Al socaire: Endesa, E.on, Gas Natural y la politica energetica nacional
La OPA de E.ON respecto a ENDESA se ha cruzado en el camino de la política energética en España. Un debate, el de las fuentes energéticas necesarias para atender a la creciente demanda interior, que, como nos ha sucedido otras veces, apenas si estaba iniciado, pero ya parecía a punto de concluirse como el rosario de la aurora. Los intereses en juego son tan grandes, el tema tan complejo, que la falta de una directriz consistente acaba siempre provocando que los argumentos individuales de los diversos agentes se hagan inconciliables, y se aplace la decisión de un Plan Energético para una próxima ocasión.
Así ha pasado. Las tímidas insinuaciones respecto a la posible reactivación de la fuente nuclear estaban siendo cuidadosamente dosificadas por un sector del Gobierno, al abrigo de una fuerte campaña de las empresas eléctricas y del Foro Nuclear. Se empezaba a hablar de la elección del lugar para depositar los residuos de mayor radioactividad, de las posibles ayudas económicas a las centrales de fisión o del refuerzo a los programas de investigación e incremento de subvenciones a las energías limpias. Y, de pronto, las diferencias entre los Ministerios respecto a la cuestión energética han quedado al descubierto.
La operación que aparece como elefante en la cacharrería es una ingerencia decisiva en la política energética, no solamente española, sino de una parte sustancial de la Comunidad europea. Si prospera la compra de Endesa por E.ON, se daría nacimiento a un gigante energético con gran capacidad para controlar los precios finales del gas y la electricidad dentro de la Comunidad.
En lo económico, la culminación de la OPA, supone el desembolso de cantidades astronómicas. El grupo alemán, que acumuló grandes beneficios gracias al monopolio del que ha estado disfrutando en Alemania, -no sin fuertes protestas de los usuarios-, podrá atender a su oferta sin mayores problemas. Y sus accionistas pueden estar satisfechos. Además de comprar una joya de la corona a bajo precio, la incorporación de Endesa les abre la jugosa promesa del mercado hispanoamericano, que jugará el papel tanto de consumidor, como destinatario de los mecanismos de desarrollo limpio, que supondrán un alivio para el cumplimiento de los objetivos de Kyoto.
La cuestión, desde la parte española, tiene el cariz de haberse analizado de forma urgente, y en parte, improvisando la respuesta. Las 19 condiciones impuestas por la CNE a E.ON, implican, entre otras, la renuncia a 7.400 MW de capacidad de generación, concretadas en la pérdida de la central nuclar de Ascó I, el suministro a las islas y a Ceuta y Meliña, y en las centrales térmicas que queman fundamentalmente carbón nacional. El nuevo consorcio debe cumplir con el plan de inversiones y asumir la obligación de venta de Endesa si otra compañía se hiciera con el control de E.ON. No se ve la coherencia de tales condiciones, cuando la cuestión energética española está sin resolver. ¿Por qué sacar justamente de la operación aquellas cuestiones que son más espinosas?
Las cantidades ofrecidas por E.ON benefician, únciamente a los accionistas de Endesa, ya que han mejorado en casi 5 mil millones de euros el valor bursátil de Endesa, respecto a la oferta de Gas Natural. Pero no es asunto de unos pocos, porque usuarios de la energía somos todos. Lo que obliga a extremar las cautelas en lo que se diga al exterior. Por ejemplo, la posición de preferencia hacia la oferta de Gas Natural, por ser nacional, planteada incialmente con ingenuidad por portavoces del Gobierno, era expresión de un genuino concepto de autarquía energética, y, por tanto, anatema oficial. Por ello, levantó de inmediato las protestas de la Comisaria europea de la competencia, Neelie Kroes, que ha vuelto a adelantar su postura, en idéntico sentido, respecto a las restricciones de la CNE, por obstruir la libre circulación de capitales y la libertad de establecimiento en la CE.
No se extrañe nadie. En una Europa que ha sido incapaz de aprobar una Constitución, las ideas contrarias al mercado único cuentan inmediatamente con rechazo oficial de las altas instancias europeas y son utilizadas por los gobiernos nacionales como bandera, siempre y cuando convenga a sus intereses. Así hizo Angela Merkel, obligando a matizar la posición de Rodríguez Zapatero, que se había limitado a leer el guión que le pasó José Montilla.
