Tertulia sobre "Medio Ambiente: cuestiones abiertas
Este es el comienzo del Acta de la Tertulia celebrada en el restaurante AlNorte (www.alnorte.es), el 7 de junio de 2004, cuyo texto completo puede encontrarse en la web del restaurante.
Desarrollo de la tertulia
1. La situación del medio ambiente
El moderador recordó las normas de la tertulia, y se refirió al loable propósito de construir una opinión colectiva sobre el tema. Ricardo, muy batallador desde el principio, manifestó –de forma simpática- su resistencia a dejarse guiar a una opinión común y defendió su derecho a discrepar. Angel justificó la pretensión aclarando que, en efecto, sería ingenuo pretender que personas de la calidad intelectual que siempre ponen de manifiesto quienes acuden a estas tertulias, vayan a dejar de mantener sus posibles puntos de vista para acomodarse a unas conclusiones apuradas. Lo que el moderador pretendía expresar es que, al desgranar las opiniones sobre un tema, las posibles contradicciones y diferencias pueden y deben –incluso en una tertulia de corta duración- quedar mejor matizadas para todos en el contexto general de una argumentación colectiva. De aquí también el posible interés de divulgar estas reuniones, no tanto por sus conclusiones (y por qué no) sino como uno ejemplo posible de reuniones en donde expresar opiniones sin tensión, entendiendo por ello mejor el por qué de las razones del otro.
En fin, para entrar en calor, el moderador empezó haciendo un repaso a los problemas sobre el ambiente que ocupan la atención de los medios, tanto de información general como especializada. El panorama abarca desde la pérdida de la calidad del medio físico (aire, agua o suelo), la creciente deforestación, la disminución de la biodiversidad, al calentamiento global o al aumento de la desertización. Sin embargo, contrasta el diagnóstico común sobre la realidad del deterioro, con la debilidad de las medidas adoptadas, y la falta de apoyo de algunos de los países más ricos para incorporar de manera inmediata actuaciones serias de corrección. Como no tenía el propósito de adelantar conclusiones, se limitó a preguntar si creían que la situación medioambiental era realmente acuciante, o pensaban que las medidas de alto calibre podrían esperar.
Para Ricardo, la situación no sería tan desesperada como pretenden los ecologistas. “Se ha puesto de moda adoptar posiciones defensoras del medio ambiente, porque vende imagen”, y, en su ignorancia, una parte de la sociedad actual se ha creído que el desarrollo sostenible es mantener lo que hay, dejándolo intocado. Pero el hombre siempre ha heredado, generación tras generación, una situación ambiental determinada con la que ha debido convivir, y ha contado con la naturaleza para proseguir avanzando tecnológicamente, en su propósito de hacerse más libre cada vez de la servidumbre del medio, “que es lo que da la felicidad”. La libertad implica poder comer mejor, disfrutar de las máquinas y de todos los elementos que nos ayudan a tener la sensación de un mayor bienestar, y “no podemos olvidar que a lo largo de la historia el hombre ha demostrado permanentemente que puede sobrevivir en un medio hostil”. La mala noticia es, desde luego, que el hombre ha desarrollado esa mejora a base de sacrificar algo el ambiente, pero no ha sido el hombre la única causa de ese deterioro, ni siquiera la principal, y, por ejemplo, una erupción volcánica puede ser causante de más contaminación de CO2 de la que el hombre produciría en meses o años (hay erupciones que vierten hasta 330 t/día de CO2 equivalente).
Santos felicitó a Ricardo por su adaptación de los principios de la teoría marxista al análisis de las crisis ambientales, y dijo discrepar abiertamente de la confianza en la posibilidad del progreso infinito del ser humano. Seguramente Marx, dijo, hubiera modificado sus propias teorías, si hubiera conocido que el desarrollo de la economía capitalista iba a provocar tanta contaminación. Por su parte, el moderador quiso aportar una dosis de sistemática al expresar que la tesis expuesta por Ricardo se correspondía con las posturas llamadas tecnocéntricas y desarrollistas, de base antropocéntrica, y que consideraban al hombre como el centro de la naturaleza, con permiso para modificarla en su beneficio y que confiaban en su creatividad para solucionar los problemas derivados de su desarrollo. La mayor parte de los contertulios, al criticar esa visión, se pueden considerar partidarios de las posturas ecologistas (en el sentido de Turner y otros)
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