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El blog de Angel Arias

Tertulias en ALNORTE: El amor en los tiempos del sexo

El 9 de enero de 2006, en el restaurante AlNorte, en Madrid,  el tema elegido para una tertulia singular fue la persistencia del influjo del amor sobre la sexualidad. Se reunieron 30 personas, algunas de las cuales se veían por primera vez. Hablaron mientras cenaban. Aunque había un guión previo, triunfó la espontaneidad; si bien no se conocían, se comportaron como amigos de siempre. Esta fue el Acta de la tertulia.


Sobre el amor ya se había hablado en estas tertulias. Sobre el sexo... no tanto. 

Una cuestión esta que forma parte sustancial (quién lo habrá de discutir) de la existencia de todos los seres vivos, y que nuestra especie, -consciente de sus actos e inquieta por las consecuencias, en especial, de aquellos que le producen placer- ha elevado a primera división de sus elucubraciones.  Hubo otra vez un pleno de asistencia en la tertulia. El grupo de amigos de las tertulias de AlNorte crece, y fueron varios quienes no tuvieron plaza, en una noche agradable del seco invierno de Madrid. Demasiado seco, con los embalses al 35% de su capacidad y  la atmósfera necesitada también de unas lluvias que limpien la contaminación provocada por el tráfico y las calefacciones.  

Asistieron:

Maria Jesús Bermúdez, Rafael Ceballos, Rubén García, Alicia Pérez Sanjuán, Héctor Cuevas, Emilio Márquez, Esteban Cañamares, Jose Luis Sánchez, Enrique Badía y su esposa Mechela, Eloy Alvarez Pelegry, Enriqueta Arias, María Escat, Ildefonso Mayorgas, Raúl Martín, Alfredo Sánchez Laiseca, Begoña Albizuri, Maria Gasparik, Isidoro Moyano y su esposa Maria Jose, Margarita Lascoiti, Manuel Conde, Manuel Vila y su esposa Cachita y el redactor de estas notas, Angel Arias. 
  

El guión provisional que se distribuyó (y al que se le hizo, como es habitual, no mucho caso, aunque el moderador lo utilizó para conducir el debate, cuando le dejaron sus contertulios), fue:

 -Que es el amor. Evolución del concepto.
-El amor como hecho natural o dirigido (¿por qué, por quién?)
-Amor animal y Amor humano.
-El amor como componente del género.
-Lo femenino y la sensibilidad.
-Del puritanismo al liberalismo.
-Psyché y physis. Relación entre lo físico y lo psíquico en el amor.
-El erotismo y el amor.
-La excitación erótica. La apetencia sexual.
-El pudor y el amor. El rol de los sexos en la sociedad actual.
-Amor de hombre. Amor de mujer. Amor homosexual.
-Componente social del amor. El proyecto común. Qué comparten hoy las parejas.
-La pareja como prolongación/alternativa/refuerzo al individuo.
-Sexualidad, amor, y creencias religiosas.
-El amor como componente de la felicidad.
-El matrimonio (heterosexual, homosexual). Los modos de convivencia afectiva.
-La pareja de hecho.
-Supervivencia del concepto de pareja en una sociedad con tendencias individualistas.
-Diferentes tipos de amor. Amantes. La continuidad de lo afectivo y las relaciones sexuales.
-La conexión emocional entre los seres. Los sentimientos íntimos. Del amor al odio.
-Niveles de intensidad en la sexualidad humana. Los niveles del amor. ¿Relación?
-Amor místico. Amor platónico. Amor obsesivo.
-Enamorados y extraños. Fidelidad. Pasión. Teatro.
-El amor, el sexo y la edad. -Los hijos y el amor de la pareja. Las parejas sin hijos.
-¿Aberraciones del amor?
-Etc.

 

El menú gastronómico, a 30 euros -todo incluído-, estaba inspirado en el Menú romántico del restaurante, y constó de:

Ensalada de canónigos y melisas con frutos del bosque y anchoas, al aroma de los brotes de soja y milamores
Bolsitas de hierbas y verduras con quesos de las tres leches y salsa de  pomelos y bayas
Arroz meloso de setas, carabineros y gulas

Corazones de solomillo de venado y buey, y magret de pato, caramelizados al perifollo
 
Sorbete de frutos rojos al polvo de champán
Tarta de chocolate con salsa de caramelo tostado y jengibre

Vinos: de las variedades Tempranillo (Ibisate) y tinta de Toro (Cyan)
Cafés, infusiones  

Desarrollo de la tertulia

El moderador, que acostumbra a hacer un preámbulo de lo que se puede tratar en la tertulia, justificó la elección del tema en “lo impregnado que de sexo está el ambiente”, y en  el interés de contrastar las opiniones sobre el amor de quienes, educados en la posguerra, han vivido la opresión de sus manifestaciones afectivas –no ya las sexuales- y los más jóvenes, que, ignorantes de la represión sexual sufrida por sus mayores, disfrutan de esta época de permisividad, con el riesgo de haber identificado placer y sexo. Después de haber recordado las normas generales de la tertulia, se interesó porque se expresaran opiniones sobre las interrelaciones entre ambos conceptos: amor y sexo, y tratáramos de dilucidar si entre ambos subsistían zonas comunes.

