Al socaire: Los efectos del riesgo de un ataque terrorista sobre las Bolsas y sobre las vacaciones
Quienes ayer iniciaban o terminaban sus vacaciones en el aeropuerto Heathrow vivieron la desagradable sorpresa de forma especialmente molesta, aunque todo el mundo sufrió una conmoción. La policía londinense, en colaboración con la paquistaní había apresado durante la noche a 24 sospechosos de terrorismo que, según parece, formaban parte de una banda criminal que pretendía causar explosiones en al menos 10 aviones que iban a partir de la ciudad. En consecuencia, se cerró el tráfico aéreo hasta que la situación de peligro se despejara.
Viajar en avión ya no es desde hace algún tiempo, ni tan rápido ni tan cómodo, aunque es cada vez más barato. Las ofertas para moverse por el aire son tan baratas que llevamos camino de que las tasas de aeropuerto sean superiores a las del precio del billete mondo y lirondo. Porque las tasas suben, y no porque las maletas lleguen más rápidamente a nuestras manos una vez que el avión ha aterrizado. Supongo que suben, sobre todo, porque los mecanismos de control y seguridad son cada vez más sofisticados.
La emoción de desplazarse en avión tiene en la actualidad una doble vertiente: el miedo a volar no está relacionado tanto con la remota posibilidad de que un fallo humano o mecánico complique la placidez del viaje, sino con la probabilidad de que un enviado de Al Qaeda o de alguna otra facción descontenta con el mundo en general seleccione nuestro medio de transporte para demostrar que Dios es justo. Puesto que el acto pretendía ser ejemplar, las líneas afectadas fueron, ayer, las United, American and Continental, que unen New York, Washington y California, en donde se concentran los más necesitados, según la teoría de esos radicales islámicos, de recibir la citada prueba irrefutable.
El perfil de los presuntos terroristas se aleja, cada vez más, del prototipo imaginario de fanático con barba y chilaba, extranjero y desarraigado. En Londres, el grupo desenmascarado comprende unos cuantos que, según la policía, son gente de clase media, nacida en Gran Bretaña y con título universitario, identificativos, según entiende cualquier lector (en especial, inglés) de la gente de bien.
Ni siquiera la religiosidad de los terroristas tiene raíces profundas. Todos son musulmanes, pero alguno se convirtió al islamismo hace muy poco. Ignoro cómo han hecho la constatación, pero no dudo de la seriedad de la investigación. No nos encontramos ante desarraigados, iluminados ni desesperados de la vida. Porque la pintura se completa indicando que los que no tienen carrera univesitaria, disfrutan de posesiones importantes, y hasta hay en el grupo una mujer embarazada de varios meses.
Más información: El grupo no ha sido desmantelado por completo. Aunque Scotland Yard ha detenido a las principales cabezas de la conspiración, otros miembros, aún no detectados, están ocultos en Pakistán o en la propia Gran Bretaña. Lo que están haciendo o preparando, puede imaginárselo cualquiera.
Contribuye de manera muy eficiente a aumentar la inquietud que provoca la noticia, el saber que el procedimiento elegido esta vez para hacer estallar los aviones, era muy simple, e imposible de detectar con los más sofisticados detectores de metales, porque no se trataba ni de armas, objetos punzantes ni de los explosivos habituales. Los presuntos asesinos pretendían hacer explotar bombas líquidas, confeccionadas en pleno vuelo, basadas en peróxido de no se qué y camufladas en botellas de bebida refrescante.
Las personas normales podemos concluir sin problemas que el mundo se ha vuelto loco, fanático, intolerante, y que lo que se busca es generar miedo incontrolable. No solamente lo buscan los terroristas, también los gobiernos; no únicamente los delincuentes, también los perseguidores del crimen. Se persigue el caos desde muchos ángulos, se actúa sin meditar plenamente las consecuencias. Las variaciones que toma el despropósito son de amplio espectro.
En el terreno de la tensión internacional, bastaría lanzar los nombres de Irak, Israel, Irán, Balkanes, Afganistán, Guantánamo...: la supuesta prevención de un mal mayor ha generado situaciones de gravísima inestabilidad. Estamos ante el fracaso permanente de la diplomacia internacional, de la cooperación entre los pueblos. Tiene más credibilidad el aumento del odio y el apoyo a la destrucción que la defensa de la calma, del entendimiento, de la razón.
