La enseñanza de este grave accidente, provocado por un desastre natural, ha de servirnos para corregir algunas cosas, pero no nos debiera impedir seguir avanzando en lo que importa: dominar lo que nos rodea, conseguir que la técnica, la razón, la ciencia, nos lleven a encontrar el meollo de la naturaleza, desplegar, hasta sus últimas consecuencias, la verdad del cosmos.
¿Podremos, sabremos?. Parecemos estar aún lejos de una respuesta positiva, pero no debemos desfallecer, porque nos va en ello encontrar el camino que nos ha llevado hasta aquí y nos conducirá, como colectivo, hasta que seamos capaces de asumir los mandos -¡qué ilusión, qué rebeldía, qué osadía imaginarlo siquiera!- por caminos plagados de desastres, de trampas, de errores, de catástrofes.
Habemus Fukushima. El dragón ha lanzado, una vez más, su lengua de fuego sobre lo que hemos creado y ha intentado rompernos la torre de Babel con la que intentamos llegar lo más alto posible. Nos sobrepondremos, corregiremos errores, pero nada podrá impedirnos seguir compitiendo por alcanzar el puesto de piloto de la existencia de la Humanidad, aún corriendo el riesgo de que, tal vez, nuestra pretensión nos conduzca, de una vez por todas, hasta la Apocalipsis.
(En el día de hoy, se nos informa que los niveles de radioactividad en una zona de la planta de Fukushima Daiichi es diez veces más alta de lo normal. Las muestras del agua tomada de una de las piscinas generadas para refrigeración del reactor nº 2 revelan una radioactividad de 1.000 milisieverts (mSv) por hora, que es 4 veces superior a lo previsto como nivel asumible sin riesgo para la salud, establecido por las autoridades niponas antes del desastre (250 mSv).
Cuatro de los seis reactores aún no están completamente bajo control, aunque se indica que la temperatura y presión en todos ellos está estable en este momento. Los niveles tan altos de radioactividad expresan, con casi plena certeza, que el agua ha alcanzado el núcleo del reactor. Se ha restablecido el suministro de energía y las bombas funcionan para llevar agua limpia a las carcasas de refrigeración.
La situación sigue siendo muy compleja, y afecta a las exportaciones de productos japoneses, ya que algunos países (Estados Unidos a la cabeza) han prohibido la entrada de varios de aquellos en su territorio. Se han tomado muestras de agua de mar a unas 20 millas de la costa de Fukushima y se encontraron niveles de hasta 1.850 veces los niveles estimados normales.
TEPCO, la operadora de la Central ha informado hoy, 27 de marzo de 2011, que la mayor parte de la radioactividad medida en el reactor nº 2 proviene del iodo-134, que tiene una vida media de 53 minutos. Las últimas lecturas ofrecen niveles 10 millones de veces!! (1) superiores a la radioactividad normal del agua de circulación en un reactor en operación controlada.
Se han detectado niveles de 2,9 miles de millones de becquereles de iodo-134, 13 millones de becquereles de iodo-131 (vida media en torno a 1 día) y 2,3 millones de becquereles de cesio 134 y 137. La vida-media del Cs-134 es aproximadamente 2 años y la del Cs-137 es aproximadamente 30 años.
(Un becquerel (Bq) o bequerelio es equivalente a la cantidad de material radiactivo en la que 1 átomo se transforma cada segundo)
(1) Con posterioridad a esta divulgación, se ha notificado que la cifra corresponde a un error del operario en la interpretación de la lectura. La cifra correcta sería de 100.000 veces la radioactividad normal, que ya vale. El nerviosimo y la presión de la situación, sin duda, afectan también a los expertos involucrados en desentrañar lo que está pasando en los reactores y proporcionar información fidedigna para corregirlo y tomar las medidas adecuadas para protección de la población, sin alarmismos desorbitados ni comunicaciones infundadas.
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