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El blog de Angel Arias

Personas y personajes de Asturias

Jugando en corto: Varios perfiles del paisanaje de Asturias (I): Rodrigo Uría

El repentino fallecimiento de Rodrigo Uría, con el que coincidí físicamente apenas, me ha hecho reflexionar sobre lo poco que sabemos de las personas, incluso de aquellos de quienes pretendemos conocerlo casi todo. Rodrigo Uría, que me llevaba algunos años de ventaja, me pareció siempre uno de esos personajes que ya nacieron con autoridad, conocimientos y carisma.  Sé mucho de él, aprendí con él. lo admiré como a pocos. Mi sentido de la oportunidad queda explicado si escribo de inmediato que apenas si crucé con Uría unas pocas palabras, y las más por cortesìa.

El punto de relación presencial más intenso lo formó un proyecto del polifacético e hiperactivo, entonces presidente del Principado de Asturias, que tenía por apodo el "asomau" ya que usaba una barba casi simiesca, Pedro de Silva. Pedro, que tenía amigos bastante peligrosos en el terreno de las ideas, que entonces no faltaban en la región, acogió con ilusión especial la propuesta de un grupo integrado por Chus Quirós (q.e.p.d), Juan Cueto, Ana Belén y Victor Manuel (la pareja ideal en la época), nombres principales de una estrella fugaz que se llamó Factoría Cultural Multimedia.

Nunca supe bien el papel que jugaba en aquel invento cultural impreciso el jurista Rodrigo Uría, aunque supongo que estaba por allí en razón de su prestigio como mercantilista, unido a no saber decir que no a los amigos, invitado por si era el caso de poner Estatutos y cláusulas a aquella intención costosísima de recuperar la vieja cerámica de Guisasola, que estaba más destinada a ser Polígono industrial que a cobijo de Atenea.

Asistí a alguna reunión con los ideólogos, a los que se añadieron por razón de sus cargos,  Julio Gavito -el más exótico e imaginativo Consejero de Industria que pudo soñar la deprimida región- y Leonardo Alvarez de Diego, (q.e.p.d.) un "solanita" que había convencido (decían) a Eduardo Arrojo, Consejero también del Principado, de que era el adecuado para relanzar la región desde el I.F.R., con un currículum en inglés en el que figuraba una foto suya a todo color en un despacho de los de quitar el hipo.

Al grano, pues. En las reuniones a las que asistí, Rodrigo Uría y yo estuvimos prácticamente callados, y sentí una simpatía especial por aquel hombre que tenía un comportamiento tan sensato. Después, él, evidenciando que era mucho más listo, desapareció del proyecto, y a mí me enviaron a capitanear el primer núcleo de la Factoría Cultural, haciéndome Presidente del Centro de CAD-CAM de Asturias (no confundir con el CAN-CAN).

Para ponerme las cosas fáciles, se hizo la inauguración a bombo y platillo con algunos equipos prestados mientras llegaban todos los definitivos, que habìan sido importados de Norteamérica del Norte y contaban con una subvención de alta tecnología. La prensa local, que jugaba a la contra, escribió, basándose en el chivatazo de algún vicioso, que el centro era un puro espejismo, y todo el mundo me dejó solo con la gracia, salvo Emilio Murcia (que, lo que son las cosas, se murió sin poder ayudarme en la edad más fértil) y Paz Felgueroso, que me sacó algunas castañas del fuego con las que me estuve quemando los dedos por la patria chica, hasta que me mandaron a freir espárragos por un asunto de novela.

Rodrigo Uría recibe hoy el homenaje de varias necrológicas muy bien escritas. Me gustó especialmente la de su socio Aurelio Menéndez. Desde ella pude enterarme que este hombre bastante callado y socarrón, que dejó mucho y bien escrito y muchas realidades en los campos de la cultura, decía que llevaba a Asturias como un envoltorio, aunque no había nacido en ella. Es una imagen muy sugerente. Yo, que nací en ella, tengo la misma sensación, a veces dulce, honorífica, exultante, y otras, un poco pegajosa.

Jugando en corto: Paisajes de Lelé Hidalgo entre Angel Arias

Jugando en corto: Paisajes de Lelé Hidalgo entre  Angel Arias

Lelé Hidalgo era amiga de mi padre, Angel Arias, que, por ejemplo, se murió de repente. Así que hablamos de él, mientras yo hacía un recorrido por la exposición de esta maestra de pintores, que se ha concentrado en pintar paisajes imaginarios.

