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El blog de Angel Arias

Carta a los Reyes Magos de un incrédulo

Queridos Reyes Magos:

En realidad, ya habréis comprendido que esto no es una carta, sino un mensaje electrónico que, al no conocer vuestra dirección (he probado con reyesmagos@imaginacion.com y reyesmagosdeoriente@nuevotestamento.com, sin éxito), he decidido publicar en este medio.

Parto de la premisa de que vuestro poder es inmenso y de que vuestra conexión con la Tierra es real (al menos en estas fechas),  por lo que, a pesar de mi persistente agnosticismo sobre los seres inmateriales, espero que esta carta no resulte un ejercicio literario baldío, y me concedáis lo que pido, aunque solo fuera para llevarme la contraria, actitud muy común, también entre los actuales humanos, respecto a los que argumentan desde la razón.

Si en el Más Allá se sigue con algún interés el periplo de los que estamos por estos andurriales, trascendiendo de la eternidad a las preocupaciones que nos ocupan en el corto plazo, sabréis que estamos metidos en una crisis económica, que es, probablemente consecuencia, de otra de más enjundia, que es la pérdida de referencias para valorar las inquietudes.

Como las cosas son como son por acá, resulta que los que, según dicen, nos han precipitado en la crisis financiera, han sido los primeros en salir de ella. Estados Unidos, que es el país que tiene en este momento, como no ignoráis, el acceso más directo y la conexión más eficaz con la Autoridad celestial, no solamente ha superado la depresión, sino que resulta que le sobra dinero para implantar el seguro médico y preocuparse por el cambio climático.

Por el contrario, en España, donde hemos creído, desde hace ya unas tres décadas, que había que tener alguna sensibilidad con los más pobres (al menos, oficialmente) y en donde, más recientemente, hemos invertido -o despilfarrado- hasta la camisa en el apoyo a los empresarios de las energías alternativas, no solo no levantamos cabeza, sino que la tenemos cada día más hundida en el fango (esto es un eufemismo).

Nuestra guía de actuación sigue siendo una mezcla de anarquía y de utopía, y a veces tienen más crédito los que ocultan su aparente intención de hacernos volver a las cavernas, montados en potentes cuatro-por-cuatro. Y sufrimos mucho, a pesar de que no somos culpables de manera relevante (un 1%) de las emisiones de CO2 a la atmósfera, y el carbono es de importación, pues, aunque tenemos reliquias de una dificultosa minería del carbón, que sirvió para enriquecer fundamentalmente a capitales franco-ingleses, hoy solo utilizamos ese producto sin valor como alibi para subvencionar a los restos de un centenario sindicato obrero y a sus fervientes afiliados y simpatizantes-.

Os pido, por tanto, que nos otorguéis de inmediato el cambio de paradigma al que se refieren casi todos los que tienen alguna capacidad de decisión por esta piel de toro. No sé lo que significa, como ellos, pero Vosotros, con vuestro conocimiento supraterrenal, seguro que encontráis algún paradigma que os sobre, y así contentar al personal, y podeís llevaros el antiguo, si lo encontráis, guárdese donde se guarde.

La mayor preocupación seria que tenemos por acá es la del paro. Hay más de cuatro millones de desempleados. En realidad, la verdadera preocupación es que se acaben los ahorros que se guardaban en los calcetines y se agoten los flujos de economía sumergida y, sobre todo, que se dejen de pagar los subsidios, por quiebra de la llamada Seguridad Social.

Ya sé que, si Os guiárais por las noticias oficiales, aceptaríais como se nos está diciendo, que ese invento de solidaridad no parece que vaya a irse al traste jamás, pero  Vosotros, tendréis información real de por dónde van las cosas, por lo que os solicito que, en la noche de Reyes, hagáis el milagro de dotar de nuevas reservas al mecanismo, por el arte de birlibirloque que estiméis conveniente -no, por favor, alargando la edad de jubilación hasta la eternidad de los cotizantes-. Los fondos deberían durar, al menos, hasta que nos vuelvan a subvencionar con fondos europeos nuestro precario desarrollo, ya que no creemos en la investigación, ni aplicada ni desaplicada, sino solo en el copieteo y en la endogamia universitaria.