Para comenzar, solicitó de Esteban (nuestro contertulio, sexólogo, dirige un consultorio cibernético sobre el particular) 2) que se imaginara que alguien le había preguntado “sobre las diferencias entre el amor y el sexo.”

 1. Fronteras entre sexo y amor. El tacto


Esteban, que debutaba como contertulio en AlNorte, abordó sin vacilaciones la cuestión. El sexo, surge, dijo, “del placer de tocar y ser tocados. Es una necesidad biológica que a veces se siente superior incluso a la necesidad de alimentarse”. Esta inclinación, “en ocasiones, se llamó amor,  que no es sino una forma concreta de tocar y ser tocados en nuestra especie”. Las caras de algunos contertulios expresaron alguna extrañeza por esta subordinación de ambos conceptos, pero nuestro contertulio, que sabía por donde andaba, siguió con su comentario: “El amor nos hace más felices, llena nuestras necesidades afectivas, nos hace sentir más placer, y cuando le añadimos otros elementos, como la necesidad de procrear o la de obtener mayor seguridad, lo vinculamos a relaciones más o menos estables”.

 

La reflexión despertó la crítica inmediata de Alicia, que dijo partir justamente de la posición contraria, ya que “consideraba al amor como un concepto general, que englobaba desde el amor de una madre por su hijo o el amor entre amigos, a los que también apetece tocar y ser tocados, sin relación con el sexo”.

 2. Eros y philia: amar y querer. Los inputs y el fanatismo. 

El moderador intervino entonces para comentar que “las dos visiones presentadas por Esteban y Alicia se correspondían con la distinción que Platón ya había realizado en El banquete 3) o en Fedra: “Es la diferencia que existe entre eros y filia, entre amar y querer.” Estas dos concepciones, para la antigüedad griega, aparecían unidas en el modelo erótico del homosexual masculino, pues no en vano se había plasmado el mito de Zeus que, para vengarse del orgullo de las criaturas humanas, inicialmente bisexuales, las había partido en dos, condenándolos a buscar la recuperación de su unidad en su perdida media naranja, cuestión que los griegos desligaban del matrimonio, entendida como una institución social y religiosa.

 

Enrique, por su parte, desarrolló también su particular teoría: “Como consecuencia de la necesidad de comunicación, los seres humanos estamos atentos a los inputs que nos llegan del mundo exterior, por lo que captamos propiedades de las cosas y de las personas. Cuando lo que percibimos es todo negativo, se generan sentimientos de repulsa y odio. Si las sensaciones son positivas, nuestra reacción varía desde la tolerancia, al placer o gusto.  En los casos extremos, nos comportarnos con fanatismo, aunque cada grupo de sensaciones provocadas por los inputs, tiene muchas subdivisiones. El amor está cerca del fanatismo, y para los enamorados, como para los fanáticos, encaja bien la definición de que fanáticos son quienes “no pueden cambiar de opinión y no saben cambiar de tema”. Digresión esta de Enrique que no le impidió deducir que “no sabía lo que era el amor.”

 3. La crisis de los cuatro años  

Emilio no vino precisamente a ayudarle: “Voy a introducir una componente de crueldad”, anunció. “El amor es producto de hormonas que hacen su trabajo, y provocan sus efectos, que cada cuatro años, más o menos, nos llevan a enamorarnos. Cuatro años es el tiempo que necesita una mujer para que su prole pueda ser educada para la supervivencia, y eso coincide con mi experiencia: los matrimonios se suelen separar a los cuatro años”. La teoría es la conclusión de la etóloga Helen Fischer (cuyo libro “Anatomía del amor: Historia natural de la monogamia, el adulterio y el divorcio”, en la edición de Anagrama, tenía el moderador justamente sobre la mesa.) 5) 

Pero María E. era de la opinión de que “no hay un solo motivo” para la ruptura de la pareja, adelantando un argumento que más tarde desarrollaría Isidoro. Raúl, para acabar de complicar las definiciones, afirmó estar “convencido de que el amor no existe”, y, como refuerzo de esta hipótesi, lanzó una enigmática propuesta: “Cualquier sicoanalista experimentado, con una simple pregunta a su paciente” –se supone que, enfermo de amor- “puede convencerlo de que no hay enamoramiento.” Varios contertulios jugaron a adivinos: “¿Cuál es esa pregunta? ¿Se refiere a la fidelidad por tu pareja?”. No hubo manera de convencer a Raúl para que nos resolviera el acertijo. “El placer del amor, como el placer del poder, es una fabulación necesaria, a la que son más proclives algunas personas, en especial, las mujeres”. Cachita cree que, como en todo, “hay una edad” más propicia para el amor.

