Instrucciones para torpes sobre como preparar un examen
Debería haber dado cumplimiento a este deseo antes, pero no me animaba. ¿Animarse, a qué?, se preguntará el lector. ¿Qué deseo oculto y reprimido es al que ahora se da rienda suelta?...
Pues ya lo avanzo de inmediato: escribir una segunda entrada de éxito en este blog, un comentario irresistible urbi et orbe, que haga subir peldaños de autoridad a esta bitácora, provocando enlaces de admiración entre otros blogueros, y en el que caigan, como en una trampa de hormiga-león (metáfora que siempre me gustó) los cibernautas que busquen respuestas a su problema.
El modelo para canalizar ese ímpetu que ahora confieso desfogar, es el éxito -a escala relativa, inmenso- del post que publiqué, hace ya años, a este blog, dando consejos -"para torpes"- acerca de cómo arreglar una persiana. Un orgullo para mi propósito de ser leído y admirado por lo que escribo, un ejemplo práctico acerca de cómo se cuecen las habas en los buscadores, una referencia para mi ego, un....
De más de 34.000 referencias de Google, si el curioso pertinente escribe en el apartado "buscar" de este explorador, las tres palabras -three little words- : "como arreglar persiana", el buscador le conducirá, sin dudarlo, en primer lugar, a este blog y a mi comentario. ¿Porqué?. Pruébelo ustéd mismo. "arreglar persiana" ya lo sitúa en segundo lugar. Como "persiana" queda sepultado entre otros cientos de anuncios y ofertas de expertos en el rollo ése. El "como" -sin acentos, please- solo lo hace mejorar un puesto, para asumir, eso sí, la gloria de pasar a ser "primero".
La de la persiana es, con mucho, la entrada con mayores y más frecuentes accesos de todas cuantas tengo publicadas, tanto en este blog como en su "segunda marca", Al socaire. Por cierto: en esta segunda digresión surgida de mis tiempos libres, no coloco mis outlets, sino mis mejores desvelos literarios. Es mi apuesta para trabajar las meninges a diario, que es como se forjan los músculos cerebrales, según tengo leído. No me vendría mal tener más visitantes/ojeadores/lectores, pero, a la espera de la gran eclosión -el big bang, o la big bounce- , me conformo con lo que tengo.
En fin, tratando de rivalizar con este éxito personal ya clásico, quiero dirigirme hoy a todos los estudiantes de lengua hispano para enseñarles a preparar con éxito un examen, cualesquiera que sea ese. Preparar para aprobarlo, por supuesto. Y no una prueba de esas en las que dan aprobado general, o te convalidan la materia porque la asignatura ha salido del plan de estudios. Un examen con todas las de ley, con corrector incluso.
Mi autoridad queda avalada por los cientos de exámenes que he realizado en mi vida, para completar carreras universitarias, obtener floripondiosos títulos y rebañar éxitos en competiciones y certámenes. Mi método es el mismo que todavía utilizo, cayendo ya por la curva de la tercera edad, para retener ideas, relacionar conceptos, y así dejar admirados -patidifusos, incluso- a interlocutores, colegas, subordinados, amigos.
Misterio desvelado. Veamos, sistemáticamente, las tripas del proceso.
1) Lo que hay que tener, en primer lugar, es la idea clara de lo que se pretende. ¿Qué deseamos? ¿Aprobar, o saber?. Si la respuesta es saber, mal andamos. ¿Para qué quiere tener un título, ganar una oposición?. No es necesario acumular conocimientos que no se vayan a utilizar, y hay que tener siempre en posición de disponibles unos cuantos conocimientos comodín, que nos vendrán bien para incorporar otros. Su objetivo ha de ser saber cuatro cosas, pero saberlas como si formaran parte de su piel.
2) Nunca aprenda, si va a examinarse de ello, más de lo que habrá de utilizar. Trate de entenderlo. Si hay algo que no entiende a la primera, inténtelo una segunda vez, pasado un tiempo (para acordarse del reto, señálelo con lápiz amarillo o naranja, que lucen muy bonito), una vez que haya leído todo el capítulo, o mejor, todo el libro; si en esa nueva oportunidad, se le resiste, no se esfuerce más. Páselo por alto. No pierda el tiempo en aprender lo que es difícil de memorizar, porque lo olvidará a la vuelta de la esquina.
3) Es muy importante que repase, en las 24 horas previas al examen, toda la materia. La memoria visual es la más importante del ser humano, y retendrá así ideas y frases que, aunque solo le servirán para esa prueba -se borrarán automáticamente- le incrementarán de forma magnífica su rendimiento.
4) En el momento del examen, no se ponga a escribir de inmediato lo que sabe. Dedique unos segundos a detectar las cuatro o cinco ideas clave que convengan a cada ejercicio o capítulo. Piense que la inmensa mayoría de los examinandos se habrán puesto a redactar como locos a la carrera,y que, de ellos, otra inmensa mayoría no tendrá mucha idea de lo que quiere decir. El cerebro humano tarda en reaccionar, déle algo de tiempo. Escriba en el reverso de la hoja de examen, de forma sinóptica, lo que se le haya ocurrido.
5) Piense en que van a corregirle personas que no le conocen y a las que Vd., en principio, importa un bledo. Quien habrá de corregirle, se habrá encontrado antes que el suyo con unos cuantos centenares de trabajos sin mucho orden ni concierto y tendrá la cabeza como un bombo. Agradecerá que su ejercicio esté expresado con cierta elegancia.Subraye los cuatro o cinco conceptos que tenga claros de la cuestión. Si en alguno tiene dudas de cómo expresarlo correctamente, pero lo parece importante al tema, no lo subraye. Póngalo de todas maneras, aunque de forma confusa. Cabe la opción de que, a pesar de todo, acierte en algo y, como el examinador no va a tener mucho tiempo para analizarlo, le parecerá adecuado al tema, dándole algún puntito por el esfuerzo.
6) Nunca deje una pregunta en blanco, ni más corta en desarrollo que otras. Todas igual, sepa o no sepa del tema, guarde o no relación. Haga trabajar al examinador, pero, sobre todo, transmita seguridad, capacidad de respuesta, razonable improvisación. No invente sobre la marcha, sino que incluya ideas verdaderas y si ha dispuesto de apuntes del docente que le está puntuando, y recuerda alguna de sus ideas, subráyela, alabándola, incluso poniendo el nombre del autor. Es un acto casi vil de pelotillerismo, pero pocos dejarán de sucumbir ante el halago. ¿Cómo van a suspender a un alumno que, por lo menos, sabe cómo se llama su maestro?.
En fin, manténgame informado de los resultados. Le espero en este blog.
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miguel -