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El blog de Angel Arias

Articulos de actualidad

Nuevo Blog

A partir de enero de 2013, publico mis Comentarios de forma prácticamente exclusiva en angelmanuelarias.com. Allí podréis seguir mis opiniones sobre temas de actualidad. También he dejado de publicar en el Blog Alsocaire. Sin embargo, y puesto que Blogia mantiene las conexiones antiguas, en este y en mi otro Blog (ahora inactivos), podrán consultarse las entradas anteriores.

De todas maneras, si alguien desea recibir en su correo electrónico los PDF con los Comentarios agrupados de los años 2006 a 2012, solo tiene que pedírmelos.

Agradezco la difusión que queráis darle a mi nuevo Blog, en realidad, una continuación integradora de mi actividad personal como bloguero.

Un saludo muy cordial.

La Casa Encendida homenajea a Tony Lucena

La Casa Encendida homenajea a Tony Lucena

Mañana, 14 de diciembre de 2012, a las 19:00 horas, tendrá lugar en la Casa Encendida de Madrid un homenaje al ingeniero de minas Antonio Lucena Bonny. En el acto se me ha invitado a pronunciar unas palabras en nombre del Colegio de Ingenieros de Minas. Lo haré, como he manifestado a los organizadores, también en nombre propio.

Conozco a Tony Lucena desde que fue mi profesor en la ardua asignatura de Mecánica Racional, que, para más complejidad, seguíamos con un libro en francés. Los lugares geométricos de las más sofisticadas combinaciones de piezas móviles, las líneas trazadas por los puntos en movimiento de bielas, ruedas y no sé que artilugios teórico-prácticos se resolvían por arte de magia, con cuatro razonamientos y cinco cálculos en sus manos de pretidigitador.

No se todavía cómo conseguí aprobar -y a la primera- aquella asignatura. Y no es de aquella época en donde se cimentó una amistad y una admiración hacia la persona. Fue después, ya en Madrid, cuando conocí, de verdad,  Tony Lucena, aprendí a valorar su compromiso ecológico, su sensibilidad social, su interés permanente por aprender y comentar. El, que mucho sabía, quería aprender.

Si yo daba una conferencia, allí solía estar Tony. Coincidíamos en muchos actos en los que se hablaba de ecología, de compromiso social, de tecnologías energéticas. Tony se sentaba en las primeras filas, atento, tomando apuntes...preguntando, sugiriendo.

Por supuesto, yo procuraba no perderme sus charlas, cuando tenía ocasión; me leí muchos de sus artículos, siempre sensatos, aunque no siempre estábamos de acuerdo, pero nunca discrepamos en sustancia, sino en métodos u oportunidad de aplicarlos.

Cuando le hicimos una entrevista para Entiba, a propuesta que fue admitida de inmediato por todo el Consejo Editorial, ya quisimos que fuera, también, un homenaje a su trayectoria.

La invitación a este acto de mañana, que traslado a todos los colegas, y que es extensivo a todos los ecologistas de corazón y de cabeza, que copio, sin añadir ni quitar una coma, expresa:

"Antonio Lucena. Valor de vida.

"Antonio Lucena es historia viva del ecologismo español y de los movimientos sociales por la no violencia. Por sus ojos han pasado más de cuatro décadas de compromiso social y lucha por un mundo mejor. Ecooo organiza un homenaje el próximo 14 de diciembre para celebrar toda una vida de compromiso por los demás.  

 

"Lucena comenzó su andadura social en reuniones de diferentes organizaciones políticas cuando reunirse en España todavía suponía un verdadero riesgo. Desde joven se interesó por la no violencia y los movimientos alternativos.   

  

"Se implicó desde sus orígenes en el incipiente movimiento ecologista de principios de los 80, donde aplicó todos sus conocimientos como doctor ingeniero de minas para construir un mundo más sostenible y equitativo.   

  

"Su trayectoria en el ecologismo siempre ha estado ligada a Ecologistas en Acción, organización de la que sigue siendo activista, y vinculada al tema de la energía y a la defensa de las energías limpias. “Siempre creí que podía ser útil en el ecologismo alguien que comprendiera la diferencia entre un watio y un voltio”, afirma Lucena cuando recuerda sus primeros años como ecologista.   

  

"Si bien ha tenido una participación activa en la causa contra la energía nuclear, actualmente denuncia los peligros para el medio ambiente y la salud del fracking. Recientemente, ha escrito un capítulo sobre esta temática para el libro “Agrietando el futuro” y participa en talleres del 15M y otros colectivos para explicar los problemas derivados de la fractura hidráulica.

"Además del ecologismo, Antonio Lucena ha participado en las grandes movilizaciones pacifistas del Estado español, desde la lucha contra la entrada en la OTAN hasta las movilizaciones contra la guerra de Irak. Como dice su mujer, Lola Ferrero, remarcando su compromiso, “Antonio no puede decir que no a cualquier buena causa”.

"En los últimos años se le puede ver como voluntario en la tienda de comercio justo que Intermón Oxfam tiene en la calle Goya de Madrid. “Quería hacer algo y me parece que el comercio justo es una buena manera de ayudar a fomentar una sociedad más equitativa y ayudar a esos productores que intentan hacer las cosas bien”, afirma Lucena.

"En definitiva, la vida de Antonio Lucena ha sido una vida de compromiso y dedicación a los demás. Por eso, Ecooo, en colaboración con Ecologistas en Acción, Intermón Oxfam, la asociación Entredós y Acción en Red, ha organizado un homenaje para el próximo 14 de diciembre  Celebraremos sus valores y disfrutaremos de un catering de comida ecológica. Un homenaje para celebrar toda una vida de lucha y compromiso. "

Programa del homenaje a Antonio Lucena

Fragmento del vídeo que Carlos Taibo le dedica a Antonio Lucena

"Cita:

"14 de diciembre a las 19:00 horas en La Casa Encendida de Madrid, Ronda de Valencia, 2. Metro Embajadores.

Por qué crece el número de fanáticos dañinos

La población noruega está conmocionada por el asesinato en masa provocado por un fanático al que se ha catalogado como "fundamentalista cristiano", según fuentes policiales locales. (1)

Han sido, por lo menos, 97 las personas las que, en dos acciones perpetradas el día 22 de julio de 2011, -según parece, por un solo individuo-, han perdido la vida en un tranquilo país, en el que, según coinciden los entrevistados, con el rostro congestionado por la tragedia, "ahora ya no se está seguro".

La investigación policial está sometiendo a un exhaustivo interrogatorio, supongo, al sospechoso de haber confeccionado el maquiavélico plan, para tratar de descubrir sus móviles, dilucidar si ha actuado solo y, en fin, si habrá ideado más atentados-bomba. Por las pesquisas ya realizadas, el asesino protagonizó directamente ambos atentados; en el más sangriento, disfrazado de policía, consumó el asesinato a tiros de 90 personas, causando, además, varias decenas de heridos, todos ellos, jóvenes simpatizantes del Partido Laborista noruego: no es, por lo tanto, en verdad, ni un "fundamentalista cristiano", ni un "antiislamista", ni un "antisistema", ni un "loco sin ideología".

Es un fanático obsesionado con amedrentar a los jóvenes de la izquierda moderada de su propio país, utilizando el asesinato como arma persuasiva.

Me temo que está creciendo el número de fanáticos dañinos, y es imprescindible que los pacíficos analicemos las razones. Habrá que apuntar, por supuesto, a un conglomerado de causas, si bien -contrariamente a lo que podría aparecer como una rápida conclusión de porqué estamos ahora viviendo más episodios de violencia protagonizados por individuos aislados o grupúsculos marginales- no me parece que la principal sea la tolerancia complaciente de nuestra sociedad, fruto del buenismo y la relativa facilidad con la que un individuo anónimo se puede convertir, de la noche a la mañana, en un terrorista cuyo nombre ocupa la primera página de nuestros diarios occidentales.