 

Pero José Luis  consumió turno en expresar su “alucinamiento” al escuchar que se negaba existencia al amor. ¿Cómo iba a admitirlo, si había caído en sus redes tantas veces? “Me enamoré miles de veces, siempre sinceramente, y aunque no se cual pueda ser la pregunta del psicólogo, nada me habría podido convencer de que no estaba enamorado todas ellas”

 4. Amor autónomo, amor de pareja, amor de amigos íntimos 

Manuel C. estimó entonces que estábamos “haciendo una conexión excesiva entre sexo y amor. La identificación supondría considerar al hombre simplemente como animal, lo que sería una restricción inaceptable, ya que el hombre es un animal social con un desarrollo intelectual elevadísimo, muy superior al de los demás animales.” De su necesidad de comunicación social, “surgen los afectos de todo tipo, que se conforman a través de afinidades, compromisos y transacciones.” Como consecuencia, “hay una indudable distancia entre ambos conceptos, aunque en el amor de pareja están tan unidos que son inseparables. Pero el amor existe por sí mismo”. Puso Manolo C. un ejemplo de amor que reaparecería otras veces en la tertulia: “La relación con los amigos íntimos es amor. A ellos nos apetece tocarlos, buscamos su roce, como manifestación de la unión” que tenemos con ellos.

Algunos comentarios jocosos suscitó esa reflexión, pero inmediatamente, Isidoro volvió a los orígenes de la tertulia. Le gustaba la definición de amor que lo vinculaba a “la necesidad de tocar y ser tocado”, y aunque otros contertulios le matizaron que la definición de Esteban se aplicaba a la sexualidad y no al amor, no cambió su opinión. “Ni las definiciones de la RAE, ni de internet, ni los platónicos: Esteban me ha abierto los ojos a una cuestión que no había tenido antes en cuenta: nos tocamos poco. Tenemos miedo a tocarnos. Cuando cogemos del brazo a la otra persona, o le manifestamos efusivamente nuestro afecto, la pregunta que seguramente se hará nuestro interlocutor es ¿Me está tirando los tejos?”. Hay que tocarse más.

 

Por otra parte, Isidoro se mostró escéptico sobre la periodicidad de las crisis matrimoniales y su relación con los desvelos maternales de nuestros ancestros: “Existe la crisis de los cuatro años de casados, de los ocho, de los diez, de los veinte, y, para los que lleguen hasta allá, la crisis más grande de todas, la de los veinticinco.” Porque el ser humano vive en ciclos de amor y desamor. En lo afectivo, unos acaban “con la reconciliación y otros con las preguntas: ¿quién se queda con los niños?, ¿quién se queda con la casa?”

 5. El proyecto de la pareja. Sternberg y su triángulo. La confianza 

Rafa, quiso dejar sentado que “no es que la juventud actual tenga más afición al sexo que las anteriores. La afición era entonces la misma”. Lo que ha variado es la falta de un proyecto común para construir la relación de pareja, y “en las parejas que no tienen proyectos en común, al cabo de pocos años, la relación se cae”.

 

Llevado por esta intervención, Esteban estableció algunas precisiones al concepto de amor de pareja que estábamos manejando. “El principal factor de unión amorosa entre dos personas es percibir que la otra persona tiene la misma problemática fundamental o el mismo sufrimiento básico que yo, pero otra forma distinta de hacerles frente. Como tandem, se enfrentarán al mismo problema con el doble de opciones”. Al unir sus esfuerzos, habrán utilizado su capacidad para la amistad y su deseo de ser valorados.

 

Rubén analizó entonces las “relaciones de pareja en la actualidad y las ve, como antes, centradas en la confianza recíproca: por eso decimos que alguien nos ha fallado o que le hemos hecho una pifia”. La complicidad “puede darse con una amiga, pero alcanza su grado máximo en el enamoramiento. Con un ligue no se alcanza tampoco ese grado de complicidad.”

