Las patronas de los ingenieros de minas
El día 4 de diciembre los ingenieros de minas -junto con otros colectivos, vinculados, principalmente, a los explosivos- celebramos la festividad de Santa Bárbara.
Esta figura de la iconografía cristiana, encerrada en una torre por un padre malvado que, según el imaginario, no dudó en cortarle la cabeza después de un cruel suplicio por el que intentó hacerla desistir de la fe cristiana (1), ha venido protegiendo, mejorando sus habilidades a medida que aumentaban los conocimientos técnicos y las medidas de seguridad, a los mineros y artificieros.
En España la minería del carbón (de la hulla y del lignito, sobre todo), protagonizó -y, aunque con muy disminuído fulgor, aún protagoniza- páginas muy brillantes de la historia de la ingeniería. Que es también de la historia del trabajo, del sacrificio, de la solidaridad.
La minería no es solo el carbón, desde luego. En lo que respecta a la minería metálica y al aprovechamiento de todo tipo de materiales y rocas, abundan en el territorio español muestras de la capacidad desarrollada por los ingenieros de la tierra -desde mucho antes de que se inventasen las Universidades y Escuelas Técnicas- para poner en valor las piedras que ofrecía la naturaleza, extrayéndolas, clasificándolas, transformándolas con procedimientos a veces muy complejos.
El mercado ha sometido continuamente a vaivenes la oportunidad de explotar rentablemente esos conocimientos y las minas y labores mineras, subterráneas o a cielo abierto, y los hombres de la mina han tenido que adaptarse, reconvertirse, gozando y padeciendo con la tierra.
Es una historia bien conocida, la vinculación de los ingenieros de minas a la mina. Es obvio. Lo que ya no es tan conocido, es que los ingenieros de minas estamos activos en muchos otros campos, algunos de los cuales tienen poco o nada que ver con la minería.
Estamos en la energía -en todas sus formas-, en la siderometalurgia -con todas sus compejidades-; en la gestión correcta del ambiente -agua, residuos, terrenos, atmósferas: su tratamiento, protección, rehabilitación y descontaminación-; por supuesto, en la geología y geofísica; ...y, en general, en un proceso adaptativo en el que van convergiendo todas las ingenierías, nuestra formación se ha ido convirtiendo en más inespecífica, más versátil.
Santa Bárbara, venerada también como oísha por otras poblaciones que han elaborado sus propios sincretismos religiosos, buscando la protección ante lo desconocido, ha visto cómo, por tanto, su pedestal monopolístico en la intercesión por el mundo minero, está siendo amenazado por otros santos y otras advocaciones que también tienen que actuar por las alturas -y bajuras- en defensa de la actividad : Santa Lucía, San Carlos, San José, San Ramón, Santo Domingo...
Es lo de menos, en realidad. Lo más importante es que se mantenga el prestigio de los ingenieros de minas y la calidad técnica del trabajo que desarrollan, guiados por sus buenos proyectos, auxiliados por la buena dirección, su deontología, su alta dignidad profesional, mineros, artificieros, gasistas, metalúrgicos, perforistas, canteros, capataces, soldadores, fundidores, maestros de taller, operarios de todo tipo, oficinistas, funcionarios, ...
Y esto depende, sobre todo, de los profesionales que, con legítimo orgullo, -aunque, como yo, haga más de cuarenta años que hayamos salido de una de nuestras Escuelas Superiores de Ingenieros de Minas-, cuando nos preguntan qué somos, seguimos contestando, sin dudar: "ingenieros de minas" y sigamos cumpliendo con nuestro oficio lo mejor que sabemos, con todo lo aprendido, sobre lo que nos enseñaron o creyeron enseñarnos nuestros profesores, en la escuela de la experiencia y del pundonor profesional, del respeto a los demás, del servicio eficiente a nuestra colectividad, cada vez más global, menos narcisista.
¡Santa Bárbara, ingenieros de minas que habéis prestigiado nuestra profesión, presentes!. ¡Casiano del Prado, Shultz, Ezquerra, Elhúyar, Adaro, ..., desconocidos o anónimos artificieros de nuestro presente orgulloso, no nos dejéis caer en la autocomplacencia ni permitáis que asome en nuestros ojos el desprecio por la labor bien hecha de los otros!
(Por cierto: ¿Seremos capaces, de una vez, en desvincular de lo confesional religioso la exaltación de las profesiones y, en especial, de celebrar, con una ceremonia laica, esos actos tan necesarios en la vida social, para reunirse, compartir emociones, honrar a los difuntos, conmemorar nuestras efemérides?)
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(1) Para los amigos de saber más de esta historia inverosímil, pero no menos cierta que tantas otras, un rayo vengó, desde la naturaleza, el comportamiento infame del padre enajenado, matándolo en el acto en que decapitaba a la desgraciada doncella. De ahí viene la asociación de Bárbara con los truenos, estruendos, explosivos y todo lo que sirva para iluminar, en silencio o haciendo ruidos, las oscuridades del camino.
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