Tampoco hay que culpar a sus parientes cercanos, incluso putativos: la hipotética  dejadez, el alto grado de inopia, la anomia (2), etc. de la sociedad hacia los que se exceden, el relativo escaso castigo hacia los que matan, siempre menor que el que han inflingido a sus víctimas.

Cada día me convenzo más que la razón fundamental del fanatismo exacerbado de unos pocos, que les lleva incluso al estado de enajenación de creer que con su actuación destructora pueden dar un mensaje - tanto si están o no dispuestos a llegar a su propia inmolación-, es la intolerancia creciente que se pone en evidencia, con excesiva frecuencia, por los líderes de la sociedad, que contribuyen, en su conjunto, a colocar en un grado cada vez más alto la crispación y el desprecio al otro, cuando es diferente, y que se han instalado, como valor -asqueroso valor- entre nosotros.

Hay que decir, con un clamor, que no tiene razón nadie que vea en su diferencia el mérito principal de su existencia. No por haber nacido en una zona del mapa, ni por profesar un credo, ni por hablar una lengua, ni por pertenecer a una etnia, ni tampoco por tener más dinero o más poder, se es mejor, ni se tienen más valores, ni se ha adquirido el menor derecho a avasallar a los demás.

Deben manifestarlo, ante todo, los que manejan los mayores grados de comunicación y potestad: Los gobernantes, los políticos, los empresarios, los sindicalistas, los líderes religiosos, los responsables de cualquier institución u organismos, cuantos se erigen en cabecillas de grupos, y quienes organizan cualquier tipo de asociación, evento, exhibición, o arriesguen exponer cualquier teoría que presente, sin dar razones, lo suyo como mejor al del oponente-.

Han de saber que animar al desprecio al que opina diferente, al que no es miembro, al que no es igual, es una invitación a que, aunque no lo pretendan, algunos individuos entiendan que están autorizados para poner orden por su cuenta, aniquilando o agrediendo al que esté fuera.

Si no basta esta argumentación, si se quiere poner imágenes a una historia bien construída y no se quiere apelar a la Historia de la Humanidad, invito a ver "La ola" (Die welle, la película dirigida por Denis Gansel en 2008 con base en el experimento de "La tercera ola") y a adentrarse sin pudores en el mensaje.

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(1) Quien lanzó esta apreciación, tal vez pretendía, con esta denominación, invitar a un paralelismo con el "fundamentalismo islámico", al que se le imputan los atentados de AlQueda y otras fuentes de desequilibrio en el orden internacional. Me parece que son ganas de retorcer los análisis, agrediendo de paso a los creyentes de las dos religiones con más proyección en este instante, basadas hoy, después de un período de maduración, para la inmensa mayoría de seguidores, en la tolerancia, y el respeto. 

(2) Anomia en el sentido de "ausencia de ley".

 

Cómo afecta la Ley Omnibus a los ingenieros de Minas

La revista del Colegio de Ingenieros de Minas de Centro (COIMCE) ha publicado, hace ya unos meses, un artículo sobre la Ley Omnibus, del que soy autor. Está disponible en la web del Organismo, siguiendo este enlace (págs. 10 a 20), pero para comodidad del lector, lo incluyo más abajo.

Ilustran mis reflexiones, fotografías de algunos de mis cuadros.

La Ley Ómnibus y cómo afecta a los ingenieros de minas

Por Angel Manuel Arias, Dr. Ingeniero de Minas y Abogado

Introducción

La Directiva de Servicios del Parlamento y del Consejo de la Unión Europea 2006/123/CE había abierto la opción al  legislador español para adaptar algunas leyes propias al objetivo genérico de garantizar la mejora de la eficiencia y la calidad de los servicios en el mercado interior. El propósito de esa Directiva es favorecer la libre circulación de personas, capitales y servicios entre los países de la UE, robusteciendo así el espacio común europeo. Era obligatorio incorporar la Directiva  al derecho aplicable español antes de finales de 2009.

En consecuencia, el 23 de noviembre de 2009 fue promulgada la Ley 17/2009 (Ley sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio), que, ya en su primera redacción, fue caracterizada como "Ley Paraguas", porque se era consciente de que afectaba a otras muchas leyes que deberían adaptarse correspondientemente, a su vez. Casi inmediatamente, el 22 de diciembre de 2009, se publicó la Ley 25/2009, que suponía la  reforma simultáneamente de los contenidos de 46 leyes estatales y que, dado su carácter multifuncional, fue denominada, desde los primeros borradores, Ley Ómnibus.

En la fase de consultas y discusiones previas, quedó de manifiesto que el Gobierno español había aprovechado la obligación de incorporar al derecho propio la Directiva, como pretexto para introducir en nuestro sistema normativo diversas reformas, con diferentes alcances y significando importantes repercusiones prácticas, que conmocionaron al sector de servicios.

Las afecciones a los Colegios profesionales que se pretendían motivaron una fuerte reacción de estos colectivos, tanto a nivel individual como con la presentación de propuestas de enmienda a los borradores suscritas por agrupaciones interprofesionales. Los artículos que se modificaban suponían un cambio sustancial en los objetivos y medios de subsistencia de estas corporaciones, en especial, para los colegios que agrupaban las profesiones técnicas, cuyos ingresos principales provienen de los visados de proyectos.

Pero, además, la redacción permisiva con la que está redactada la Ley. dejando el camino abierto a profesionales de otros países miembros, con titulaciones y calificaciones para los que no se prevé control ni homologación, plantea graves interrogantes a nivel de la competitividad particular de los titulados, al debilitar a los Colegios profesionales, coincidiendo con la puesta en funcionamiento de un nuevo contexto educativo, propiciado por otra conflictiva resolución europea, conocida como acuerdo de Bolonia.

La situación previa a la Ley Omnibus

Como es bien conocido, los modos de actuación de los Colegios profesionales venían regidos por la Ley 2/1974, preconstitucional. Aunque el art. 36 de la Constitución hacía referencia explícita a la regulación por ley de “las peculiaridades propias del régimen jurídico de los colegios profesionales y el ejercicio de las profesionales tituladas”, su evidente arraigo y solvencia en la sociedad española la había mantenido vigente, con escasas modificaciones.

Esta situación venía amparada, desde luego, porque no había contenidos en ella que se opusieran a lo establecido en la Constitución, además de por la Disposición transitoria primera de la Ley 2/1974, que establecía que las disposiciones reguladoras de los Colegios profesionales, de sus Consejos superiores y sus Estatutos, continuarían vigentes, sin perjuicio de las adaptaciones estatutarias que fueran precisas.

 

En lo que respecta a nuestro colectivo, el Decreto del Ministerio de Industria de 9 de diciembre de 1955 (publicado en el B.O.E. 01-01-56) había autorizado la constitución de los Colegios Oficiales de Ingenieros de Minas y de su Consejo Superior, como Corporaciones oficiales que quedaban dotadas de plena personalidad jurídica. Apenas un año más tarde, se las reconocía como corporaciones de derecho público, Orden Ministerial de Industria de 7 de marzo de 1957 (publicada en el B.O.E. 30-03-57), por la que se aprobaban los primeros Estatutos Generales de los Colegios de Ingenieros de Minas de España y de su Consejo Superior.