 

Alicia, que ya había advertido a los contertulios más próximos por lo bajinis que estábamos hablando desde una posición sesgada hacia la sexualidad, recordó al “psicólogo Robert Sternberg, (ver el “El triángulo de amor: Intimidad, pasión y compromiso”)  que definió el amor de la pareja como un triángulo que se recorrería en diferentes fases: Existe una componente de atracción física, que conduce al enamoramiento; después, aparece la componente de intimidad, por la que compartimos temas y se genera confianza; y, finalmente, en un tercer momento, añadimos el compromiso con nuestra pareja, que implica asumir proyectos con ella, generar una guía para compartir.”

 

María E. admite que para enamorarse hay que “tener algo en común, -que puede ser un hecho doloroso, como la muerte de los padres-, pero siempre que la aproximación a la solución sea distinta.” No estábamos, pues, por la teoría de las almas gemelas, pues, aunque Manolo V. entendía que “hay miles de posibilidades de tener cosas en común”, que no era necesario precisar. María E., en fin, estaba a favor de establecer la distinción entre el amor a los amigos o a la pareja, negando que el primero fuera verdadero amor, (y entraba así en discrepancia con Margarita, que dejó caer que: “el amor a los amigos es verdadero amor”). La prueba del algodón para ella era la confianza: “se puede no saber de qué hablar con un amigo, pero siempre tendremos algo de que hablar con nuestra pareja.”

 6. El amor y la evolución de la sociedad. La vida como conjunto lineal 

Eloy, cuando intervino, defendió la necesidad de establecer una “distinción entre la evolución de la sociedad y nuestra propia evolución como personas.” Reconoció, ante todo, “que hoy le resultaba difícil saber qué es lo que pensaban los jóvenes acerca del amor y del sexo. En nuestra época, -dijo- el sexo tenía un carácter subrepticio, subversivo. Simultáneamente, manejábamos un concepto de amor idealizado y mediatizado por la idea de que la vida era un conjunto lineal, progresivo, sin marcha atrás.” Desde ese condicionando formativo, reconocía Eloy que “ahora es más fácil tener una relación amorosa, más satisfactoria, porque las relaciones sexuales se afrontan con mucha más naturalidad que hace treinta años para jóvenes de clase media y de un ambiente educacional asimilable.” En lograr ese cambio, “ha influido nuestra propia experiencia. Amor y sexo son algo maravilloso que se potencia recíprocamente y que es difícil encontrar simultáneamente.” Pero cuando confluyen, lo marcan todo o casi todo del individuo.

 

Begoña coincidía en expresar que “el amor es gratificante y, si algo te gusta mucho, lo buscas con más dedicación. Lo difícil es que dure mucho tiempo.” Aquí encuentra una diferencia sustancial entre los comportamientos de los jóvenes actuales y los de hace unas décadas en que “se tenía la percepción de que el amor de tu vida debía ser único”. Hoy, puesto que “vivimos más tiempo, y más intensamente, tenemos (la posibilidad de) más relaciones. La concepción del amor se ha vuelto más efímera, porque se parte del conocimiento de que en la vida se van a encontrar varias oportunidades de mantener relaciones amorosas, y con cada uno ellas se aprende”. Por ello también “si lo que se desea es un amor exclusivo, mantenerlo hoy es más complicado, porque las opciones vencedores en el entorno están a favor de la oportunidad de tener más amores”

 7. Amor por uno mismo. El sexo como cualidad que sostiene la pareja 

Manolo C. pretendió enderezar el rumbo, defendiendo una carta de naturaleza autónoma para el amor: “El amor existe por sí mismo. En el amor de pareja se cerrará el triángulo de Sternberg con el proyecto, pero los otros vértices son igual de importantes para que haya triángulo. El sexo, la atracción recíproca, sostienen muchas relaciones. Si el sexo funciona, las demás cosas van mejor, porque el sexo es la cualidad más importante es el propio triángulo. Cuando el sexo funciona bien, las demás cuestiones vienen por añadidura.” Hubo algunas discrepancias, desde el “es necesario pero no suficiente” hasta quienes puntualizaron que “la decadencia sexual que se produce con la edad no tiene por qué provocar una disminución del amor, sino un acompasamiento del ritmo.”

 

Manolo C., que no estaba dispuesto a ceder la palabra sin establecer sus propias conclusiones, prosiguió reforzando su opinión del sexo como sostenedor de la pareja, al afirmar incluso que “los problemas de la pareja suelen tener un culpable sexual”. Y respecto a los comportamientos actuales respecto al sexo, estima que “en realidad, las cosas no han cambiado tanto. Han cambiado solo algunos aspectos: El acceso a la relación, las oportunidades, la forma de disfrutar el fin de semana, sí han cambiado profundamente. También se han vencido algunos tabúes como el de conservar la virginidad para entregarla a tu única pareja.” (Aquí Emilio nos informó de que “el número de vírgenes es igual al de homosexuales, exactamente un 5% cada uno,” curiosa constatación a la que llegó gracias a las estadísticas de entrada a sus páginas cibernéticas de contactos (para adultos curiosos, ver: http://www.marqueze.net), en los que debe indicarse la orientación sexual del cibernauta. La muestra comprende unos dos millones de personas, aunque Manolo opinó que lo que refleja la estadística es que una parte de los internautas son onanistas).

