Al socaire de Alsocaire
Cuando, en un arranque de practicidad, me decidí a suspender la publicación de comentarios en este blog en septiembre pasado, consciente al cabo de año y medio del esfuerzo poco rensable que supone alimentar con regularidad un Cuaderno con lo que le pasa a uno por la cabeza o alrededor, no contaba con el "mono".
Lo que nos lleva a escribir un blog es de naturaleza muy parecida a lo que induce a mantener un diario íntimo, pero con afanes justamente exhibicionistas. Lo del diario era una actitud bastante común en tiempos de nuestras abuelas (la del que esto escribe, no seguramente la del que esto lee): pocas jovencitas dejaban de verter en unas páginas celosamente guardadas con llave en el cajón del tocador los arrebatos de contenida pasión a que les conducía la adolescencia.
Un diario es también la forma más segura con la que el político jubilado, despechado o perdido recuenta sus actuaciones, con el deseo de que la posteridad le juzgue por lo que el ha creído hacer y no por lo que sus biógrafos le interpretaron que había hecho.
Mi "mono" me llevó, casi de inmediato, a seguir escribiendo, aunque de forma mucho más informal que en éste, mis comentarios sobre cuestiones de actualidad en otro blog, Alsocaire. La idea fue compartida inicialmente por varios amigos, pero la realidad me confirmó que, a la postre, el único que escribía era yo. Por eso, después de más de cien entradas redactadas casi en solitario, me replanteé volver a ser yo mismo en la blogosfera. Quiero decir, saliendo del armario del anonimato.
A ver qué pasa. No puedo mantener dos cuadernos. Carezco de tiempo y de sentido para ello. La esquizofrenia tiene límites que solo la razón conoce.
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