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El blog de Angel Arias

Al pairo: El Presidente Rodríguez Zapatero busca en los Oscos la paz del siglo XIX

De vez en cuando se pone de moda un programa del estilo "Si yo fuera Presidente", para que los ciudadanos de a pie elucubren sobre lo que harían en el caso de que llegasen a ocupar el puesto de máxima representación de su país. 

La mayor parte de los entrevistados ponen a volar su imaginación y dicen que arreglarían el camino que pasa por delante de su casa. Así que la gente tiene un instinto especial para intuir lo que será probable que haga en primer lugar un mandatario.

Claro que la inmensa mayoría de las gentes, nunca llegarán a Presidente de su país, salvo que las elecciones se hicieran por insaculación o por sorteo, que viene a ser lo mismo. Y eso es muy improbable que vuelva a suceder en este mundo, porque en todos los países existen fórmulas concretas para llegar a ser Presidente o mandamás, aunque en algunos -no cito cuáles, por respeto a sus súbditos, subordinados o fieles - más les hubiera valido emplear esos dos procedimientos, genuinamente democráticos, y hacer que el azar eligiera el detentador de la Excalibur...

Si a mí me preguntaran lo que haría si fuera Presidente (por insaculación o por sorteo, por supesto), tengo clara mi contestación. Dimitiría de inmediato. No creo que exista un trabajo más ingrato y peor comprendido. 

Debes sortear dificultades sin cuento cuando eres Presidente de tu país.

Tienes que aparentar saber de todo como si fueras un erudito, lo que te obliga a estar continuamente empollándote frases e ideas de otros, y presentarlas como si vinieras de vuelta del asunto, y sin inmutarte. Tienes que viajar continuamente de un sitio para otro, sin que sepas muy bien para qué y con quién vas a encontrarte, y hacerlo en avión privado que casi nadie usa, en coche conducido por un desconocido que no te habla en todo el trayecto, o en un helicóptero que no tiene piezas de recambio porque ya no se fabrica.

Por la mañana, igual tienes que presidir un Consejo de Ministros y, ese mismo día, de ocho a diez de la tarde, ponerte unos vaqueros usados y lucir una sonrisa de viernes para convencer a tus votantes de que estás de vacaciones. Sin contar con que tienes que estar rodeado de guardaespaldas hasta para ir al servicio, porque un magnicidio se cotiza más que los blue chips en el mercado de la insensatez humana.

A Rodríguez Zapatero, sus asesores de imagen le aconsejaron que pasara tres o cuatro días de trabajo vacacional en Los Oscos, en la Asturias más recóndita, allí donde no llega nadie, salvo que se pierda buscando el camino a Taramundi, que, como su nombre indica, es otro sitio que vaya por Dios.

La zona me trae buenos recuerdos y alguna preocupación. En el poco tiempo en que estuve de Director de Proyectos de la Sociedad Regional de Promoción de Asturias, allá por los finales de los 80, se decidió promocionar el turismo rural de Asturias, y se creó la Sociedad de Desarrollo Rural de Taramundi.

Casi nadie creía en el invento, pero me informo que el crecimiento desde 1992 hasta 2007 ha sido del 1.350%, ya que existen 10.700 plazas de turismo rural en la región en la actualidad. Muchas, muchísimas, me parecen. Si hubiera plena ocupación, supondrían 3,7 millones de pernoctaciones en el campo astur, una carga ecológica muy alta para unas áreas tan sensibles.

Leo como curiosidad que, no sé muy bien con qué objetivo, a los tres vecinos de Santa Eufemia de Oscos alguien los adoctrinó para que adornaran sus casas con algún toque típico, y en una fotografía se veía a uno de ellos colgando unas ristras de cebollas en un alero de su hórreo.

¿Hace falta adornar Los Oscos?. Más bien sería necesario cubrir la zona con papel de embalar, creando un escenario artificial hasta que pase la tormenta publicitaria, para que no se contaminara el verdadero con estos desmadres mediáticos. Cuando se conoció que Rodríguez Zapatero iba a ocupar un bello pazo de los Oscos, de propietario desconocido, el sitio se pobló de inmediato de periodistas. Se garantizaba así la publicidad del evento, pero no solo en los media, sino que también sucedió que decenas de curiosos, encontraron el camino a esa zona olvidada de Asturias para saludar al Presidente y gritarle, ¡guapos! (a él y a la elegante Sonsoles, su esposa), que la belleza es una virtud también valiosa en democracia.

La guinda la puso el político regional Antonio Trevín (Toño), delegado de Gobierno ahora, que aclaró para la posteridad que el sitio de Los Oscos está hoy de tan buen ver "porque se perdió el siglo XIX". Analizo la frase y se me pone la carne de gallina. ¿Quiere esto decir que, si queremos paz, tenemos que volver al siglo XVIII?. ¿Quiere aquello decir que la industrialización no nos trajo más que disgustos?

Yo no se donde el mandado Presidente Zapatero va a pasar las vacaciones (desde luego, en Los Oscos no, o no ahora, porque no le van a dejar los periodistas y curiosos y su programa de actividades está tan cargado de eventos que más parece la agenda de un médico sin fronteras).

Me permito darle un consejo, un truco que a mí siempre me fue bien. Antes del inicio de un nuevo trabajo, siempre me doy una vuelta de incógnito por el lugar, visitando los talleres, las oficinas, observando los comportamientos de las gentes. Así saco mis impresiones de lo que me voy a encontrar después, antes de que me lo presenten con colores de rosa.

Como Zapatero admite que no conoce Los Oscos desde antes de ser Presidente, ahora no va a captar el encanto del lugar. Las cebollas alóctonas que cuelgan del alero, las macetas de geranios transplantadas y los curiosos gritando piropos son un estorbo. Tendrá que volver, cuando ya no le conozca nadie o a nadie interese, a conocerlo.

Ya sé que no necesito enmendar a Trevín, que es un buen rapaz y bien intencionado, pero Los Oscos no se han perdido el siglo XIX. Me temo que somos los demás los que echamos a perder un buen trozo de naturaleza en el siglo XX y, por eso, ahora estamos consumiendo los restos del paisaje en el siglo XXI. Ponga cada uno sus ejemplos. ¿Nos ha aprovechado?.

 

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