 8. La cultura del seiscientos y el segundo matrimonio 

Sobre “el mito/tabú de la virginidad”, que Manolo C. caracterizó como “tremendo” (hablaba de la época de los sesenta/setenta), afirmó que ello no impedía que la barrera se rompiera con relativa facilidad –y cierto esfuerzo físico- gracias al seiscientos. Con ayuda de otros contertulios, caracterizó a esta época como de la “cultura del sexo oral”.  Angel, bajándose del seiscientos a otros medios más modestos,  reclamó incluso un lugar para la bicicleta que, “apenas unos años antes había servido de vehículo para escapada de los amantes de los escrutadores ojos de los vecinos,” atentos a convertirse en guardianes del honor adolescente.4) En fin, Isidoro objetó –tal vez como aviso a navegantes- que “lo del seiscientos era todo menos fácil”.

   

Manolo opina que ”la gente joven, a fin de cuentas, busca, sufre y goza, por algo muy parecido a otras épocas. Como sus mayores, los jóvenes pretenden también conseguir que el amor sea a largo plazo y que el sexo esté integrado en él, que funcione, y a ser posible desde el primer momento.” Por eso, se pregunta: “¿Cuál es, entonces el cambio?... Pues el gran cambio es la posibilidad del segundo matrimonio.”

 9. Historias sucesivas. Trayectoria del amor... y la cama 

“La trayectoria del amor se compone, en mayor medida que antes, de historias sucesivas, que se hilvanan a veces perdiendo. Porque lo que ha cambiado es el concepto de amor para toda la vida, que prácticamente ha desaparecido. Las parejas se mantienen mientras funciona el triángulo, alargando a veces la relación” con algo de esfuerzo, pero sin la obsesión por sostenerla a ultranza. Las “historias de amor que duran de los diecinueve a los ochenta son una rareza, y ahora las parejas, cuando la relación se empieza a complicar, simplemente, la rompen”, dijo Manolo C.

 

Rubén, que se considera –desde su treintena- en la “edad intermedia”, ve menos significativas las actuales diferencias respecto a lo que se entiende por amor, que si se consideran los cambios del comportamiento sexual. “La realidad que hoy percibe la juventud está hecha de sexo. Cuando conocías a una persona que te gustaba, había antes un período de cortejo, una estrategia. Ahora lo normal es que te la lleves a la cama ya esa noche”. Puesto a analizar las razones de esa mutación, Rubén expresa la “sensación de que intervienen complejos componentes sociales, a los que no es ajena la ingestión de pastillas estimulantes”.

 10. Swinging in the pain? 

Emilio ratifica la evolución de los gustos sexuales trayendo nuevamente a colación su observatorio privilegiado. “Hace diez años las solicitudes de intercambio de parejas –swingers 6)- eran escasas y los que las demandaban tenían como clientes tipo parejas de 35 años, que llevaban años casados. Hoy se encuentran solicitudes de parejas de 20, o incluso de 18 años, que buscan esa sensación del sexo por el sexo, y su número aumenta significativamente de continuo”.

 

María Jesús ve muy claro porqué se produce ese desmadre: “La razón es que la sociedad ha sufrido de un cambio de modelos de comportamiento, y ha perdido sus valores. Esta mutación ha sido provocada por el efecto pernicioso de dos medios poderosos: la televisión y el cine, que se han convertido en los principales educadores de niños y jóvenes. Así se ha idealizado un sexo de consumo, en lugar de enseñar a descubrir el placer del enamoramiento; se ha apoyado una subcultura que sustituye el deleite de las lecturas selectas y desprecia a los maestros y apoya el aprendizaje personal sin barreras, que introduce directamente a los adolescentes en los supuestos placeres del sexo sin barreras”. En estos media que suplantan a los educadores, “se presenta la pornografía como algo normal, y los que programan una serie tienen presente que la historia que cuenten va a funcionar estupendamente si ofrecen sexo sin tapujos.”

 

María E. resalta que “hay un concepto que no podemos pasar por alto. Mediante el sexo, lo que  se busca es el placer, no el amor.” Por ello, “no me parece que la juventud pretenda buscar el amor cuando toma pastillas –que, además, son muy caras- para colocarse”.