Llegué a su exposición (Larra, 10, Madrid; otra galería que se cierra), avisado de urgencia por su sobrina, Carmen Masip, con la que me unen muchas cosas, y siempre con el permiso de Santiago, su esposo.

Allí me encontré con otro Angel Arias (yo para esa familia soy, por supuesto, el otro; no hay problema; también estoy acostumbrado a ser el otro para mi propia familia). "Recuerdo que una vez preguntaron por mí en el Astoria y se levantaron cuatro Angel Arias, y ninguno era yo", contaba mi alter homónimo, luciendo sus dotes para el surrealismo narrativo.

En la fotografía, Lelé y Carmen Hidalgo posan ante una de las últimas marinas imaginadas. "Seguro que no te gusta lo que pinto", aventuró Lelé. ¿Quién dijo eso?. ¿Cómo puede no gustar lo que hace alguien a quien se le quiere?.

A barlovento: Luis Fega, razones poéticas de un pintor

Luis Fega es un coetáneo y compatriota asturiano, con el que seguro que me crucé varias veces en la vida, porque estudió Filosofía y Letras cuando yo andaba por esa Facultad. Expone en la Galería de May Moré, en Madrid, y se ha rodeado, en olor de santidad, de varios de sus amigos, en el Salón de Actos de la Delegación del Principado de Asturias.

Al traer su nombre y este detalle de su biografía a mi Cuaderno, debería seguramente decir algo de su pintura, para quienes no lo conozcan aún. Le han publicado un libro con el subtítulo "Grafías del Olvido" (mucho y elogioso se ha escrito sobre su arte) y ayer tuve ocasión de escucharle decir porqué crea, y cuál es el proceso mental que le impele a seguir perfeccionando la plasmación de lo indescifrable, que, en su caso, han dado en llamarlo pintura, aunque él se resiste, entre modesto e insolente, a considerarse "pintor" ("Pintores hay 6 u 8 por país y generación; basta mirar la Historia de la Pintura").

Fega está dentro de la corriente de "pintores gestuales", expresionistas evolucionados, intuitivos forzosos, para los que la inspiración es un proceso indescriptible, en el que una mano misteriosa les guía en la aventura de atrapar lo desconocido. Por eso, y más cuando se explica, es un pintor que trabaja en el mismo terreno que los poetas. Sus "garabatos" -así llama a sus grafismos-, estimulan. Animan a recrear; también, destruyen.

Su rostro afilado, escueto, con los ojos avizores teñidos en nostalgia -"me confunden con un personaje de Velázquez, una figura del Greco", dijo, dicen- subraya esa impresión de sinceridad, pose e inteligencia, bien teñida con la socarronería del que viene rodado con muchas vueltas.

Sus comentaristas, que se hicieron pasar -sin problemas, pero eran algo más- por certeros críticos de arte,  le han dedicado unas frases de buena literatura. Frases que acompañan como anillo al dedo a los cuadros y a los otros inventos de su amigo Fega. Todos se esforzaron en desentrañar, de forma tan culta como atractiva, los caminos del arte, y del arte de Luis Fega en particular (aunque no siempre se detuvieron allí). Por ello, también hicieron poesía con las bases de su pintura.

Creo que se puede decir de la pintura de Luis Fega -ahora, me pareció, evolucionando hacia una más ordenada combinación de objetos, maderas, bolsas y manchas de sus colores- que gusta, que me gusta. Adivino en sus trazos, -representados en formatos grandes, con una factura que le obliga a pintar agachado sobre los lienzos para que no se desparrame ni gotee la pintura/sangre, porque es un creador exigente, meticuloso-, restos de composiciones oníricas, contornos de figuras deformadas desde el mundo de las imágenes en donde se mueven los dioses.

Luis me regaló el libro que lleva su nombre de batalla, pero salí de aquel acto con la grata impresión del que sabe que el mejor regalo de la tarde fue haber encontrado a un antiguo compañero de parecidas aventuras.

A barlovento: Pericles es asturiano del mes (y amigo mío desde vai tiempu)

A barlovento: Pericles es asturiano del mes (y amigo mío desde vai tiempu)

Cuando estoy en Asturias, compro siempre un periódico local cualquiera, y me leo todos los otros mientras tomo el café, para ponerme al día de lo que ha pasado con los amigos, con muchos de los cuales perdí el contacto.