Para aliviar el paro, también podríais -es una sugerencia, cuya eficacia Os ruego que contrastéis con la Superior documentación de las Santas Hemerotecas- animar a aumentar la productividad de las gentes de mi país. No será fácil, porque la mayor parte está acostumbrada a hacer que hace las cosas, sin que, en puritita verdad, den muchos palos al agua, más bien se los dan al vecino.

Desde luego, sería muy interesante que nos insuflárais de espíritu empresarial a mansalva, para que florecieran muchos y buenos empresarios, y no solo de restauradores y aficionados a montar empresas de turismo y viajes aéreos con dumping. Os sugiero que trasladéis este ánimo de otros países, porque el espíritu empresarial del que disponemos está bastante contaminado por el dinero fácil y la teoría subyacente de que aquí el que más pone más pierde.

No quiero, en esta carta, y tratándose de Quienes Sois, apuntar la más leve crítica hacia los modelos de empresarios que tenemos más a la vista, pues parece descansar, en casos relevantes, en lugar de creer en la denostada iniciativa privada y en la imaginación, en la confianza ciega en el Papá Estado y en el trapicheo. Mucho nos tememos que ni siquiera algunos de quienes están en la cúpula de las organizaciones empresariales (y sindicales) tengan el adecuado conocimiento de lo que hay que hacer para que una empresa tenga éxito en la economía real, siendo, además, leal con sus clientes y trabajadores.

No os oculto mi preocupación por la pérdida de relevancia de vuestra Entidad, frente a otros seres imaginarios con mayor soporte publicitario, especialmente, por el espacio que os han comido Papá Noel y el Amigo Invisible. Sin embargo, el carácter materialista de estos personajes de nueva creación -comparada con la Vuestra-, está orientado hacia el comercio material, y debería servir para realzar vuestro dominio en lo inmaterial y en la atención a necesidades generales, como son los deseos que expreso en esta carta. Deberíais concentraros -es una respetuosa sugerencia- en la concesión de bienes intangibles, dejando los objetos de uso y consumo para las otras criaturas.

Entre las necesidades más inmediatas de esa esfera de lo que no se encuentra en El Corte Inglés (ni siquiera en Zara), apunto algunas otras, que sería muy interesante considerárais si podéis otorgarnos, por ejemplo, la vuelta al principio de solidaridad nacional. Ya, ya sé que es un concepto difuso, pero se me ocurre que si el Real Madrid quedara como campeón de liga, siendo subcampeones el Sporting de Gijón, el Valencia o el Atlétic de Bilbao, irían mejor las cosas que si el Barça fuera ganador de trofeos futboleros. No pido que desciendan estos chicos a Segunda (Guardiola me cae muy simpático), aunque no estaría mal que a Laporta le sacudiérais una laringitis (pasajera).

Otra necesidad imperiosa de nuestra sociedad -dentro o fuera del paradigma- es que concediérais la facultad de escuchar a los que saben de un tema a nuestros dirigentes políticos, sean del signo que sean. Esta cualidad se podría confundir con la sensatez, si bien, como lo que les guían a esas personas son las llamadas encuestas de opinión, que tienen que ver con los programas del corazón y con la sensibilidad de los autodenominados "ecologistas convencidos", "amas de casa concienciadas" y "columnistas de prestigio",  no sabría indicaron por dónde empezar a distribuir los capones.

No quiero que esta carta os resulte muy larga, pues sé bien que las personas mayores -y Vosotros, sin duda, lo sois- no estáis acostumbrados a leer en pantallas de ordenador y que, además, al ser cuidadosos con el ambiente, no vaís a imprimir este mensaje-. No os preocupéis por ello, sin embargo, pues entre nosotros tampoco los jóvenes leen nada -o apenas-, pues prefieren transmitir mensajes cortos y, aún más frecuentemente, se contentan con expresarse con sonidos guturales, y con muy pocos subfijos. (Disculpad si no habéis estudiado estructuras del lenguaje en vuestra época, y apelo a vuestro conocimiento universal para entender lo que he querido escribir con esto de los subfijos).

Con muchos otros particulares, pero sin tiempo ni ganas para ser más explícito, se despide con un cariñoso desconsuelo,

(póngase aquí el nombre propio o de un amigo, la dirección de correo electrónico, o las huellas del pulgar o del pie, según los casos)

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