Jugando en corto: Feliz cumpleaños, Majestad
Respetado Rey D. Juan Carlos:
Se que llego con algo de retraso, pero es que hasta que no leí la reseña del homenaje que le ha tributado a su Serena Majestad una selecta representación de sus súbditos, no supe fijar exactamente el día de su Cumpleaños. Peor sería, sin embargo, por lo que tengo oído, felicitar antes de tiempo, así que ruego me disculpe por la tardanza, pero acepte este mensaje respetuoso desde mi ventana cibernética.
Setenta castañas son una cifra respetable. Me lleva Vd. muy poco más de diez años y, por eso, me puedo permitir indicar que nuestras vidas han ido paralelas. Los momentos más importantes de nuestras vidas han sido prácticamente simultáneos; las vivencias, similares. Hemos madurado juntos. Pasamos por los mismos tragos. Supongo que la misma sensación aflorará en otros coetáneos.
Le vimos primero como secuestrado, en las manos crecientemente trémulas de aquel Caudillo hoy denostado casi por unanimidad, que heredamos de una contienda que nos resultó siempre inexplicable, pero nos hizo caminar con pies de plomo entre los conceptos de pecado, libertad, democracia, iglesia, universidad, capital, obrero y cárcel.
Cuando SE asumió, en aquella España que hoy nos parece del cuaternario, la Jefatura del Estado, algunos le apodamos Juan Carlos Primero el Breve. Vd. Representaba la continuidad del Régimen, y estábamos convencidos de que su legitimidad no provenía de la Historia, sino de una guerra civil que habían ganado unos pocos, que se empeñaban en reducirnos las libertades y enriquecerse mientras nos querían convencer de que estaban reformando el país.
Vd. tuvo la suerte de los elegidos y la visión de los arriesgados. No le importó perder poderes reales para adquirir otros intangibles, pero perfectamente sentidos por quienes le rodeaban. Seguimos a su lado, aún con recelos, cuando advertíamos que podíamos caminar por las libertades entre los que mantenían el gatillo puesto sobre las armas que les habían garantizado el control. Ya no pensábamos en la cortedad de su reinado, sino en el peligro que corría esta aventura aún sin rumbo claro, que era la transición.
Fue con ocasión de un intento de golpe de Estado, justo cuando empezábamos a respirar el aire fresco que venía de las puertas y ventanas abiertas al futuro, cuando nos dimos cuenta de que lo necesitábamos, que necesitábamos una Majestad capaz de controlar a los españoles, pero en especial, a los militares que tuvieran vocación de salvadores de la Patria. No nos importa si Vd. actuó en aquella ocasión guiado por su propio criterio o se lo sugirieron. Lo importante es que, con su actuación, se elevó al nivel de guardián del proceso en el que estábamos. Se hizo imprescindible.
No quiero recordarle más etapas de su vida y de la nuestra. La libertad política, que corrió paralela a la libertad sociológica, le hizo también conocer, como a muchos españoles, la caída de algunos complejos y tabúes. Nos hizo comprender que su familia es como la de todos, pero Vd. ha sido preparado para ser Abeja Reina y la fórmula de jalea real, funciona entre españoles.
Cuando ayer le veía rodeado de gentes de tan diversas facciones ideológicas, hombres y mujeres que son capaces de ponerse a caldo al contrastar sus ideas respecto a España, sus regiones, la forma de combatir el terrorismo o mejorar nuestro bienestar, he pensado que necesitamos que cumpla muchos años, Majestad. Y nos ha gustado ver a su hijo Felipe asumiendo ese papel de maduro Jefe de Estado en la retaguardia, entrenado para mantenerse discretamente por encima de lo que nos separa circunstancialmente.
Se lo dice, de corazón, un republicano convencido. Pero la experiencia y la edad nos han hecho tan pragmáticos...
2 comentarios
Marcos -
¡Buenísima!
CARIDAD RIBERA CASADO -