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El blog de Angel Arias

Felicidades, Elvira y David

(El 12 de septiembre de 2009, se casaron -por fin- Elvira y David; durante la celebración, les leí el poema que figura a continuación.

Está escrito para ellos, pero algunos de los asistentes me pidieron que lo publicara en este blog para poder releerlo, ya que la megafonía no era buena.

Lo que resultó espléndida, por original y divertida, fue la película que Miguel realizó para la ocasión, montando una historieta sobre la pareja con películas y fotografías de su niñez y adolescencia. )

Querido David, hace ya tiempo

que metiste a Elvira en la familia

y, por tanto, puedo decir con fundamento,

que acertaste al ver en ella

la mujer de tu vida.

 

Qué te voy a contar a estas alturas,

que no sepas, qué consejos

te podría dar sobre cuanto no comprendas,

qué recuerdos ponerte en las manos

para  hacernos reír y llorar

que no hayamos juntos, cientos de veces,

desbrozado.

 

Aquí está la mejor constatación de tu pericia,

el  éxito de tu capacidad para desplegar la seducción

empleando las  armas seguras

de  la sinceridad y la confianza:

el amor de Elvira, -no un trofeo, un trueque con el tuyo-,

y al que habéis ido añadiendo con los años,

complicidades, más amor, secretos privilegios

y  otras intensas cualidades que adornan con sus créditos

 el saber decidir de los intrépidos.

 

Querida Elvira, hace ya el mismo tiempo

que te esforzaste en hacerte querer de nuestra parte,

con detalles, con trazos, con intensos afectos,

pero, sobre todo, te agradezco

el habernos sabido transmitir lo mucho que quieres a David,

con la madurez de quien aprecia lo que vale aquel a quien amamos,

sin perder tu razón, para así ayudarle a mejorar,

y sabiendo resaltar a tiempo, cuando tercia, otras virtudes,

para ocultar esos defectos que nos hacen humanos.

 

Qué puedo  revelarte hoy que no veas,  

no hay sorpresa si te transmito que conseguiste sin fisuras,

que te queramos desde esta tu otra familia como si fueras nuestra hija,

que estamos encantados.

 

Porque, desde luego, tienes innumerables cualidades

para justificar que tus padres se sientan orgullosos

y así, de rebote,  nos vemos también nosotros, los padres de David,

orgullosos porque nuestro hijo ha sabido elegir.

 

Enhorabuena a ambos. Sois valientes

para los tiempos que corren. Estáis seguros

para el viento que sopla. Nos habéis hecho testigos

-algunos representando a Dios, ni más ni menos-

de vuestra promesa oficial de compartirlo todo,

de mantener el proyecto, de confirmar vuestro amor,

de la esperanza abierta de que ha llegado la hora

de que a vuestros padres pensaréis en hacernos,

ya, por fin, abuelos.

 

Así que, puesto que apenas pasaron unos días

desde que celebrábamos con Elena y Miguel y otra familia,

el  acierto que, con ellos de protagonistas

tenía reflejos de los mismos cariños,

músicas de iguales tonos, emociones de similares vibrantes sinfonías,

esta fiesta vuestra viene, para mí, a cerrar el capítulo de la vida

que nos acaban los hijos cuando, con todo su petate,

crean un nido propio y toman un vuelo ya del todo libre,

haciendo suyo el centro.

 

Volad, pues. Hacedlo alto.

 

Desde mi visión de padre, pero sobre todo,

con  la experiencia de hombre cauto

y la sensación de amanecer a diario algo más viejo,

os deseo con la razón que sigáis así de unidos,

que no os asustéis ante nada,

ni  se os arrugue el empeño ni las ganas

como no sea para saltar con más brío sobre el obstáculo interpuesto;

que sigáis madurando, porque el camino por hacer es inagotable,

y vuestra fuerza mucha, pero siempre habrá ocasiones

de advertir que os tenéis aún más confianza,

que sois aún más del otro,

que estáis compartiendo todo en uno, sin recelos, sin trabas,

sin que nadie lo pida.

 

Lleváis entre los dos las andas de una garantía: querer ser felices,

y para este viaje en el que no se necesita dinero ni la suerte,

os basta solo con lo que ya tenéis:  la voluntad de compartir,

el goce de estar juntos, la certeza de disfrutar con lo puesto

cuando se ve reflejado en los ojos del otro.

 

Vendrán días mejores y peores

(ya  sé que es una simpleza recordarlo):

habrá que superar tristezas cuyo atisbo tal vez nos sobrecoge,

discutiréis por tonterías y por cosas importantes,

surgirán distancias que parecerán insalvables

y reconciliaciones que os harán derramar lágrimas de felicidad.

 

Nada que no sepáis. Nada que no pueda imaginar

quien ha demostrado ya sobrada inteligencia.

Tampoco, ay, nada que no se pueda mejorar

si hubiera una segunda vuelta.

No os miréis en el ejemplo de nadie,

no caben imitaciones

porque solo la voluntad del que persiste con razón es infalible.

 

Vuestra vida seguirá siendo, entre dos, mucho más intensa,

cuando  en esa fortaleza habiten nuevos brotes.

Ojalá un día podáis agradecer a nuestros nietos

 emociones  como las que nos habéis dado a nosotros.

 

Felicidades, hijos.

1 comentario

Isabel Arias fernandez -

Que cosas tan bonitas no he podido escuchar! Una poesia preciosa, para releer y recibir de vez en cuando un necesario tirón de orejas! Enhorabuena!