De cumpleaños
Cumplir años parece una ocasión propicia para hacer balance. Cuando la esperanza de vida que a uno le ofrecen las estadísticas es de quince años -y a saber cómo la naturaleza se comportará en los últimos diez, en los que el Alzheimer, la demencia senil, y otros desafectos, pugnan con las enfermedades que uno ha conseguido mantener ocultas para ocupar espacio-, es tiempo también para seleccionar recuerdos y ofrecer consejos que, aunque no se lean, al menos tranquilizan algo a quienes empezamos a creernos que nuestra existencia pudo ser en vano.
Por todo ello, y mucho más que me guardo, seguramente para siempre, quiero expresar aquí mi Credo, que no pretende tener más valor que cualquier otro, pero atiende a lo fundamental que me ha quedado entre las manos.
Creo, ante todo, en el amor, como la mejor compañía que puede servir a la soledad de la persona. No en el amor universal, que dejo para místicos y filántropos de nota, sino en el amor que se siente por las personas que están próximas sin hacer preguntas acerca de las razones. Creo en el amor a la pareja, a los hijos, a los nietos, a la familia que no nos han abandonado, a los amigos que, desde ese día, nos dimos cuenta que nos amaban. Ese es mi sustento.
Creo en la fuerza de las circunstancias y en lo difícil que es aprovecharlas. Creo en los que me han hecho daño, y en los que me han puesto dificultades para llegar hasta donde pretendía tener méritos o razones; creo en sus propósitos de impedirme a mí y a otros muchos -no soy único en nada- que alcanzáramos sitios más seguros. Creo, en su perdón, que en su naturaleza está no haber sabido bien porqué lo hacían, puesto que, en mi sincera opinión, se han perjudicado también.
Creo en el esfuerzo personal, en las ganas de saber siempre más y mejor, y en lo imposible que es abarcar ni siquiera un mínimo que nos permtiría estar al cabo de alguna de las infinitas calles de la verdad.
Creo en la ciencia y en la técnica, y también creo en la poesía, porque me he convencido de que el ser humano es un producto de física y metafísica, y que nuestra historia contiene claves para desentrañar, con imaginación y trabajo, más utilidades, no exactamente para ser más felices, sino para estar más tranquilos.
Creo en la Humanidad como conjunto y en el despilfarro de energías que supone despreciar a cualquiera, sea por la distancia, la raza, el sexo, o por sus propias creencias, incluso aquellas de las que parecemos estar seguros de haber descubierto que son equivocadas.
Creo que el mayor error de los que hemos llegado hasta aquí es no haber sabido, podido o querido -no tengo elementos para calificar a cada uno- aunar los esfuerzos de todos los que han llegado a vivir hasta su madurez, siquiera fuera para ponernos a gritar, al unísono, esas preguntas que duelen como lanzas a cuantos no nos resignamos: porqué, para qué, o quién está detrás de toda esta escenografía tan aparatosa.
(continuará, supongo)
5 comentarios
Keka Sánchez -
Irmina -
¡¡Muchas felicidades!!
Angel Arias -
Miguel -
albert -