos.
En el suministro de información irrelevante se desarrolla una buena parte de la actividad mediática. La historia nos demuestra de continuo que la curiosidad puede ser alimentada, creándonos una cadena de necesidad de satisfacción de informaciones irrelevantes. La prensa del corazón vive de proporcionarnos información inútil para nuestros intereses, que se ha convertido en necesaria para alimentar nuestra curiosidad.
Me parece, por ello, muy importante que se nos ayude a la generación de una educación de la necesidad de información relevante, ya desde niños. Que se nos eduque para saber seleccionar los contenidos que serán importantes para desarrollar nuestra actividad, para hacer más real nuestra satisfacción, para robustecer nuestra necesidad de comunicación con el entorno, ser útiles a los demás y reclamarles la ayuda precisa para hacer mejor nuestra tarea.
Generalmente se nos oculta esa información. Los grupos de actividad y poder pueden moverse con desparpajo entre montones de información relevante para otros, pero que no comunican ni hacen transparente. En buena parte, están en su derecho, porque alguna de esa información forma parte de su legítimo fondo de comercio. En otra medida, nos utilizan, usan de nuestra ignorancia en su beneficio.
No dejaremos nunca de asombrarnos por las toneladas de información que se vierten para mover nuestra curiosidad hacia lugares ineficaces, improductivos, que ocupan nuestro tiempo y nuestra capacidad. A la información que se nos oculta, se añade el lastre de la que nos resta tiempo para incorporar otra que, de haberla conocido, hubiera sido sustancial para tomar mejores decisiones en nuestro pequeño mundo de actividad, clave para nuestra existencia.
Debemos estaragradecidos a quienes nos ayuden a seleccionar e interpretar, de manera honesta y leal, y teniendo en cuenta nuestros posibles intereses, la información que tenga mayores probabilidades sernos relevante. Por eso debemos tener localizados a quienes nos ayudarán a seleccionar entre el exceso de información diaria, vertida desde el pedestal de la gloria efímera a la hoguera de las vanidades, separando las noticias creadas e interpretadas con la sola intención de confundirnos. Necesitamos lazarillos que nos señalen direcciones seguras por donde movernos, al abrigo de intereses y razones que no serán nunca las nuestras, y sí actúan de motor en beneficio exclusivo de esos otros.
3 comentarios
Administrador del log -
En la tertulia que mantuvimos en el restaurante AlNorte, sobre "La libertad de expresión: sus contenidos", participó brillantemente Borja Ventura, y hablamos justamente -entre otras muchas cosas- de la posible capitalización de la noticia del descarrilamiento del metro de Valencia.
Se hicieron predicciones acerca de la diferente interpretación de las causas de un accidente que causó tanto dolor en la querida comunidad valenciana.
No parece que nos hayamos equivocado en los presagios. No se equivocó en particular Borja, quien describió ilustrativamente la secuencia de cómo evolucionó una noticia que iba para páginas interiores (un descarrilamiento apenas con algunos heridos) y pasó en pocos minutos a ocupar una primera página de los diferentes medios escritos con diferente expresión de intereses (presunta negligencia en el mantenimiento de la red; precipitación política; causa fortuita; exceso de velocidad imputable solo al maquinista; etc).
Por la información veraz y objetiva, por el respeto a los muertos, a los heridos, a sus familiares y amigos. Por nuestro derecho a ser correctamente informados. No dejemos que jueguen con la verdad, y no juguemos con ella.
Apoyemos a los profesionales que solo están comprometidos con el hallazgo información relevante y se empeñan en darla sin más matices que la que dicte su conciencia.
Enhorabuena, Borja. Seguid así.
Borja Ventura -
Gracias, de nuevo, por tus amables palabras. A tu disposición para lo que quieras, nos vemos en la red.
Administrador del log -