Los actuales Estatutos Generales de los Colegios de Ingenieros de Minas y de su Consejo Superior fueron aprobados por Real Decreto 1278/2003, de 10 de octubre (y publicados en el B.O.E. de 24-10-2003), que adaptaban a su funcionamiento la disposición adicional única de la Ley 7/1997, de 14 de abril, de medidas liberalizadoras en materia de suelo y de colegios profesionales, por la que se modificaba el artículo 6. 1 de la Ley 2/1974.

Los cambios sustanciales que supone la Ley Ómnibus a las actuaciones de los Colegios

La Ley deroga los Estatutos y las normas colegiales en lo que se opongan a lo dispuesto en la misma, obligando, por tanto, a tener en cuenta sus disposiciones a partir del período de transición y, en otros, implica una actualización de los Estatutos vigentes, es decir, en nuestro caso, tanto los del Consejo Superior de Colegios de Minas como los de los Colegios regionales.

Hay tres aspectos que son vitales para la supervivencia de los Colegios y que quedan directa e inmediatamente afectados por la Ley Ómnibus:

a)    se elimina la obligatoriedad de colegiación

b)    los visados de  proyectos en los Colegios profesionales adquieren un carácter voluntario, por parte del cliente o del profesional, a no ser que vengan obligados por una disposición legal.

c)     se prohíben los honorarios profesionales orientativos, dejando su establecimiento al libre acuerdo entre profesional y cliente.

 Análisis de la evolución de la redacción de la Ley Ómnibus

Es cierto que, a lo largo de los años de vigencia de la Ley 2/74, había sido varias las opiniones expresadas que defendían que los Colegios profesionales estaban necesitados de una reforma integral. Aunque la Ley de 1974 había sufrido varias adaptaciones, parecía conveniente ajustarla a las nuevas necesidades de la sociedad, robusteciendo ese instrumento fundamental para el buen funcionamiento de la sociedad civil.

Lamentablemente, el legislador, constándole la oposición de los colegios profesionales, ha creído conveniente aplicar un parche en el ojo del problema antes que debatir abiertamente con estos colectivos acerca de lo que haría falta corregir o modificar, dando nacimiento a una situación que, al dificultar la viabilidad de los Colegios, y muy especialmente de los técnicos (pero no únicamente, ya que a otros, como los de Habilitados de Clases Pasivas y Procuradores, les priva de contenidos de raíz), y tergiversar o adulterar sus objetivos tradicionales, plantea fuertes incógnitas respecto al propósito real de la Ley y a las consecuencias de la situación de inseguridad jurídica, por afectar a una amplia panoplia de Leyes y Reglamentos vigentes, que origina en varios campos.

El Consejo de Estado había emitido en mayo de 2009 un Dictamen, a petición de la Vicepresidencia Primera del Gobierno, en la que se discutía la oportunidad aducida en el Borrador de la Ley de recurrir al "carácter de urgencia" para modificar Leyes, atribuyendo además a esa precipitación algunas "erratas e incongruencias", mostrándose contrario a que la transposición sea el vehículo adecuado para modificar cuestiones que "afectan al Diálogo social", y que deberían ser objeto de específicas discusiones.

Pero a los Colegios Profesionales que, directamente, o a través de sus Asociaciones  interprofesionales, habían planteado profundas modificaciones a los artículos del Borrador que incidían sobre sus competencias y funciones, el Dictamen no les ofreció mucho consuelo. No aludía el Consejo, por ejemplo, a la petición expresa de que las modificaciones a la Ley de Colegios no deberían hacerse por la vía de esta Ley-saco, sino detallarse en una Ley específica. Tampoco se acogía la argumentación de inoportunidad y exceso, pues se entendía que, en gran medida, lo que se estaba imponiendo con la Ley no era consecuencia dimanante de la Directiva, sino que ofrecía a otros propósitos que en absoluto quedaban claramente explicitados.

Esos propósitos subyacentes en el legislador, en lo que resultaban aparentes para los Colegios profesionales, suponían, ni más ni menos, la intención de eliminar o reducir significativamente el peso social de estas entidades, al privarlas de importantes medios de subsistencia, cargándolas con nuevas obligaciones sin contraprestación. Quedaba perjudicada, en suma,  su actual relevancia, no solo como órgano de control deontológico y profesional, sino como instrumento independiente políticamente, por su obligado carácter plural, de las opiniones de las élites intelectuales de la sociedad civil.

La situación es muy grave y tampoco cabe atribuir la responsabilidad de la misma al Gobierno español en exclusiva, sino que responde en parte a la adopción de un criterio de actuación específico, dentro de una corriente, errática, cuando no tendenciosa ideológicamente, del Parlamento Europeo, que viene arrastrando desde 1987 la petición de eliminar todas las corporaciones de derecho público como atentatorias contra la libertad asociativa. En contra, por cierto, del criterio del Tribunal de Justicia Europeo. que en Sentencia del 19-1-88 había validado la colegiación obligatoria.

Sucede, además, que al imponer, sin un análisis completo de sus consecuencias prácticas, diversas medidas que no venían exigidas por la Directiva, ni encuentran su paralela contraprestación en otros países miembros, faltan al principio de reciprocidad y debilitan la competitividad de los profesionales españoles.

La eliminación de la obligatoriedad de la colegiación

Estamos en un mundo convulso, de crisis ideológica –pero sin que se manifiesten simultáneamente las alternativas éticas- en la que el criterio o los intereses de la mayoría propenden a imponerse, confundiendo así el concepto genuino de democracia, dejando sin voz o sin capacidad resolutiva, los intereses minoritarios. Este aparente vicio conceptual se transparenta, por ejemplo, en la propia Exposición de motivos de la Ley, que, como uno de los puntos en torno al cual se hace girar la reforma, presenta como fin fundamental de los Colegios, la incorporación a sus fines fundamentales de "la defensa de los consumidores".

La consecución del “interés público”, con respeto al “contenido esencial de la libertad profesional”, que, hasta la aparición de esta ley problemática en el muy complejo panorama legislativo, no tenía más límites que la Constitución, -especialmente a través de los derechos fundamentales-, adquiere ahora una dimensión que se puede calificar de espuria. Los Colegios profesionales son compelidos a asumir obligaciones propias de las Asociaciones de Usuarios y Consumidores, dibujando un panorama impreciso, inseguro jurídicamente, porque no se está haciendo referencia a derechos fundamentales, sino a intereses particulares, que resultan ajenos a estas instituciones profesionales y que, así expresadas, resultan incluso extrañas a los objetivos de las Cámaras, Uniones y Colegios Profesionales de otros países de la Unión Europea.

La eliminación de la obligatoriedad de colegiación, que aparentemente tiene como objetivo facilitar el libre desempeño de las profesiones dentro del ámbito de la Unión Europea, tiene varios efectos perversos. Una cosa es, como se venía ya admitiendo, que el colegiado en cualquier colegio territorial, pudiera ejercer en otro lugar distinto a su residencia –en algunos casos, con la sencilla obligación de comunicar la actuación al Colegio-, y otra que se pierda definitivamente el control de la actuación de los profesionales, que se venía ejerciendo desde los Colegios, precisamente por la preocupación deontológica, consustancial con su funcionamiento, de velar por el prestigio del colectivo.

Incluso aunque se mantuviera la obligatoriedad de colegiación, si no existe fórmula alguna para detectar dónde se están llevando a cabo las concretas actuaciones profesionales –ahora, además, abarcando todo el ámbito de la Unión Europea-, no será posible realizar con eficacia la pretendida defensa de los consumidores, ni sería factible, por ejemplo, dilucidar de manera inequívoca qué Colegio sería competente para actuar en los casos en los que el visado sea obligatorio, o si se presentaran litigios o controversias de intereses, bien entre los mismos profesionales o entre éstos y sus clientes o usuarios de los servicios.

