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El blog de Angel Arias

Carta desde Europa. Demonios, adivinos y divorciados

El 18 de septiembre de 2004, envié al periódico El Imparcial, de Oaxaca, para su publicación inmediata, la tercera carta de un imaginario profesor universitario español a una mexicana a la que había conocido en la última fiesta de la Guelaguetxa. Solo que, por haber bebido tanto, no era capaz de recordar si la historia había sido real, o un simple juego de la imaginación.

Mi querida amiga, debo empezar aclarándole que hoy no le escribo desde Madrid, sino desde Oviedo, ciudad del norte de España a la que he venido para formar parte del tribunal que juzgará una tesis doctoral. Se lo digo así, de primeras, para que no me imagine en el ambiente de los últimos coletazos del verano madrileño, sino acompañado de las finas lluvias (orbayo le dicen) asturianas. No se si ha sido el cambio de decoración, unido al aliento húmedo de esta hermosa ciudad provinciana en la que estudié Derecho hace siglos, pero esta tarde he sentido lo rápido que pasan los tiempos.  No me refiero al tiempo de reloj, sino al tiempo climático, que con seguridad nos deja una huella aún más profunda.

Esta semana varios expertos en el cambio climático han intercambiado en Toledo sus conclusiones sobre las temperaturas que tendremos a finales del siglo XXI, es decir, dentro de unos cien años. Utilizando modelos físico-matemáticos, huelga decir que complicadísimos, quieren predecir el tiempo a escala regional, en cuadrículas de 50 en 50 km, con décadas de antelación. Que es como decir que la cima del
Popocatepetl, Puebla o México DF, tendrán cada una su cuadrícula, cuando perfeccionen el modelo.

Lo que menos me gustó es que los expertos parecen de acuerdo que la zona más afectada por el calentamiento global de este continente desde el que le escribo será justamente España,  y, afinando, el catedrático
Manuel Castro dijo que las temperaturas medias aumentarán seis grados centígrados en verano y lloverá mucho menos.  Yo no estaré aquí para confirmarlo, pero estas elucubraciones sobre el futuro, que antes solo se permitían hacer los magos y los brujos, me han recordado un Informe que a finales del año pasado fue difundido (filtrado a la prensa, supongo) para alarma de los ciudadanos a los que nos gustaría más vivir ignorantes de lo que nos espera. Los científicos  Schwartz y Randall analizaron para el Pentágono los escenarios geo-políticos resultantes de un cambio brusco del clima, posible según parece en un horizonte tan cercano como de aquí a 20 años.

No pude resistirme a bajarme el informe por internet y leerlo, comprobando así los esfuerzos de la imaginación científica por describir la segura crisis mundial que provocarían los efectos del excesivo frío o calor, y la falta de agua y alimentos que resultaría en los países más poblados de la Tierra.
 Me debe disculpar este comienzo sombrío de mi correo, pero las cabezas más inteligentes de la humanidad parecen obsesionadas en convencernos del fin que nos llegará antes. Vivimos en un mundo de alarmados y alarmistas.

Por fortuna, la mayor parte de los signos que nos causan pavor se consumen rápidamente: y así, entre gripes del pollo asiático, vacas locas, salmones contaminados, agujeros de ozono, etc, dejamos que discurran más plácidamente nuestras vidas. Una colega de la Universidad me contó hace días que el salvado con yogurt que venía tomando regularmente para facilitar sus procesos digestivos, le habían dicho que era muy malo para la osteoporosis. Haciéndome el experto, le he dicho que no se preocupe, y que no tardarán en ser publicados los resultados de una investigación que demuestra exactamente lo contrario.
 No piense que soy un descreído total, pero me parece que tendemos a preocuparnos más por lo casi imposible que por lo prácticamente seguro.

Por ejemplo, me obsesiona la creciente tensión en Irak, que tiene aspecto de desembocar en una guerra civil, y que desconozco por qué modelos de predicción habrá sido planeada. No se si Vd. pertenece al grupo de los que estuvieron convencidos de que aquel país tenía armas de destrucción masiva, ni si le preocupó alguna vez que la invasión debería contar con algún fundamento. Pero seguro que no le es indiferente que
Kofi Amman, secretario general de la ONU –la  organización a la que esta crisis real ha puesto pies de barro- haya reabierto estos días el debate sobre la legalidad de la invasión. No le hará mucho favor a George Bush, pero asombra la distancia que le sigue sacando al soso Kerry en la campaña electoral en la que está inmerso su país vecino. 

¿Se da cuenta lo rápido que consumimos la novedad, y la convertimos en algo natural, por dura y controvertida que nos haya parecido?. Los mayores devoradores de realidad son justamente, quienes más respetuosos debieran ser con ella, los políticos. Devoran diariamente en cuestión de minutos su ración de varios periódicos, yendo directamente a lo único que les interesa. Que son, básicamente, las noticias que hablan sobre ellos, sus opositores o sus partidos. De lo demás, únicamente se contentan con leer los titulares.  En este mundo de prisas, no tenemos tiempo para la lectura, solemos decir.

Por eso no deja de maravillarme el éxito de la novela de
Dan Brown, El Código de Vinci, que alguien ha sabido definir como un Harry Potter para adultos. Voy en el metro, y rara es la ocasión en que no veo a alguien enfrascado en la lectura de esa novela de misterio que usa de los términos religiosos como pretexto para pasar el rato. Nada que ver con aquella obra maestra de Umberto Eco, El nombre de la Rosa, tan bien documentada.  Aprovechando el éxito, han publicado en español una novela anterior del mismo autor, “Angeles y Demonios”, que resulta algo así como un ensayo general de la otra.  Es paradójico que mientras que las colectividades con base cristiana parecen obsesionadas con facilitar el divorcio civil, nos atraiga una historieta que pretende casar a Jesucristo con María Magdalena.

En España, el gobierno ha aprobado la reforma del divorcio, simplificando los trámites del procedimiento, de forma que será posible obtenerlo en menos de dos meses, si ambos cónyuges están de acuerdo, o de seis, si se plantea un contencioso. Si la pareja no tiene hijos, yo opino que se podía incluso reducir al tiempo justo de inscribirse en el Registro civil y romper los papeles, como parece que le gustaba hacer a
Pancho Vila, para poder acostarse sin reparos con las mujeres que le apetecían. Distinto es el caso en que la pareja tenga hijos, y en un aspecto concreto de la reforma, por la que los matrimonio separados pueden repartirse el tiempo con los hijos sin las limitaciones anteriores, me inclino a pensar que tiene razón Angela Alemany, presidente de la Asociación de mujeres juristas, que afirma que el niño necesita un referente modélico sin contradicciones  y un único criterio educativo, y que, en lugar de repartirlo como el rey Salomón hubiera propuesto, debe estar la mayor parte del tiempo con uno solo de sus padres.

Veo que ha dejado de llover. Voy a salir a dar una vuelta por la zona peatonal de esta ciudad. Ha quedado una noche muy bonita, y se ha colado un agradable olor a tierra húmeda por la ventana del hotel. Usted estará ahora volviendo del trabajo. Si lee este correo antes de dormir, piense en mí, que le mando un beso desde tanta distancia.

3 comentarios

Rafa Ceballos -

Con todos mis respetos. Y, además, eres un guasón de no te menees.

Administrador del log -

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May I ask Mr/MS "Hopeful(l)", which are the fundaments for his/her as adventuress as welcome assertion? I’m really "the most interesting person" he/she has ever met? And last but not least, are we using the same free automatic translator?

Hopefull -

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