Carta desde Europa . Fiestas, museos y ministras (1)
Desde el 4 de septiembre de 2004, y durante 6 meses, el sostenedor de este log estuvo publicando cada semana en el periódico El Imparcial, de Oaxaca (México) una crónica de actualidad. Esta fue la primera de la serie.
Ayer encontré el trozo de papel en el que Vd. anotó su correo electrónico. Lo estuve buscando desde que llegué a Madrid, pero se había traspapelado entre las muchas tarjetas de visita, mis notas de viaje y los apuntes del Congreso de Especialistas en Derecho Internacional. Casi había desistido de encontrarlo. Pero aquí lo tengo. Letra cuidadosa de niña aplicada de caro colegio religioso. Espero que no se haya olvidado de mí. Soy el profesor español que la confundió con una compañera de las sesiones. Usted estuvo manteniendo el tipo hasta que me di cuenta que no, que no tenía nada que ver con mi trabajo. Después de varios mezcales, qué importaba ya eso. Prometí escribirle cuando llegase a Madrid, e incluso creo que le dije que lo haría todas las semanas, puntualmente, cada domingo, por la noche. Cuando ya me he liberado de las toxinas de la semana anterior y estoy listo para la siguiente. Vd. me comentó que no le gustaba escribir, pero sí leer. Le repliqué encantado que esa actitud era un regalo. Disponer de un buen lector es el deseo secreto de cualquier autor, así que le dije -¿verdad?- que no me preocuparía que Vd. me contestase o no, que le escribiría de todas las maneras. Pero mándeme unas letras de vez en cuando. Demuéstreme otra vez que Vd. es real.
Fue un acierto prolongar mi estancia en México acercándome a Oaxaca durante el segundo lunes de la Guelaguetza. Iba con algo de prevención, porque las fiestas multitudinarias me aturden. Me es simpático el significado de la celebración, y me impresiona que, a pesar de su antigüedad, mantenga su frescura. Descubro un mensaje para nuestra aldea global: que todos participen activamente, aportando cada uno lo que pueda, sin que importe lo que se vaya a recibir a cambio. Tengo fotos de los chirimiteros cantando las mañanitas delante de mi hotel. Han salido oscuras y les faltan el sonido, la ironía y el bullicio contagioso de la gente que está preparada para divertirse. Hacía tiempo que no sentía una emoción igual. Usted también tiene algo de culpa. Al volver a Madrid, me encontré con otras fiestas, y volví a acordarme de Centéotl, la diosa del maíz tierno.
Aquí conmemoramos a la virgen de la Paloma, una de las patronas principales de Madrid, que dicen tiene más adeptos incluso que otra virgen, la de la Almudena. Es una fiesta de barrio, para los que se quedan aguantando el calor y la incomodidad de las muchas obras que los que se van mandan hacer durante sus vacaciones. Nuestra diosa local es también patrona de los bomberos, que aprovecharon para presentar –muy pragmáticamente- sus reinvidicaciones a los demás humanos, manifestándose durante la procesión. Quieren mejor equipo, y sobre todo, más soldada. Si no fuera por las obras, y que por su causa no hay manzana en la que falten cuadrillas de obreros con un martillo perforador en cada mano, ni andamios sobre los que se encaramen maestros del mazo y del piquete, Madrid en verano sería un encanto. Cuando la gran ciudad se despuebla, nos recupera. En agosto es un placer circular por sus calles, visitar sin agobios los museos vacíos. Los otros transeúntes parecen supervivientes de la misma batalla, y todos jugamos a ser traviesos, cruzando las avenidas del través y mirando los escaparates con mucha calma. La ciudad está dormida, este monstruo amable es nuestro Shrek.
Hay una exposición de Lichtenstein en el Reina Sofía, que también está en obras. La ampliación proyectada por el arquitecto francés Jean Nouvel, en lugar de aislar el museo de la ciudad, haciéndolo más recoleto, más reducto, me temo que le ha metido dentro la bicha (el ruido, el reflejo de los coches, el desorden). Las viñetas grandes del amigo de Warhol se han quedado bastante antiguas. Las hemos consumido en los desayunos de juventud, con el Cola Cao. ¿Verdad que quienes han roto moldes nos parecen menos originales cuando más pasa el tiempo por nosotros? Verá que las olimpiadas no han traído a mis compatriotas todas las esperadas alegrías, tal y como yo había vaticinado. Aquí nos tomamos la sopa fría pero la cocinamos muy caliente. No hay muchas noticias. Los principales están de veraneo y el despiece de las circunstancias de la vida y la muerte de la hermosa Carmina Ordóñez (que fue una de nuestras diosas-icono) desagrada hasta a los más morbosos.
Tal vez por eso están siendo muy comentadas en los medios de acá las fotos que se han hecho las ocho ministras del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero para Vogue. Están en las páginas interiores de la revista, y si no estás sobre aviso, hasta es difícil encontrarlas. Las han puesto a caldo: presumidas, provocadoras, elitistas. Yo veo solo a unas mujeres independientes, discretamente elegantes, no muy guapas pero nada feas, sentadas en unos sofás azules que han sacado al sol de los jardines de la Moncloa. Sobran tal vez las pieles sintéticas, dispuestas sin gracia sobre el sofá y que solo tocan dos de ellas –Elena Salgado y María Jesús San Segundo-. No creo que haya ningún mensaje ni para los votantes ni para sus opositores. Es una pose de grupo para los amigos, para las familias. Para enseñar después que todo este ajetreo haya pasado como testimonio de haber estado allí. Porque están seguras de que lo van a hacer bien.
Bueno, me voy a acostar. Reciba mi afectuoso saludo. Hasta el próximo domingo, mi querida amiga.
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