Parecen propiciarse también, junto a la aparición de paraísos de descontrol, ventajas nada deseables nacidas eventualmente de la colegiación en aquellos Colegios que, por las razones que fueran, dispusieran de menores cuotas o estuvieran actuando con mayor tolerancia en el control de los visados y las actuaciones profesionales.

La obligatoriedad de la colegiación para los ingenieros de minas españoles

Ante la petición del Ministerio de adelantar las propuestas de modificación de los Estatutos colegiales, para ajustarse a la nueva disposición legal, la Comisión de Estatutos, creada ad hoc por el Consejo Superior de Ingenieros de Minas, ha presentado la siguiente redacción, en lo relativo al ejercicio profesional:

“Para ejercer  la profesión de Ingeniero de Minas, ya sea por cuenta propia en el ejercicio libre o por cuenta ajena al servicio de cualquier empresa, será requisito indispensable, además de poseer el correspondiente título académico, con todas las circunstancias que las leyes y disposiciones vigentes prescriben, pertenecer al Colegio de Ingenieros de Minas en cuyo territorio esté comprendido su domicilio profesional único o principal, lo que le permitirá ejercer en todo el territorio del Estado. Los distintos colegios territoriales de Ingenieros de Minas no podrán exigir a los profesionales que ejerzan en un territorio diferente al de su adscripción, comunicación ni habilitación alguna, ni el pago de contraprestación económica distinta de aquellas que exijan habitualmente a sus colegiados por la prestación de servicios de los que sean beneficiarios y no se encuentren cubiertos por la cuota colegial.”

Esta redacción, como se hizo notar por la Comisión específica del Colegio de Ingenieros de Minas de Centro, debería complementarse con la inclusión, en el capítulo relativo a la Obligatoriedad de la colegiación que prevén los Estatutos propios, de un párrafo de reciprocidad, en relación con las titulaciones otorgadas en otros países miembros de la Unión del tenor siguiente: “Para ejercer todas las facultades de la profesión de ingeniero de minas en España, es necesario disponer de un título oficial emitido por autoridad  académica competente y estar comprendido en la situación de equivalencia que, en su caso, pueda afectar a los profesionales que hayan obtenido su titulación en otro país miembro de la Unión Europea.” Asimismo, en el borrador de los nuevos Estatutos, se ha propuesto también incluir el párrafo siguiente:

“La colegiación permite al colegiado disponer de todas las ventajas y protección que las leyes hayan canalizado a través de los Colegios profesionales y, como profesión regulada, para el ejercicio concreto de la profesión de ingeniero de minas, facultándole para ejercer en todo el territorio del Estado Español y, en virtud de las Directivas y acuerdos de equivalencia que resulten de aplicación, en el territorio de toda la Unión Europea.”

Para el caso de los ingenieros de minas que tengan la categoría de funcionarios la colegiación seguirá siendo opcional, en la actual propuesta, aunque se debe hacer notar que el mantenimiento de esta situación ha dado tradicionalmente lugar a fundamentadas reservas, tanto en el seno de nuestro colectivo como en los demás colegios profesionales.

 Disposiciones respecto al visado

El punto de mayor discrepancia con la Ley de los Colegios Profesionales afecta a la eliminación de la obligación y al nuevo carácter del visado de los proyectos. Los Colegios técnicos, sin excepción, venían incluyendo en sus Estatutos, la obligatoriedad del visado, que constituye su fuente fundamental de ingresos, muy superior a las cuotas colegiales.

La Ley indica expresamente que las normas colegiales no pueden establecer la obligatoriedad del visado, y que los Colegios de las profesiones técnicas visarán los trabajos profesionales, en su ámbito de competencia, únicamente cuando se solicite por petición expresa de los clientes, incluidas las Administraciones Públicas cuando actúen como tales, o cuando así se establezca reglamentariamente por el Gobierno mediante Real Decreto.

El objeto del visado es comprobar, al menos: a) La identidad y habilitación profesional del autor del trabajo y b) La corrección e integridad formal de la documentación del trabajo profesional de acuerdo con la normativa aplicable al trabajo del que se trate.

En cuanto a su contenido, el visado expresará claramente cuál es su objeto, detallando qué extremos son sometidos a control e informará sobre la responsabilidad que asume el Colegio. En ningún caso comprenderá los honorarios ni las demás condiciones contractuales, cuya determinación queda sujeta al libre acuerdo entre las partes, ni tampoco comprenderá el control técnico de los elementos facultativos del trabajo profesional.

El visado de proyectos y dictámenes es un sello de calidad en varios sentidos. Garantiza la personalidad del firmante, la vigencia de su colegiación y la acomodación formal del trabajo a los requisitos generales, al ser revisado obligatoriamente por un tercero facultado por el Colegio profesional. 

No puede pretenderse que los Colegios, mediante el visado, garanticen la corrección de los proyectos, pues ello exigiría que se dotaran de medios propios de una consultora –y capaz de competir con las mejores consultoras europeas- y, como cuestión aún de mayor importancia, implicaría que se verían afectados tanto el criterio profesional del que firma el proyecto (del que él es el único responsable), como la confidencialidad de los métodos, cálculos y planteamientos seguidos. Sin embargo, se era consciente de la necesidad de dotar a este sello de calidad de aún mayores características de control formal, que deberían referirse a la comprobación de que en el trabajo el profesional había aplicado la legislación vigente y cumplía con los requisitos formales que cabe esperar de un documento de ese tipo.

No se encuentra la justificación al propósito legislativo de dejar al arbitrio del consumidor, o que sea visto simplemente como capricho del profesional, la cuestión sustancial de obtención del visado del proyecto. Si el primero lo va a interpretar como un extracoste que puede  evitar y al segundo le puede suponer una pérdida de competitividad, al gravar sus honorarios, van a ser reducidas las situaciones en que se demandará el visado, salvo que venga obligado por Ley o Reglamento.

La cuestión no queda ahí. Se indica en la Ley que “En caso de daños derivados de un trabajo profesional que haya visado el Colegio, en el que resulte responsable el autor del mismo, el Colegio responderá subsidiariamente de los daños que tengan su origen en defectos que hubieran debido ser puestos de manifiesto por el Colegio al visar el trabajo profesional, y que guarden relación directa con los elementos que se han visado en ese trabajo concreto.”

Los Colegios asumen ahora, por Ley, responsabilidad por los visados, cuyo carácter y alcance están obligados a precisar, dada la formulación amplia de la Ley, y su actuación de control deberá estar cubierta por seguros que, para la fijación de las primas correspondientes, conducirá a negociaciones nada sencillas, por la falta de experiencia en relación con los riesgos que se están asumiendo.

La obligatoriedad del visado en el ámbito de competencias de los ingenieros de minas

Para evitar, en lo posible, conflictos interpretativos, la nueva redacción de los Estatutos que ha propuesto la Comisión, fija claramente cuáles son los límites de la revisión efectuada por los Servicios Técnicos del Colegio que, en ningún caso, supondrá la revisión técnica del proyecto o documento presentados, materia que corresponde al criterio y responsabilidad personal del autor o autores y que, además, en no pocos casos, puede venir amparada por las disposiciones relativas a la propiedad intelectual o patentes.