 11. Accesibilidad al sexo. Hacer la corte. Monogamias sucesivas 

Ildefonso, que “estuvo ocho años trabajando en un bar de copas,” matiza “que, hoy por hoy, las pastillas son más baratas que los cubatas, y ponen más.” Resulta que, además, “como los más jóvenes en las discotecas light no pueden tomar alcohol, recurren a las pastillas, cuya ingesta no les impide nadie; y, en el colmo de ventajas, cuando llegas a casa, no hueles a alcohol y te puedes presentar a las doce en casa de tus padres sin que sospechen nada”. Sin haber llegado aún a la treintena, “se ve en una edad de transición” y apoya que “el sexo es ahora más natural, porque se han eliminado problemas de accesibilidad.”

 

Respecto a la cuestión central que estábamos debatiendo, Ildefonso pertenece a “los partidarios de separar amor y sexo. De esa forma, tienes más libertad para elegir. No hace falta engañar a nadie mezclando declaración de amor cuando lo que se pretende es tener una relación sexual, y con ello se reduce el margen de infidelidad”.

 

Había muchos que no estaban de acuerdo. Representando a los cincuentones de la tertulia, Rafael aclaró que “separar sexo y amor para la gente más madura es muy difícil. Nuestra formación/deformación se desarrolló en la dirección contraria”. Este contertulio recordó expresiones que formaban parte de la cultura de los sesenta, hoy casi olvidadas: “Hacer la corte era la larga preparación para hacer el amor, meta deseada, pero para lo que tenía que haber química. Y hacer el amor, es decir, realizar el sexo,”solía suponer pasar antes por la vicaría o estar a punto de hacerlo. Pero Rafael expresó también otra preocupación: “No he oído nada hasta ahora de la entrega al otro,” de la renuncia a otras aventuras para ser feliz y hacer feliz a tu pareja. “Desde la educación que recibimos, la felicidad estaba relacionada con la fidelidad”. Propósito que no ve irrealizable, “pues se puede ser fiel eternamente teniendo parejas sucesivas (con monogamias sucesivas)”

 12. Amor mutabilis. Necesidad de conciliar la posición social con la individual 

A estas alturas, para Alfredo “la primera intención que hemos tenido en la tertulia es la que más se ajusta a la realidad. Porque, en lugar de tratar de definir algo que tiene tantas facetas, debemos hablar de tendencias.” Porque “el amor es una necesidad intrínseca de la persona,” que cambia con la propia evolución de cada uno. Para él, “mi concepto del amor ha ido cambiando. He tenido seiscientos. He tenido proyecto. He asumido la condición de que, si te ibas de casa, te ibas ya casado.” Pero también ha conocido, como otros, la evolución de su entorno. “Hoy, por ejemplo, la propia sociedad plantea como natural el matrimonio entre homosexuales“. Se hace necesario, por ello, tratar de conciliar la nueva posición social ante el sexo y el amor con lo que nos han inculcado, aquello de “que el amor es el principio de la vida”.

 13. Amor platónico y querer a alguien que no nos quiere 

Como quedaba relativamente poco tiempo de tertulia, el moderador planteó una pregunta específica a Margarita, que representa al personaje Pili en la serie de El comisario, del que está enamorada platónicamente. “¿Existe el amor platónico?”. Claro que antes, para quienes no la habían identificado aún, explicó porqué dirigía su pregunta precisamente a Margarita que contestó, en su rol de actriz, que “cuando un actor encarna un personaje, debe estudiar su papel y entender sus fundamentos. Por supuesto, existe el amor platónico” –enunció, categórica- “aunque su intensidad depende de la edad.” Y, con una sonrisa seductora, apostilló:” Los que tenemos más años sabemos más de esto”.

 

No coincidió con la opinión de José Luis. “No veo claro eso del amor platónico. El amor es algo que existe, sin duda, y para cuantos tenemos visión global, el amor es algo que se ha de vivir realmente, y que necesita ser compartido. “El amor “no puede comprarse, y cuando aparece, cambia la existencia, porque todo pasa a estar ordenado a la satisfacción de ese impulso. El ego pasa a segundo plano, porque el primer plano lo ocupa el objeto del amor”. Otra característica, para Jose Luis, es la necesidad de que ese amor sea correspondido: “No quiero querer a nadie que no me quiera.”. Además, “seguramente lo que no está comprendido en el amor, es el esfuerzo para conseguirlo. No puede planificarse, al estilo de: objetivo, al mes, cogernos de la mano”.  José Luis previene a navegantes: “Lo más fácil, después de una ruptura, es echarse en los primeros brazos que se te abran. Tampoco tiene mérito separarse ante la perspectiva de una aventura a punto de llegar”

 

Cachita, cautamente, se sitúa entre los que opinaron que “no se pueden dar normas generales. Depende de la posición de cada uno. Pero lo importante para sostener una pareja es que ambos piensen lo mismo de lo que es amor”.

