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El blog de Angel Arias

A barlovento: ¿Hay sitio para una ingeniería militar en el siglo XXI?

Manuel Fernández Cánovas, catedrático emérito de la UPM, investigador durante 25 años en el Instituto Eduardo Torroja, coronel, Dr. Ingeniero de la Construcción, poseedor discreto de un currículum pleno de brillantes méritos, impartió el 19 de noviembre de 2008 una muy interesante conferencia sobre el tema "Lazos históricos entre la ingeniería civil y la militar".

Lo hizo en el Instituto de la Ingeniería de España. Un magnífico salón de actos, en el centro de Madrid (General Arrando, 38) en el que, como es desgraciadamente habitual en esta ciudad dormida, la erudita y entretenida disertación tuvo como público a apenas un par de decenas de amigos.

Presentó el acto el general Ricardo Turrón, escoltado por el Presidente del Comité de Defensa del IIE, Enrique Fagúndez.

El conferenciante trazó un panorama apasionante, cuajado de referencias, nombres de ingenieros y protoingenieros, detalles eruditos y divertidos. Desde las ruinas de Dresde y Erytra (5.000 a.dC.), con sus terraplenes concéntricos en torno a una empalizada central, hasta nuestros días, hubo desfile de fortificaciones, puentes, acueductos, ingenios armamentísticos y obras monumentales para mayor gloria de Dios o de algún hombre.

Allí se cruzaron anónimos precursores de la ingeniería militar -hasta tribus perdidas de la Amazonía fueron convocadas para testimoniar la vigencia de la combinación de arte e ingenio. , con excelsos constructores griegos (Eupalinos de Megara, Tratos, Sostrato), persas (Madrocles de Samos, Dinócrates), oromanos (Vitrubius, Sixtus Julius Frontinus, Apollodonus de Damascus, Cayo Quirino, Cayo Julius,...).

Se pasó luego por sus discipulos árabes (Halaf, Alli Pullate), y se hizo un entrenido caminar entre maestros alarifes, monjes cluniacenses y cistercienses o esforzados militares que fueron coadyuvantes del deseo conquistador de Fernando III el Santo, patrono de los ingenieros...

No se dió respiro Manuel Fernández Cánovas, -ni nos lo dió a quienes, absortos, asistíamos a tan diverso como divertido despliegue- que siguió por la senda de Bernardo Swatz, pasó de la mano de mosén San Martín, recordando la creación de la artillería, se fue luego a Diego de Vera y Ramiro López, y se trajo del brazo falconetes, arcabuces y bombardas, para poner acento al tren de artillería que Carlos V instaló en 1552 en Valladolid.

¿Sabré resumir tanto como dijo?. Por supuesto, que no, porque no se limitó a traer nombres, sino que les puso a todos música e ideas.  Tuvo su momento, Leonardo da Vinci (1452), que  impulsó el armamento moderno, creando, entre miles de artificios, el cañón de alma rallada y el primer revólver; no faltó Juan de Herrera, quien  no solo fue el arquitecto genial que veneramos por el Escorial, el Puente de Segovia o la fachada de la catedral de Valladolid, sino que ejerció de ingeniero militar, y trabajó con Juan de Oviedo, primer director de la Real Academia de Artillería...

El propio conferenciante confesó que tenía material para varias horas y el tema daba para varios libros. Allí estaba la dificultad, en resumir, y la venció. Lo hizo con un tono ameno, cordial, didáctico. Dejo para otro comentario las referencias más modernas, a partir del siglo XVII.

Sí recojo ahora que le pregunté al final, en tiempo de coloquio, aprovechando un silencio, si los ingenieros de armamento no habían perdido sustancia en estos tiempos en que todas las ingenierías han invadido los campos del de al lado, y teniendo en cuenta que hemos renunciado a hacer guerras por nuestra cuenta (alabada sea la cordura) y las armas y otros ingenios mortíferos son creaciones de otros ingenierose ingeniosos de más allá del Atlántico y, en fin, para complicarlo más, lo que nos parece a algunos que faltaría a los jóvenes educandos a ingenieros es, tal vez, que se les impusiera más espíritu de practicidad, disciplina y amor a esas cosas etéreas pero nobilísimas de la Patria y la solidaridad que se enseñaban en las escuelas técnicas del Ejército y en las viejas ingenierías.

Una pregunta tan retórica, claro, no se me entendió, y la respuesta fue por los cerros de la alta cooperación actual entre las ingenierías, y la realidad de que, en el comité de Defensa del instituto, hay incluso, ingenieros de Minas. Como José Manuel Torralba, catedrático en la Carlos III, y que, por cierto, andaba por allí, haciendo, como yo, de número en la clac.

 

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