La profesión de Ingeniero de Minas, tiene la consideración de profesión regulada, siendo necesario para ejercer la misma estar en posesión de las cualificaciones legalmente establecida de acuerdo con lo previsto en artículo 4, apartado 1, del Real Decreto 1837/2008, por el que se incorporaron al ordenamiento jurídico español las Directivas 2005/36/CE (relativa al reconocimiento de cualificaciones profesionales) y 2006/100/CE (que adaptaba varias Directivas como consecuencia de la incorporación de Rumanía y Bulgaria).

Además, como profesión cuyo ejercicio afecta directamente a la seguridad de personas –tanto en su condición de trabajadores ejecutores de las directrices dimanadas por ingenieros de minas, como de usuarios de las instalaciones o productos diseñados o fabricadas de acuerdo con sus instrucciones- la profesión de ingeniero de minas en España viene amparada, y afectada, por diversas disposiciones legales, bien específicas, o comunes a otras profesiones técnicas.  

Es el caso del Reglamento General de Normas Básicas de Seguridad Minera. (R.D. 863/1985 de 2 de abril), o el R. D. 230/1998, por el que se aprueba el Reglamento de Explosivos, en la redacción dada por los Reales Decretos 277/2005 y 248/2010. Entre decenas de disposiciones que inciden sobre la misma cuestión de seguridad o salubridad, se pueden citar, como simples ejemplos de la complejidad legislativa que afecta a nuestra profesión y a otras ingenierías, el R.D. 1627/1997, por el que se establecen disposiciones mínimas de seguridad y de salud en las obras de construcción o las múltiples Leyes especiales que relacionan aspectos de los cometidos profesionales que implican responsabilidades 54/1997, del Sector Eléctrico, 10/1998, de Residuos.

No es este el lugar para presentar la variedad de cometidos que venimos desarrollando, dada la versatilidad formativa de nuestra profesión, los ingenieros de minas españoles, que abarcan desde la ingeniería civil de obras subterráneas y túneles, además de las propias de la explotación minera, hasta el diseño y ejecución de instalaciones industriales y de generación y distribución de energía, que involucran todas ellas, en muchos casos, muy altas responsabilidades frente a clientes, administraciones públicas y la ciudadanía en general, al afectar al bienestar social y al respeto ambiental.

La cuota de colegiación y su nuevo carácter

La cuota de colegiación, según la nueva Ley, no podrá superar en ningún caso los costes asociados a la tramitación de la inscripción al Colegio. Basta la incorporación al Colegio del domicilio profesional único o principal, para ejercer en todo el territorio español.

La eliminación de los honorarios profesionales orientadores deja al consumidor –y a la propia Administración-, sin ninguna referencia, bien ante la posible sobrevaloración de los servicios, bien como baremo para el posterior control fiscal de los mismos, facilitando, por otra parte, tanto la ocultación de ingresos como propiciando las actuaciones de dumping desleal.

Ha de tenerse en cuenta, sin embargo, que los acuerdos, decisiones y recomendaciones del Consejo Superior de Colegios y Colegios Oficiales de Ingenieros de Minas con trascendencia económica estaban sometidos a los límites de la Ley 15/2007, de 3 de julio, de Defensa de la Competencia.

Se ha perdido, en fin, una oportunidad para revisar y poner nuevos objetivos consensuados para mejorar el funcionamiento de unas instituciones imprescindibles para la buena marcha de la sociedad, en aspectos tan necesarios como la profesionalidad y la economía y, no en último lugar, para el control deontológico.

El Consejo de Estado, en su dictamen, había destacado el grave problema que suponía dejar al arbitrio de las autonomías el tema de la colegiación, opinando que debería ser controlado por una disposición estatal. Al ser finalmente incorporada esta medida a la Ley aprobada, ha supuesto algo de tranquilidad a los Colegios. La colegiación obligatoria únicamente podrá establecerse por ley estatal, no autonómica, cuestión que afecta especialmente a nuestro colectivo.

La transparencia colegial y la Ventanilla Única

La Ley aborda también y, en este caso, con precisiones cuya finalidad resulta más comprensibles y, por tanto, asumible sin mayores reparos, aunque con plena consciencia de las importantes dificultades de ponerla en práctica, la importante cuestión de la transparencia y difusión pública de ciertas informaciones y decisiones colegiales.

Se expresa en la Ley que los Colegios estarán sujetos al principio de transparencia en su gestión. Deberán atender las solicitudes de información sobre sus colegiados y sobre las sanciones firmes a ellos impuestas. Respecto a las sanciones impuestas por el Colegio del territorio en el que se ejerza la actividad profesional, éstas surtirán efectos en todo el territorio español.

También se obliga a que los Colegios dispongan de una página web para que a través de la llamada Ventanilla Única,  los profesionales puedan realizar todos los trámites relacionados con la colegiación y su ejercicio, sirviendo, además de registro colegial de escritos, y de las quejas y reclamaciones contra el Colegio o sus colegiados.

La Ventanilla Única no se destina únicamente a facilitar el trabajo de los colegiados, sino que su propósito ofrece ventajas e información a todos los ciudadanos que, de forma gratuita, han de poder acceder al listado de colegiados, que estará permanentemente actualizado y en el que constarán, al menos, los siguientes datos: nombre y apellidos de los profesionales colegiados, número de colegiación, títulos oficiales de los que estén en posesión, domicilio profesional y situación de habilitación profesional. También se deberá poder acceder al registro de sociedades profesionales y conocer, por intermedio de la web colegial, las vías de reclamación y los recursos que podrán interponerse en caso de conflicto entre el consumidor o usuario y un colegiado o el colegio profesional, así como los datos de las asociaciones u organizaciones de consumidores y usuarios a las que los destinatarios de los servicios profesionales pueden dirigirse para obtener asistencia.

Desde la página web del Colegio se podrán presentar quejas y reclamaciones contra los colegiados. En esa herramienta telemática ha de publicarse también la lista de colegiados y de sociedades profesionales inscritas y la Memoria Anual y el Código Deontológico de la profesión, cuyos cambios de contenido han de ser igualmente difundidos.

Los Colegios deben elaborar una Memoria Anual, que se publicará en esa web colegial dentro del primer semestre de año,  y que debe contener, al menos, el Informe anual de gestión económica, incluyendo los gastos de personal –“suficientemente desglosados”, se expresa- y especificando “las retribuciones de los miembros de la Junta de Gobierno en razón de su cargo”, así como las normas de incompatibilidades y las situaciones de conflicto de intereses en que pudieran encontrarse los miembros de las Juntas de Gobierno.

Es obligatorio también publicar las cuotas que resulten aplicables, desglosadas por concepto y por tipo de servicios prestados, así como difundir las normas que se sigan para su cálculo y aplicación.Otros datos de obligada comunicación pública resultan ser ahora las relativas a la información estadística sobre la actividad de visado.

En cuanto a los procedimientos sancionadores, la web colegial proporcionará información agregada y estadística relativa a los mismos –tanto en fase de instrucción como en cuanto se haya alcanzado firmeza-, con indicación de la infracción a la que se refieren, de la tramitación seguida y de la sanción impuesta, de acuerdo, en todo caso, con la legislación en materia de protección de datos de carácter personal.

También se ha de dar información agregada y estadística relativa a quejas y reclamaciones presentadas por los consumidores o usuarios o sus organizaciones representativas, del estado de su tramitación y, cuando procediera, de los motivos de estimación o desestimación de las quejas o reclamaciones, respetando la legislación en materia de protección de datos de carácter personal.

