A barlovento: Obama somos todos
He vuelto a leer el discurso de Barak Obama, cuando comunicaba en Chicago que había ganado las elecciones para Presidente de los Estados Unidos. Me gustó, me gusta mucho. No se si había una gran pantalla oculta desde la que leía lo que estaba diciendo, pero,aunque fuera así, revela muchas cosas. La primera, que es un gran comunicador, capaz de despertar emoción con lo que dice.
Como no hablaba para un círculo de amigos, ni siquiera para todos los norteamericanos, sino que era plenamente consciente de la importancia de sus palabras para todos los demás ciudadanos de este mundo convulso, hay que agradecer su espíritu, su talante, y lo que indica.
Indica, línea a línea, la transmisión de un sentimiento y una voluntad con la que es prácticamente imposible estar en desacuerdo. Refleja la historia, aún muy reciente, de una marginación y una opresión injustas que, de pronto, y por mayoría abrumadora, han quedado superadas, arrumbadas, vencidas. Es muy difícil no sustraerse a la emoción que provoca esa victoria que es -lo reconoció también el presidente Bush, atinadamente en este caso- la victoria de los afroamericanos, de los que se vieron desplazados por ser negros, esclavizados y vejados, incluso hasta hace muy poco y, porqué ocultarlo, lo son todavía hoy, por el color de su piel.
Ningún pueblo está libre para pretender tirar su primera piedra o poner su pica en Flandes alardeando de que la marginación del semejante no le afecta.Nuestra sociedad está llena de marginados que aún esperan su redención, que aguardan el triunfo de uno de los suyos, para demostrarse y demostrar que están ahí, que tienen el mismo derecho a su sitio que los otros. Se pueden llamar gitanos, sudamericanos, musulmanes, judíos, tusis, armenios, palestinos, agnósticos, pobres de solemnidad, inmigrantes, minusválidos, mujeres con o sin burka (mucho más si se les obliga a llevarla, desde luego), prostitutas, oprimidos, perseguidos por sus ideas, color de la piel, creencias, inteligencia, ... Cada pueblo tiene sus marginados, espera a su Obama.
No sé cómo va a conseguirlo, cómo logrará mover tantas resistencias, vencer todas las inercias. Puede que ni siquiera pretenda, porque la labor es de Hércules, cambiar más que unas pocas cosas. Pero lo que trasluce con ese discurso es el talante de un visionario, un héroe, un convencido.
Me ha gustado incluso que apelara a Dios al final de su discurso. Suena a arcaico, aunque también resulta valiente y tranquilizador, porque refleja una ética, una postura moral.
Hay que felicitar al pueblo norteamericano, y felicitarnos porque al país más rico y más influyente de la Tierra haya llegado a su cumbre un hombre con esa determinación. No me puedo olvidar, sin embargo, de que Obama es negro, no rojo, como muy atinadamente se ha recordado. Pertenece a la élite norteamericana, sus apoyos en la economía real han de ser financieros para que el sistema al que defiende no se desplome, y tanta ilusión incontralada implica un gravísimo riesgo.
Sigamos atentos cómo evoluciona para aproximarse a la realidad. Son tantos los peligros de que toda esa ilusión se desbarate, que no basta protegerlo con admiración, devoción y cariño.
Mas, pero, empero, sino, sin embargo, Gracias, Norteamérica. No esperábamos que se nos pudiera hacer un regalo de esta magnitud, en este momento en que nos estaba invadiendo la tristeza. Bonjour, la joie de vivre.
Por cierto, en España, en unas elecciones presidenciales, no creo que Obama hubiera sacado muchos votos con su Programa: lo que preconiza y propone, ya lo tenemos aquí desde hace décadas. Su ideología está incluso a la derecha del Partido Popular, lo cual demuestra que el liderazgo sociológico no está precisamente por aquel lado del Atlántico, aunque por estos sitios hayamos aplaudido a rabiar el aire fresco de su talante y el atisbo de apertura para su estrategia internacional.
1 comentario
caridad ribera -
(ahora solo falta que le dejen....)