A sotavento: Bomba lapa contra los colegios profesionales
El Informe sobre los servicios y los Colegios profesionales que ha dado a conocer la Comisión Nacional de Competencia, ha puesto de manifiesto, una vez más, que en este país con demasiada frecuencia ni se cuenta con los afectados ni se proponen medidas que beneficien a los interesados. El Informe, que dice utilizar como antecedente el Informe del TDC (Tribunal de Defensa de la Competencia) de 1992, mezcla churras, merinas, desconocimientos y, posiblemente, refleja odios y déficits personales de quienes contribuyeron a su redacción.
El Presidente de la Unión de Colegios profesionales, y del Consejo General de la Abogacía de España, Carlos Carnicer, constituyéndose en portavoz del sentir de todos los profesionales a los que agrupa la Asociación, ha manifestado que ese Informe no garantiza los derechos institucionale del millón y medio de ejercientes -y de los futuros egresados- y vulnera el art. 36 de la Constitución española, según la interpretación doctrinal y jurisprudencial más autorizada.
Llueve sobre mojado, en realidad, porque el menosprecio a la seguridad profesional y al trabajo responsable no son, por lo demostrado, objetivos preferentes del Ejecutivo. Es doloroso tener que reconocerlo así, pero la baja calidad de los estudios universitarios, en general, corre paralela a la sublimación del intrusismo, y a la igualación de todos los títulos, sean de grado medio o superior, que nace de una interpretación sesgada y corta de los llamados acuerdos de Bolonia.
Los Colegios profesionales son una garantía para el ciudadano que reclama los servicios de un experto, y que quiere ver que el trabajo que realiza para él está sometido a un control externo, cumple con la legislación y viene amparado por un seguro. El visado del Colegio ha de ser, aún más, un sello de calidad, y los Colegios deben supervisar sus contenidos, dotándose de los medios de análisis y revisión convenientes. Si no lo han hecho hasta ahora algunos, debiera ser tiempo de exigirles que se doten de esos medios.
Una cosa es la defensa de intereses competenciales trasnochados por algunas profesiones, pero dentro de la capacidad técnica, y algo muy distinto, despreciar la labor reguladora de los colegios como garante de que el cliente y la sociedad reciben los servicios demandados.
La dirección que pretende adoptarse es la contraria. Barra libre para todos. No siendo necesaria la colegiación, cualquiera con el título universitario puede ejercer la carrera, por su cuenta y riesgo. Bomba lapa contra los colegios profesionales, algunos de los cuales -pienso en las ingenierías, en la abogacía, en los auditores, médicos, ... tienen responsabilidades sociales de tal envergadura que, hoy más que nunca, lo que es necesario es que una entidad superior -el Colegio profesional, que ya existe- controle, homogenice, estimule, promueva, la deontología del ejercicio de esas actividades.
2 comentarios
Administrador -
Estoy de acuerdo con la música de tu comentario, pero discrepo de la letra. Es cierto que mi título es de Ingeniero de Minas, aunque, según reza el mismo, lo obtuve en una "Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas". Como ya escribí en otros lugares de este mismo cuaderno, he podido comprobar que algunos (pocos) ingenieros técnicos de minas, aparejadores o ayudantes de obras públicas saben más de su especialidad práctica que los reconocidos como ingenieros superiores, arquitectos superiores o ingenieros de caminos.
Pero ese no es el problema o realidada que abordo en este artículo. Es el de la falta de garantía del cliente/usuario de los servicios de un profesional, si algún organo no supervisa sus proyectos y actividades, desde la deontología y el nivel de ciencia y artes aplicados. ¿O dejamos barra libre para todos, y pasamos por alto los estudios y el control oficiales, en un sálvese quien pueda demoledor?
Jose -
Un proyecto profesional puede ser redactado por un ingeniero técnico igual o mejor según los casos, que un ingeniero. No tiene que ver con la formación académica si no con su experiencia, su especialización o su formación postgrado. La universidad ni forma, ni formó nunca, al 100% en cada disciplina, aunque por atribuciones se puedan firmar como arquitectos o ingenieros, todo tipo de proyectos, son casi dioses profesionales, lo que no quiere decir, que por ser un tipo u otro de titulado se ejercerá mejor la profesión que los otros. Lo que al final importa son otras cosas.
Lo siento, a quien pueda pensar que por tener un tipo u otro de titulo se tenga derecho a todas las competencias, impidiedose que los otros puedan tener o compartir alguna de las suyas.
Los colegios profesionales deberian ejercer una labor de acotado del nivel mínimo de sus poropias competencias para evitar que sus propios titulados se hagan la competencia desleal entre ellos mismos, quiero decir que no deberían admitir a unos colegiados actuaciones desleales respecto a los que queremos mantener una etica profesional adecuada, eso es lo que deberían hacer los colegios profesionales y defender a sus colegiados de sus propios compañeros que por coger un contrato se bajan los pantalones en cada momento sin venir a cuento, aunque sea saltandose todo lo que suponga una competencia leal entre profesionales. Los colegios deberian impedir que si nunca se han tenido atribuciones en un campo, se invadan los del vecino y deberían promover que los demás no invadan los suyos tradicionales, los de minas para minas y sus instalaciones en minas, los indistriales para instalaciones industriales "civiles", etc. Si un colegiado hace una nave industrial que no se la visen si esas competencias no son del colegiado, aunque este sepa hacerlo, sin un titulo de dentista no se pueden sacar muelas aunque se diga que se sepa hacer y sin un título de cirujano no se pueden hacer operaciones aunque un poddologo si puede hacer opreciones del píe, sin que resulten menos seguras por otro lado, pero segun los casos. Eso es lo que deberian defender los colegios, pero sería peor sin ellos.