Una reflexión final

Estamos, en fin, ante una situación que obliga a replantearse con pragmatismo algunas de las actuaciones profesionales del colectivo de ingenieros de minas que quedan ahora sometidas a nuevas obligaciones o desprovistas de la protección o autonomía de actuación de que disfrutaban. Se hace necesario, en mi opinión, pensando en la mejor defensa de nuestros intereses, que los ingenieros de minas españoles actúen desde la unidad sin fisuras y con objetivos totalmente asumidos y compartidos, superando sesgos regionalistas, provocados, en realidad, por la esquizofrenia administrativa que implantó el desarrollo autonómico.

Parece conveniente dotar a nuestra representación de una coherencia absoluta, utilizando todo el peso específico que nos permita nuestro número, poniendo en pleno valor la competencia profesional del colectivo y su prestigio histórico, sin caer en la trampa de los localismos.

En la actualidad, los ingenieros de minas somos aproximadamente 4.000 profesionales, que estamos distribuidos en seis colegios regionales, de muy diferente entidad numérica y, por tanto, con grados de representatividad distintos.

La distribución geográfica actual de colegiaciones permite poner de manifiesto que los Colegios de Centro (que agrupan las Autonomías de Madrid, Castilla-León y Extremadura), y Noroeste (que agrupa a los colegiados de Asturias y Galicia), incorporan aproximadamente al 80% del colectivo.

Solamente ventajas podrían derivarse de la reagrupación en un Colegio único que, desde una perspectiva global, uniforme y completa de las actuaciones de todos los ingenieros de minas españoles, facilite la plena proyección de nuestra profesionalidad, y la difusión plena y coherente de nuestras competencias, actuaciones y logros, facilitando, por tanto, que la penetración más uniforme de nuestro colectivo en las diferentes regiones, de acuerdo con el desarrollo industrial y la población de las mismas.

Ello redundaría también en beneficio de la mejor comprensión por parte de las Administraciones públicas, empresas y particulares de nuestras completas –y muy amplias- capacidades técnicas, y supondría ofrecer una imagen consistente y sólida frente al creciente intrusismo profesional o los riesgos de competencia desleal, que ahora podrían provenir de todo el ámbito de la Unión Europea.

En este sentido, la Ley Ómnibus debería propiciar una reflexión de nuestro colectivo que supusiera el refuerzo del prestigio de nuestra histórica profesión, que tanto ha contribuido y contribuye a la plasmación de la España tecnológica moderna. Un objetivo que, como cabe esperar y en beneficio de toda la ciudadanía, no estará nunca completamente satisfecho, por su propia naturaleza;  y en el que nos encontraremos, en armonía y competencia leal, con otras profesiones que igualmente defiendan su capacidad y buen hacer.

 abril 2010

Qué hacer si encuentra una cartera, joya u otro objeto perdidos en el Metro de Madrid

Ayer (10 de febrero de 2011), saliendo del metro desde la Línea 4, encontré un abultado billetero con diversa documentación y tarjetas de crédito y otros efectos personales, que permitían identificar perfectamente a su dueño. Estaba abandonada sobre un banco.

Pensando que su dueño la echaría en falta de inmediato y acudiría a reclamarla a la estación de Metro donde sospecharía haberla perdido, me dirigí a la persona que estaba encargada de la venta de billetes y le expliqué que le entregaba la cartera, indicándole que contenía datos más que suficientes para llamar al propietario, pero que suponía también que vendría a buscarla sin tardanza.

Hoy me he interesado sobre la resolución del caso, en la misma ventanilla y ante otra empleada, para cerciorarme que se había entregado a su dueño. Ella se dirigió a un cajón de un armario que se encontraba en su dependencia, y me indicó, en efecto, que "la cartera estaba allí, y que le comunicarían a objetos perdidos el hallazgo".

Extrañado porque no hubieran llamado al propietario, y a  mi pregunta concreta, me respondió que "no habían llamado a nadie, porque no tenían teléfono en la cabina". Parece que el protocolo no prevé cómo actuar en un caso como éste.

Me siento estúpidamente responsable de haber provocado que un angustiado ciudadano que creerá que le han robado su cartera y lo habrá denunciado, no sepa a estas alturas que está depositada en las enmarañadas manos de la burocracia de Metro.

Si se encuentran en esta situación, por favor, llamen Vds. mismos al propietario. Y si no pueden identificar al dueño, acudan a una oficina de policía, en donde -supongo- tendrán un protocolo más eficiente, en relación con el objetivo que debería pretenderse: restituir el bien a su legítimo dueño y tranquilizarle lo antes posible por la pérdida.

Aunque, puestos a dudar de la eficacia y del sentido común de una parte de lo que nos rodean, tal vez lo mejor sería crear una oficina ciudadana de objetos perdidos que actúe con la mayor diligencia, y con interés por solucionar cada caso, no en sacudirse de encima cualquier problema.

Deprecación en la que se reza con los ojos bien abiertos

Sr./Sra.:

Donde quiera que te encuentres, si eres una persona de bien, y, sobre todo, si tienes algún poder para intervenir, te ruego que dediques un poco de atención a mi plegaria:

Creo en el riesgo de un cambio climático y, sobre todo, en la realidad del deterioro ambiental, provocado por el uso desmedido del ser humano de los recursos naturales, especialmente, por el realizado en la historia reciente de los países ahora más desarrollados.

Creo en la necesidad de no despilfarrar cuanto tenemos a nuestra disposición. No permitas que los que estén a tus órdenes o bajo tu tutela dilapiden los recursos naturales a los que tengan acceso. Que aprovechen los alimentos, que no malgasten el dinero, que no malutilicen y tiren cuando aún pueden ser usados por otros, cualesquiera bienes.

Creo en que todos podemos hacer mucho por un mundo más feliz y más consciente. Da ejemplo el primero en ahorrar al máximo la energía, el agua, los residuos. También con detalles que puedan parecer simples. Reutiliza bolsas, utiliza por las dos caras el papel, vete a trabajar en transporte público, elige en vacaciones lugares que estén cerca y respeta sus entorno. Si te apetece y puedes permirte conocer in situ algún otro país, lejano o próximo, infórmate antes sobre él, sus gentes, sus costumbres.

Creo en el poder de demostración de quienes tienen responsabilidades públicas. Si estás ocupando un puesto en una administración pública, piensa seriamente que no estás en él para enriquecerte, sino para servir a los demás. Esfuérzate en hacer la mejor gestión, no solamente por lo que tú sepas, sino por la capacidad de movilizar y atraer hacia ti como colaboradores a los que más saben.

Creo en la necesidad de hacer circular la información y no en ocultarla o reservarla para beneficios de unos pocos. La información que obtengas, utilízala en beneficio de todos o, al menos, de los que la vayan a utilizar de manera más eficiente para mejorar la posición de la mayoría. Y una vez que te retires o te retiren de ese cargo, no confíes la información sobre las cosas públicas a quienes te paguen por ellas, pues sigue siendo patrimonio de todos.

Creo en el trabajo bien hecho del buen funcionario. Si eres funcionario, no malgastes el tiempo que te abonamos en mejorar tus cuestiones personales, mira a cada persona que solicite información o necesite resultados de tu trabajo, como si fuera, no un cliente, sino tu empleador. Medita seriamente que no tienes derecho a sentirse explotado por el sistema, pues has elegido este trabajo como forma de vida, porque te gustaba servir a los demás desde el Estado, no para servirte de él. Y, por favor, no solamente no caigas en los señuelos de quienes desean corromper tu voluntad, sino estáte atento para prevenir, e incluso denunciar, los que observes en tus compañeros. Nadie quiere que te conviertas en un chivato, pero necesitamos conseguir que todos los funcionarios sean ejemplares y tengan buen ánimo.