 14. Los riesgos del sexo. Enfermedades de transmisión sexual. 

Emilio no tenía dudas respecto al cóctel más interesante: “El amor le da al sexo más vidilla; el sexo con amor es más divertido.” Pero el sexo sin amor es, por sí mismo, muy interesante y “la revolución ha venido de la mano del preservativo, que debería haberse inventado hace dos mil años, o por lo menos, hace trescientos años, y así la sífilis o el sida no se habrían extendido”.

 

Pero Kety, apelando a sus conocimientos de microbióloga, recordó que “hoy en día las enfermedades de transmisión sexual que precisan tratamiento hospitalario son muy numerosas, y se propagan con o sin preservativo. La publicidad dada a la cuestión del sida la hace aparecer erróneamente como la única de transmisión sexual, pero la promiscuidad en las relaciones ha propagado herpes, eczemas, y está difundiendo virus y bacterias con un impulso nuevo”.

 15. Afecto y relación sexual. Los Rodríguez femeninos. Algunas lecturas 

Esteban, tratando de corregir quizá algún malentendido de otras intervenciones, matizó que “parecería que estamos defendiendo que se puede dar una relación sin afecto. No. La elección del compañero de relación, el deseo de conocerlo, supone ya afecto. No pretendo indicar que exista amor en esta fase, porque el amor supone mucho más. Pero por supuesto, a los jóvenes les interesa llegar a relaciones afectivas, como todo el mundo, y las buscan.” No siempre saben, sin embargo, cómo conseguirlas, porque están obsesionados con el sexo, “porque hay mucho hedonismo”. Los árboles les impiden ver el bosque. “Las personas que han hecho del sexo su profesión, las prostitutas, nos podrían contar  que el cliente busca afecto en la relación de pago. Estamos programados para ser fieles, pero no podemos serlo. Nuestra existencia se nutre de órdenes y contraórdenes, y compatibilizamos ser agresivos y competitivos con actitudes cobardes, altruistas o colaboradoras”. Margarita reconoció que, si la historia era así “no estaba preparada para competir”, y muchos nos sentimos identificados con ese sentimiento.

 

Emilio, que, a pesar de su juventud, no ocultó que “de lo que más se y de lo que vivo, es del sexo” y con todos los ojos fijos en él,  afirmó que  lo percibía como “algo vivo, en evolución, en especial de diez años para acá, en que ha cambiado especialmente.” No era solamente la cuestión del swinging, sino que “hoy se enfoca el sexo de forma diferente. También la homosexualidad ha evolucionado. Incluso se puede decir que, dependiendo de con quién te juntas, te comportas de una forma u otra”.

 

En los contactos reales SMS, una de las tendencias detectadas es “la aparición de Rodríguez femeninos. Con la incorporación de las mujeres al mundo ejecutivo, existen ahora señoras que buscan la aventura aprovechando que su marido y la familia están de vacaciones”. También nos ilustró Emilio, contestando a una pregunta, que “la gente consulta fundamentalmente las páginas porno desde la oficina. Las horas con más entradas son algo después de las nueve de la mañana y al filo de las cuatro de la tarde, con visitas de diez a quince minutos”. No tiene dudas de que ese análisis identifica a la sociedad en su conjunto. “Dispongo de más de 500 direcciones de internet visitadas por 2 millones de clientes; el 20% de la población internauta es cliente de Marqueze”.

Cuando el moderador anunció que la tertulia se iba a dar por finalizada, para dar entrada a los juegos de manos de Rafael Ceballos (magnífico, como siempre), Raúl, que persistió en no desvelar la enigmática pregunta que permitiría destruir cualquier idea de enamoramiento, citó a Woody Allen.”El sexo sin amor es una experiencia vacía, pero dentro de las vacías, es la mejor”. Porque, al fin y al cabo, “al fin de la vida, lo que se recuerda es lo que te han tocado.” Alicia, (¿fue Alicia?) recomendó leer “El arte de amar” de Erich Fromm y “Enamoramiento y amor” de Francesco Alberoni. No fue citado, pero vendrá al pelo para entender el momento, incorporar extra tertulia temporis la lectura de la encíclica “Deus caritas est” de Benedicto XVI, recién salida del horno vaticano, que también trata de algo de lo hablado.

 

La reunión que terminó a las 0h30min, con los merecidos aplausos a nuestro mago Rafa Ceballos, y con las obligadas firmas en el Libro de honor del restaurante de aquellos que habían recibido en esta ocasión su primer baño de tertulia.