Alguien a quien no voy a citar ahora decía que los periódicos de provincias siguen viendo el mundo con el prisma mínimo de los localismos, y que da igual que hayan puesto una bomba en Irak o que tengan elecciones en Francia, que lo más importante es siempre el tipo de farolas que haya elegido el alcalde del pueblo de al lado. Pero a mí -y supongo que a todos los que vivimos en el exilio-, me gusta que los periódicos locales hablen de lo suyo, lo que preocupa al vecino, que para glosar las noticias de agencia y afilar las ideologías ya se bastan los media de gran tirada.

Leyendo La Nueva España, me enteré que a José Manuel Pérez, Pericles, lo han distinguido como Asturiano del mes en febrero o marzo pasados, un galardón que concede este periódico que tiene una cabecera -me refiero a su título- de persistente actualidad. A José Manuel le dieron una escultura de Jose María Legazpi, un artista local con imaginación internacional, con el que no sería raro encontrarse si hubiera tiempo y lugar para darse un paseo por Pravia, Cornellana o Muros del Nalón. 

Dice Pericles que "estamos en un cambio de era", y que por eso Asturias tiene posibilidad de recuperar el tiempo perdido, supongo yo que precisamente porque cuando en los patios del recreo de la aldea global el profe decide cambiar la dirección hacia la que hay que correr, señalando la contraria, los rezagados se encuentran en la mejor posición para empezar esa nueva carrera. 

No se muy bien dónde está Asturias y en qué carrera nos encontramos. Aunque hice una tesis sobre la Estrategia industrial para Asturias, deben ser pocos los que la leyeron, a pesar del cum laude.

Otro amigo de hace tiempo, Germán Ojeda, que se dedica a investigar los orígenes de la industrialización en Asturias, y los efectos de la vuelta a casa de los indianos, además de otras razones por las que no esta región se quedó siempre en un "veremos", dejó escrito algo así como que los dineros que trajeron las industrias del carbón y del acero y las remesas de emigrantes sirvieron al menos para reconvertir el campo y paliar la hambruna amenazante. Pero aún queda por explicar porqué una tierra que fue cuna de la Reconquista (nos dijeron) nunca fue capaz de competir de tú a tú con los mejores, y siempre dependió de lo que le traían de fuera, talentos o dineros.

Conozco a Pericles desde que teníamos el pelo sin una cana, cuando él estaba en Duro Felguera, y yo andaba por ahí. Viví después con gran interés los orígenes de Valnalón, un experimento para la reconversión industrial de las cuencas mineras al que se le concedía a priori muy escasa o nula viabilidad. Yo ya había tenido mis desencuentros con la realidad de la difusión del CAD-CAM (que algunos deben seguir creyendo era el CAN-CÁN) en Asturias, así que era un privilegiado para valorar la dificultad de lo que le ponían en las manos.

Pero cuando le encomendaron a José Manuel ese niño sietemesino de las cuencas por el que nadie daba un duro, Pericles,- José Manuel es Pericles para todo el mundo, incluso para él mismo-, dejó todo (si tú me dices ven, lo dejo todo) para concentrar su gran empeño en sacar adelante, y le impuso su impronta personal, dándole el pecho y patadas en culo si hacía falta. Contó con un equipo de colaboradores estupendo, del que hay que destacar a Marta Pérez, una mujer -por decir alguna de sus muchas virtudes- con una gran inteligencia emocional. 
 

Todos los años recibo de Valnalón una felicitación por Año Nuevo, siempre original,  con el toque personal de Marta y Pericles, que, junto con el recuerdo de esos esforzados, me trae el aroma del Caudal -mezcla de humos, hierba fresca, gentes recias y espichas juguetonas, por ejemplo-.

Cuando me afloja el afán algo de tiempo libre -ay-, y estoy por la tierrina, me gusta pasarme por Valnalón a saludar a esos amigos. Me los encuentro siempre atareados, sagaces, risueños. Igual hablamos de pesca y maravallos que de los tiempos de Mazón y Duro o, por supuesto, de Pepón Canales (la pareja de Marta), de Pachu Canga, de las cuencas, de la dinámica empresarial y de la mecánica de rocas. Porque Pericles sabe de todo y de casi todos.

No me va a leer, pero le felicito desde aquí. Pericles es un optimista posibilista, que es una combinación estupenda, porque ese tipo de esforzados sabe moverse por igual al nivel de los que consiguen cosas como al de los que las hacen posibles. Por eso Valnalón es un éxito completo. Una obra personal, con una dialéctica propia. No importa el invento si se cuenta con el talante para ponerlo en práctica. Ejecutores así son los que necesita Asturias, España, la aldea global que lucha contra la contaminación, el paro y las inercias.