Creo en la capacitación personal. Si tienes una formación universitaria, demuestra a la sociedad que conoces mejor que otros lo que hay que hacer para mejorarla, y se tu mismo un modelo para los demás. No te contentes con dar poco, en entregar lo mínimo, porque tienes que dar más que otros y, si quieres estar realmente entre los mejores, y que te recuerden otras generaciones, da el máximo, devuelve el ciento por uno.

(sigue)

Nota: Deprecación es, como seguro sabe el lector (pero, por si acaso), un "ruego, súplica o petición" y rezar, también significa (acepción 4 del diccionario de la RAE, 22 edición), de forma coloquial, "decir algo". Solo restaría explicar que "plegaria" se utiliza en el sentido de "Deprecación o súplica humilde y ferviente para pedir algo", con lo que vuelvo al sentido original que pretendo dar a este credo.

En fin, soy consciente de que no se debe utilizar la expresión "bien abiertos", sino "muy abiertos", pero es mi homenaje subliminal a la traducción más usada para el título de la buena película: "Eyes wide open".

¿A qué nación se atribuye la Fiesta Nacional de los toros?

Una corrida de toros posee una estética indudable.

La plaza, entre luces y sombras, con los tendidos abarrotados de tensión y sensualidad. El acto en sí, aunque provisto de un ritual rígido, goza de la emoción de lo imprevisto. Para unos pocos, una faena memorable; para muchos, qué se se yo, que puedan decir que estuvieron allí, que el torero resulte empitonado, que la faena haya sido memorable, que tenían que acompañar a unos extranjeros para que viesen en vivo y en directo una corrida de toros, la fiesta nacional por excelencia.

Se puede disfrutar ya desde toriles, analizando los colores, testuces, cornamentas, portes y caracteres de los bichos. Cuando suena el clarín, anunciando la apertura oficial del festejo, es un deleite visual contemplar el vistoso paseíllo de los figurantes que, salvo los destinados al sacrificio, -que permanecerán enclaustrados-, desfilan con un aire inequívoco de los gladiadores romanos en los circos, que tanto hemos visto en las películas.

Allá van, entes propicios a ser descritos en su cabalgata heroica por el magistral Rubén Darío, el de ya se oyen los claros clarines, la espada se anuncia con vivo reflejo. Precedidos por el alguacilillo con las llaves de los toriles, se alinean los toreros, ataviados con trajes de colorines, monteras y capotes, ordenados por cuadrillas y antigúedades, y están luego los rorondos picadores aupados en sus bien empetados caballos cuarterones, tal vez disfrazados aquellos de sanchopanzas rutilantes.

Luego vienen, igualmente altivos a pesar de lo humilde de su condición en esta fiesta, los subalternos y monosabios, tal vez con sus escobillas de barrer y sus recogedores de boñiga, con las boinas airosamente caladas y sus fajas bien apretadas, portando de los ronzales las mulillas enjaezadas con penachos, cintas y campanilas.

Terminado el desfile preliminar, las expresiones de belleza plástica alcanzan puntos álgidos con las salidas de los animales de toriles, saliendo enfervecidos porque están recién marcados en sus crestas con la divisa de esa ganadería que tanto los mimó en el campo y ahora los entrega al espectáculo El silencio se hace espeso de admiración al primer parón  de la descompuesta embestida, quizá a puerta gayola, que realiza el torero-matador, conteniendo con un ademán de poderío y valentía, la furia ciega del berraco.

Siguen luego, en ordenada cadencia, más pases con la intención de templar, con el capote desplegado como una bandera, y no faltarán los volapiés y adornos que ceñirán el trapo sobre el bravo torero hecho mástil, vestido el postulante a la heroicidad inenarrable como si fuera un figurín homosexual, mientras el toro-macho, aún masticando su perplejidad de semental hecho de furias, vuelve el testuz al pasar, bufando sorprendido.

¿Se queda aquí el placer estético?. En realidad, ni mucho menos. Hasta los más defensores de la improcedencia del maltrato, han de reconocer belleza plástica que se compone en las sucesivas suertes. Está primero el profesional agujereado del toro, realizado con maestría y cánones, pues no se debe escarbar en las carnes abiertas,  ni hay que encelarse en el castigo.

Por ello, se puede incluso gozar de la pureza de los chorreones rojizos de la sangre del astado deslizándose camino abajo por los costillares potentes, goteando acaso la arena antes impoluta. Es bello, firme, el sentimiento de saber que el animal ha sido herido en lo alto del solomillo por la acerada pica, pero es preciso notar la bravura con la que el irracional se defiende, apelando a su inconsciencia, de quien cree ser su enemigo, una especie de centauro de naturaleza imprecisa, y cómo puja para quitárselo de encima, batiendo con las astas los cencerros, para contento de entendidos.

Viene luego la suerte de las banderillas (mala suerte en todo caso para el toro), bellísima en la carrera del encuentro entre el hombre y el toro, citándolo aquel a éste de lejos, como debe ser, a pecho descubierto, entrando en concordancia disímil contra las querencias del bicho, y apreciar, con juicio que ha de atender a la posición en que quedan, tras el alzar de los brazos, la juntura de los pies, el salto estético, sitas en el lomo, en todo lo alto y juntos si es posible, uno tras otro, hasta tres pares de banderillas, que serán incluso de más castigo si en el animal no se ha apreciado la bravura hasta ese momento en que todo iba de tiento, es decir, de prueba y mentirijillas.

Qué decir del paroxismo que ha de llegar presto. Las variadas opciones de pasar por alto, de pecho, al natural, de espaldas o rodillas, a una mole de más de quinientos kilos, arrimándose y embadurándose ambos -torero y toro- de sus recíprocas sangres, en una comunión llena de advocaciones a lo sublime. Venga Velázquez y lo vea. Tantos artistas han plasmado con grafismos este evento, que huelga profundizar en el arte que toda esta parafernalia encierra.

Qué bello, en fin, es ver morir al toro, después de una estocada certera, hasta la bola, en manos del que lo cuadró para entrar a matar, sustituyendo el engaño de madera por una verdad acerada, resuelto a la postre para terminar de redondear una faena cuando le notó al bicho sin capacidad para dar más juego de vueltas o revueltas, o convencido de que la faena está cumplida y le espera al héroe la recompensa del aplauso y más dinero en la próxima corrida.

Ver al vacuno cayendo, destrozado de ser factible su corazón, tambaleándose hasta arrimarse a las tablas, es una emoción que, aunque solo puedan entender en su plena salsa los verdaderos taurinos, presenta igualmente para el profano color, emoción, y fuerza sin parejos. Y, desde luego, será culminación de placeres ver al héroe alzarse con el trofeo de una o las dos orejas cortadas, calientes los apéndices todavía, del que apenas hace un par de minutos era un prodigio de músculos y fuerza.

No hay que regalarlas, no; hay que merecerlas, reclamarán los entendidos, que desprecian la facilidad con la que el vulgo concede trofeos a los matadores, caído en las trampas de lo que no vale tanto, porque no es arte, sino engañifla, debido a las argucias que tienden a los tendidos los que quieren pasar por la plaza, sin arriesgar, ganar su pan sin poner las gónadas al aire. 

El día 10 de julio de 2009, en el encierro del día, dentro de las Fiestas de San Fermín, que atraen a cientos de miles de personas a Pamplona, murió, corneado por un toro de los que se lidiarían por la tarde, un joven de 27 años que hasta entonces venía corriendo, año tras año, en esta y otras ferias, delante y detrás de muchos animales. Unos con cuernos, la mayoría sin ellos; unos, cuerdos y descansados; la mayoría, insomnes y borrachos; unos, sabiendo lo que hacían, preparados para correr rizando el rizo de ver la muerte de cerca pero creyendo que no les iba a tocar la mala suerte; la mayoría, arriesgando la vida propia, pero poniendo en peligro la de los demás con su ignorancia, en tropel insensato.