Que el modelo de Europa es, sobre todo, una reunión de mercaderes, lo hemos sabido sin dudas, quienes hemos tenido ocasión de ocuparnos de temas europeos desde la tierna infancia comunitaria que padeció España. Un Gobierno nacional ha de moverse en la Unión Europea de forma cauta, cínica, negociada, confesándose europeísta pero apoyándose en las fortalezas interiores. Si a un Ministerio se le ve el plumero de defender solo los intereses nacionales, los europeístas franceses o alemanes, bien experimentados, se le echarán inmediatamente encima. Porque para ellos, que las impusieron, esas reglas que los demás han de cumplir a rajatabla, admiten muchos matices.
De momento, lo que se ha producido es una intromisión en el debate energético español, obligando al avance respecto a las posturas antinucleares por una parte del Gabinete, dejando al descubierto la falta de homogeneidad del Gobierno y la bisoñez de los agentes energéticos, con una estructura de abastecimiento y distribución que está poniendo de manifiesto sus debilidades. Los precios de la energía y de la electricidad van a experimentar una fuerte escalada, y la repercusión sobre el precio final dependerá del mix de producción que se adopte. E.ON quiere, apoyado por el Gobierno alemán, tener capacidad de decisión sobre lo hispano.
A mí me parece que E.ON, dirigida por el gobierno alemán, ha creído que será más fácil romper la resistencia antinuclear en España que en Alemania y que, teniendo la capacidad de producir en ambos países europeos, podrá jugar con más bazas ante las opciones que se le puedan presentar en el futuro. No me imagino a sus directivos preocupados por haber dejado al aire las partes pudendas de anteriores manifestaciones del Tribunal de Defensa de la Competencia, de la CNMV o de la propia CNE, y sí felices de haberse adelantado.
Todavía sigue vigente (hasta finales de 2007) la acción de oro que puede ejercer el Gobierno sobre Endesa, y que le permitiría vetar adquisiciones superiores al 10%. La posibilidad está recurrida por la Unión Europea, pero, como todo vale para ganar tiempo, yo no descartaría en absoluto que fuera otro ingrediente a poner sobre la mesa.
Si hay tiempo para pensar, habría que volver a analizar qué sucedió cuando se intentaron comprar activos de la EDF en Italia, qué posición le corresponde a Hidrocantábrico y cómo profundizar en un mercado ibérico de la energía, dilucidar, con cifras claras y procesos técnicos fiables, cómo producir energía más barata para el consumidor, sin necesidad de convertir nuestro territorio en un océano de ventiladores o parques solares de juguete.
Incluso cabría concretar lo que se pretende con la proliferación de tantas centrales de ciclo combinado, que son prácticamente fotocopias unas de otras, y revisar todo el esquema. Con datos. Hay que difundir de una vez, por ejemplo, con qué cantidades y en qué horizontes temporales, será posible abastecer de energías limpias el crecimiento del consumo, y, por supuesto, con qué costes ambientales. Habrá que analizar, en fin, con qué disposición colectiva estamos trabajando para no seguir dilapidando la energía. Antes de que E.ON nos imponga sus propias condiciones.
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1 comentario
Administrador del blog -
http://www.periodistadigital.com/ultima_hora/object.php?o=431661
De su contenido, extraigo libremente los siguientes puntos:
1) Endesa considera "poco serio" que la CNE obligue a E.ON a vender las centrales eléctricas que consumen carbón autóctono "con el objetivo de salvaguardar los intereses públicos".
Para Endesa, "no parece que pueda calificarse como de seguridad pública un interés que se protege mediante un instrumento de fomento."
2) La decisión es "incoherente", ya que olvida que previamente la Administración ha optado por un sistema de fomento del consumo mediante incentivos.
3) Los objetivos de consumo establecidos en el Plan de la Minería del Carbón 2006-2012 "son, de facto, vinculantes".
4) No entiende, por eso, Endesa la condición de que E.ON venda las centrales que consumen carbón nacional, Compostilla, Teruel y Anllares, que tienen una potencia conjunta de 2.423 megavatios (MW).
5)En cuanto al condicionamiento de que E.ON se deshaga de los activos de Endesa en Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla y la nuclear de Ascó I, y a la cesión de la gestión en las demás nucleares en las que la eléctrica española está presente: Santa María de Garoña, Almaraz I y II, Ascó II, Vandellós II y Trillo, se recuerda que Viesgo, filial de la italiana Enel, es propietaria de la central de Puente Nuevo y consume carbón nacional, sin que se hayan producido las anomalías advertidas por la CNE en su resolución.
Esta circunstancia, acredita que el que una sociedad sea controlada por capital extranjero no impide el mantenimiento del consumo de carbón nacional.