Si los terroristas de Londres buscaban crear el caos, en gran medida este efecto se consiguió sin que nada explotase, pues las obvias decisiones preventivas en relación con la seguridad de los viajeros, provocaron numerosas anulaciones y retrasos en los vuelos que conectaban con los destinos afectandos, cancelándose muchos, y afectando a miles de otros vuelos y aeropuertos. Hasta el Sr. Blair, contribuyó, creo, a la incertidumbre y a la intranquilidad, afirmando que el asunto era "el recordatorio que de que la nación británica está en guerra contra los fascistas islamicos, que pretenden por todos medios destruir a quienes amamos la libertad."
Los efectos económicos de estas crisis merecen un análisis aparte. Por el momento, resulta muy tranquilizador la respuesta disciplinada que los mercados bursátiles vienen dando a los atentados terroristas, demostrando que los inversionistas han asimilado el factor riesgo, incorporándolo a sus cálculos de rentabilidad. En el ataque a las Torres Gemerales, el Dow Jones necesitó tres meses en recuperarse, a pesar de la inyección de casi 100.000 millones de dólares de la Reserva Federal. El Ibex 34 tardó solo 4 días en recuperarse de la caída de slo un 7,2%, y el atentado de Londres ni siquiera afectó al FTSE 100. Es cierto que con la última amenaza las compañías directamente amenazadas han sufrido fuertes pérdidas en sus cotizaciones, pero vaticino que muy rápidamente se recuperarán, si no se produce ningún incidente en los próximos días.
A las raíces de nuestra economía no parece afectarles demasiado, el terrorismo físico. Al menos, mientras no quede afectado el mercado de derivados, un sector de desproporcionado crecimiento en el que se han aposentado con avidez todos los grandes Bancos. Las ofertas para tomar dinero prestado del sistema han significado cambios profundos en el sistema financiero, poco analizados. Esa concentración de riesgos hace fácil la desestabilización, que aparece vulnerable a pequeñas variaciones en los tipos de interés y que afecta a prácticamente todas las familias.
Una intuición me ha llevado a sospechar que estas actuaciones de terrorismo físico, estas amenazas de destrucción indiscriminada contra las que jamás cabrá una defensa completa (ni por el número de potenciales autores, ni por sus medios, ni por su fanatismo que les hace proclives a la autoinmolación en muchos casos), ayudadas inocentemente en la difusión del miedo por parte de quienes quieren protegernos, están tanteando el perfeccionamiento de un terrorismo económico que no persigue explotar aviones en pleno vuelo, sino hacer estallar nuestra economía de bienestar.
4 comentarios
Administrador del blog -
Liquid Explosives -
Nitro Glycerine is another possible "liquid Explosive" but that's far more likely to blow up when your bag slides down the conveyor belt after the x-ray rather than during flight. Or if you sneeze while queueing up for the flight.
There are few others, but all of them require complex processing that can't be done in the seat of an airplane or in the lavatory, "Please stop knocking on the door! I'm pouring nitric acid into glycerin in here! And I'm about to pass out from the fumes!"
Now it seems to me that the whole story here is that either A: there really are powerful liquid explosives that can easily be disguised as common potables or foodstuffs and the terrorists have sophisticated bottling and canning facilities capable of manufacturing fake bottles of Coke and Gerber's baby food that can safely contain highly volatile and dangerous "Liquid Explosives" in disguise that can be quickly and easily mixed in flight with no tell-tale odors or activities, or, B: This is a lot of hooey designed for political theater to keep us all scared and voting republican.
It also seems to me that a responsible government would have reputable chemists on the air explaining why the hype is nothing to worry about and a sealed bottle of Poland Springs water is perfectly safe to carry on to a flight.
But I'm not a chemist. Am I missing something?
Administrador del blog -
Sin embargo, el futuro no se deja dominar, no nos pertenece todavía. Me gustaría poder aconsejarte de cómo aprovechar plenamente la vida, hacerte el regalo de un carpe diem lleno de mensajes útiles. Me acuerdo ahora de Francisco Ayala, un compañero de viaje, que, enfermo de muerte, me escribió -entre otras cosas de las que hacen pensar, especialmente por el momento en que son manifestadas-: "carpe diem, que al final eso es solo lo que nos queda".
Le doy vueltas al mensaje de Paco, y se me escapa a veces como una anguila. Pero hay momentos en que creo tenerlo apresado: ¿Beber con intensidad del presente para que la señal de lo que hemos vivido sea tan clara que podamos identificar ese momento en el futuro?.
Carpe diem, Miguel. Deja tu huella en los futuros recuerdos de los que te conocen ahora.
Miguel -