  16. Próxima tertulia: “Formación y cultura” 

La próxima tertulia, que tendrá lugar el 6 de febrero, a la hora de costumbre (21h30min) versará sobre “Formación y Cultura”, y constituirá una oportunidad para debatir sobre las diferencias entre lo que se aprende y lo que se enseña en las escuelas, sobre lo que sirve como cultura en esta sociedad, y las relaciones entre el poder y la cultura, y, en fin, de todo aquellos que cada uno, desde su propia experiencia y por construcción personal, llame cultura.

 

AA/aa

enero 2006 

Notas.-

1)       Para curiosos, puede resultar interesante realizar un garbeo por las Actas de las tertulias predecesoras: La capacidad de seducción (6 de septiembre de 2004), Sentidos y sensibilidades (3 de febrero de 2003) y La intimidad (6 de junio de 2005)
2)       http://www.marqueze.net/novedades/sexologo/rincon_sexologo.html
3)       El Banquete celebra el triunfo de  Agatón, y con Aristófanes y Agatón se enfrentan la comedia y la tragedia, y Sócrates define a Eros como aspiración a la belleza divina, a través de los seres bellos y desprovistos de lo carnal.
4)       Del libro de Rafael Torres: “La vida amorosa en tiempos de Franco”: “La bicicleta, por increíble que parezca, era considerada por la nueva moral como artefacto auxiliar para la comisión de los pecados, toda vez que con ella podían los novios poner tierra por medio del campo urbano y marcharse de excursión a las afuera.”
5)       Dice esta etóloga, en el libro citado: “Tal vez, igual que los zorros rojos y los petirrojos, nuestros antepasados solo necesitaban formar pareja el tiempo suficiente para que las crías superaran la infancia. Lo que me hizo pensar esto fue la notable correlación entre la duración de la infancia humana en las sociedades tradicionales, cerca de cuatro años, y la duración de muchos matrimonios”. La autora habla despues del comportamiento de los !kung tradicionales para referirse finalmente a que “estos datos han conducido a la antropóloga Jane Lancaster y a otros a concluir que el patrón de cuatro años entre partos –causado por el ejercicio frecuente y el hábito de amamantar continuamente durante todo el día y la noche- era el patrón reproductivo habitual durante nuestro largo período evolutivo. De este modo el pico mundial del divorcio –aproximadamente cada cuatro años- se adecua al período tradicional entre los nacimientos humanos: cuatro años.”El sexo swinger es sólo genital: lo practican, básicamente, parejas casadas deseosas de nuevas sensaciones (que se dirigen a estimularse al ver a su pareja realizar el acto sexual con otros). Estos encuentros no pretenden compromiso alguno entre los practicantes.

3 comentarios

Luis -

Touché!

Administrador del log -

Luis, tu curiosidad por entender los motivos que guían la selección de los temas de las tertulias es halagadora, pero no puedo atribuirme más que parcialmente el merito de la elección.

Los posibles temas han sido preseleccionados en una reunión hace tres años, revisados hace unos doce meses, y escogidos con una antelación mensual con un solo propósito: mantener la variedad, alternando temas estrictamente serios (científico-técnicos) con temas más generales, no por ello menos trascendentes.

Hablar del amor y del sexo en las tertulias (sin perder el buen tono de gentes educadas en el comedimiento) fue un acierto, en mi opinión. Pero no es lo mismo haber asistido a una tertulia en vivo que tomarse las raciones enlatadas. Si tu curiosidad persiste, lo que me agradaría, te invito nuevamente a que asistas a una de ellas. No es lo mismo ser puerco que gallina en los huevos con chorizo. Ya sabemos: la gallina colabora (tal vez hasta se divierte), y el cerdo se compromete.

Luis -

Mi enfermiza curiosidad me provoca una vez más ahondar en los mecanismos de tu mente que hacen traer a tu blog los diferentes temas que se abordaron en su día alrededor de una buena mesa. He repasado los entrantes, los primeros platos, los segundos y los postres. He revisado igualmente los vinos, los blancos y los tintos, los postres. He comprobado el santoral del día. Pero nada. No parece que exista un nexo de unión aparente. Sin embargo, cuando estaba a punto de cerrar este comentario y concluir que se trata de un comportamiento aleatorio, he recordado tu revelación del último día. Estaba relacionada con Bill Clinton y su eslogan, que dicen, le llevó a ganar en el 92 las elecciones frente a Bush padre. Y voilà, creo haber descubierto el acertijo: es conocida la melomanía de Bill Clinton: le encanta tocar el saxo y acudir a sesiones privadas de flauta traversera, aún con principiantes. Pero eso no es amor, ni tan siquiera sexo ... para él.