Hacía 14 años, o tres, o cuatro días, dicen las crónicas, que no había muertes por razón directa de los encierros. Magulladuras, sí, muchas; heridas graves y leves por asta de toro, puede. Escoceduras, roturas, lesiones por pisotones y tropiezos, desde luego.

Tampoco ha habido muchas muertes de toreros, si se relativiza respecto al número de corridas y practicantes del oficio. Ha habido, algunas cornadas graves, de esas que levantan la emoción del espectáculo y confirman que frente a un irracional la partitura tiene que ser tocada en fino y conlleva su peligro. Una buena parte de los matadores llevan en sus cuerpos las señales de las astas, costurones que son el trofeo no deseado que imprime casta al oficio.

En todas las plazas es, desde hace tiempo, obligatorio un servicio médico de urgencias para atender a los percances de la lidia que afecten a las personas. Los partes de los galenos son profesionales y, por repetidos, predecibles: Herida por asta de toro con doble trayectoria, de 20 centímetros, muy grave, pero no mortal, salvo complicaciones posteriores.

Los que se mueren, prácticamente siempre, -escasísimos han sido los indultados- son los toros.

El mantenimiento de este espectáculo cruento basado en la confrontación de dos naturalezas, la de un animal irracional (el toro), que tiende a embestir lo que le irrita, con la cara por delante (pues ve mal por los lados) y la de un animal racional (el torero, vestido de lentejuelas, aunque en otra época las cretenses parece ser iban desnudas), se defiende en que es una fiesta nacional, una tradición secular, incrustada en nuestra idiosincrasia.

Además, se argumenta en que sostiene muchos puestos de trabajo y que, además, los toros están bien cuidados en la dehesa y que es preferible para ellos pasar veinte minutos malos que vivir estabulados toda la vida, cuyo fin será siempre el matadero y venir al plato convertidos en filetes.

No basta con justificar la fiesta de los toros por su belleza plástica. Es también bello, y para muchos, más ver los animales en el campo, sentir la naturaleza libre y a su antojo. Son bellos los crucificados de Dalí o Velázquez, los hermosos cuerpos asaeteados de los San Esteban, los empalados de los Via Crucis. Son, para según que gentes, hermosas las monterías y cacerías de animales salvajes, atraen los accidentes aparatosos, las lapidaciones de adúlteros, las caídas por la escalera de los ancianos, sentimos curiosidad por las desgracias ajenas, organizamos sepelios con multitudes en honor de los vivos.

Y no por ello estamos a favor de repetirlos por el gusto que dan a los mirones. 

¿A qué nación se atribuye la Fiesta Nacional de los toros? ¿A España? ¿A Castilla? ¿A Navarra?. Seguro que podemos vivir sin ella.

Aunque desaparezca la improbable "raza de toro de lidia", aunque los toreros y sus apoderados y demás figurantes de la Fiesta, tengan que ser subvencionados (también) en otros oficios menos aparentes, y aunque esos cientos de miles de enfervecidos sanfermineros tengan que ir a emborracharse a otra parte o, siendo más sensatos, dedican su tiempo de diversión a recuperar algo el paisaje degradado (por ejemplo), leer un libro o parlotear sobre la estética.

Por supuesto, tampoco se perdería nada si los genuinos aficionados taurinos, esos que conocen los detalles de cada movimiento de toreros y toreros a la perfección y hasta les han puesto nombres, y juzgan pases y distancias como si les fuesen en ello las lentejas, tuvieran que desalojar las plazas taurinas y fueran compelidos a gastarse los mismos euros de las entradas en visitar algún museo, aprendiendo así algo más sobre las formas de juzgar otras bellezas y apreciar mejor, con menos saña, los encantos del arte y la naturaleza.

(El toro que corneó a la muerte al joven Daniel Jimeno Romero, Capuchino, de la muy noble y acreditada ganadería de Jandillo, fue lidiado esa misma tarde, y en una memorable faena, el Fandi le cortó una oreja)

A sotavento: ¿Quién es ETA?

ETA ha vuelto a matar, que es lo que sabe hacer; para lo que existe. Para la extorsión y el asesinato.

Por la espalda, a un policía anónimo, a un tipo que tendría amigos, que sería campechano y jovial, que dejará mujer, tal vez hijos. O una novia. O un esposo, unos padres. Amigos, vecinos.

Qué mas les da. Cuando el ser humano se convierte en pretexto para llamar la atención de otros -atención, pagad lo que os he pedido, porque sé como matar-, el futuro asesinado no tiene nombre.

Aunque lo hayan estado siguiendo durante días, anotado sus costumbres. Aunque supieran el coche qué usa. Aunque la noche antes, amparándose en que la gente no suele fijarse en lo que hacen los demás, uno, dos o tres etarras, es decir, individuos sin escrúpulos y sin ideología, le hayan puesto una bomba lapa bajo el coche.

Ahora sí sabemos el nombre del símbolo que hoy eligió ETA para que nosotros, todas las gentes de buena fe, nos viéramos representados en él. Se llamaba Eduardo Antonio Puelles, y era inspector del Cuerpo Nacional de Policía.

Fue en Arrigorriaga, al lado de Bilbao.

Puelles, al parecer, era especialista en temas de ETA. Debía de conocer bastante bien las técnicas de reproducción y apoyo logístico de esos criminales, las preferencias para encubrirse; habría vigilado y ordenado vigilar sus guaridas, seguido a sus secuaces y cómplices. Sabría que estaba amenazado. Hoy habría mirado los bajos de su coche por si había una bomba lapa, algo sospechoso.

No la vió. Tenía prisa por empezar su día de trabajo, para seguir poniendo cerco a los criminales de la banda.

Ayer fueron otros: Isaías Carrasco, Ignacio Uría, Diego y Armando. Muchos. Desde el principio, desde la primera víctima, muchos. Demasiados.

Porque cada asesinado, cada herido, cae en nuestras casas. Nos duele en el alma, porque es increíble que una banda de distorsionadores, asesinos, sin ideología, sin causa, ande suelta por ahí. Es inexplicable que cuente con el mínimo apoyo de cualquiera que ame la vida, la razón, la cualidad de ser humano.

Todos estamos contra ETA.

Por eso, le preguntamos a los jefes de Puelles, a la Policía, a la Erzainza, a la Guardia Civil, al Gobierno a todos los representantes de cualquier institución, de cualquier empresa, sindicato, partido, ayuntamiento, agrupación:

¿Quién es ETA?

¿Cuánto falta para que todos los que asesinan y sus cómplices acaben en la cárcel? ¿Se necesitan más medios para acabar con ETA?

(PS. Del día 19 de junio. He visto y oído a la familia de Puelles en su funeral. Impresionantes las palabras de su viuda y de su hermano. Tienen razón. No es una víctima, es un héroe, un nugari nadusia, un gran soldado. Ha muerto por liberar a los vascos, por nuestra culpa, por nuestra ineficacia, por razón de la falta de valor colectivo para denunciar la barbarie, perseguir a los asesinos, aislar y encarcelar a los delincuentes que han hecho de la extorsión un negocio.

Por la libertad de Euzkadi, desde la convicción de que "Eta es un negocio". Lo dijo, esta vez sin ambajes, sin llorar, con orgullo de lo que representaba, Paqui Hernández, la viuda del héroe. La heroína. Te quiero, Paqui, te queremos. Hay que liberar al pueblo vasco, ya.)