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El blog de Angel Arias

Jugando en corto: Hagan ruido, señores

La Ley 37/2003, conocida como Ley del Ruido, apelando entre otros, a los derechos constitucionales de protección a la salud (art. 43) y medio ambiente (art. 45), por no decir a la intimidad personal y familiar (18.1), se ocupa de "prevenir, vigilar y reducir la contaminación acústica".

Ya la propia Ley se cura en salud (acústica) al dejar fuera de su ámbito a los ruidos domésticos, con la larga cambiada de que habrán de someterse a las reglamentaciones y usos locales. Como muchos Ayuntamientos andan ocupados en cosas más urgentes que la salud de sus vecinos, son muchos los municipios españoles que no tienen ninguna ordenanza al respecto.

No es el caso de la ciudad de Madrid, que dispone de una magnífica Ordenanza, pero que no parece estar en disposición de hacer cumplir.

Los ejemplos de vulneración de los niveles de ruido son, en esta ciudad en donde vivo, infinitos. No hay ni siquiera problemas en hacerlos ostensibles, pues en algunos lugares se han colocado incluso medidores acústicos que revelan a las claras los niveles de agresividad en decibelios a los que estamos sometidos.

Cada uno tiene su cruz particular. Desde hace ya un par de semanas, y bajo el sugerente lema "Trabajamos por tu ciudad", unos operarios de alguna de las muchas empresas contratistas que trabajan, en realidad (según sospecho) para incrementar sus beneficios con los impuestos ciudadanos, está perforando por enésima vez y con un ruido incalificable, pero por encima de lo estruendoso, las aceras y calles de mi barrio.

No sé lo que pretenden. Ignoro por qué emplean martillos perforadores y maquinaria de la edad de piedra. Me pregunto porqué no se molestan lo más mínimo en reducir sus molestias. Está claro que han pasado a mandar en este barrio, con el aval de la autorización municipal para hacer unas obras que nadie que yo conozca ha pedido. Empiezan su trabajo puntualmente a las ocho de la mañana y lo abandonan a las siete de la tarde (o incluso después), cuando los oídos de los residentes y de quienes trabajamos aquí están deshechos.

Tienen muchos colaboradores, estos y aquellos emperadores del ruido. Espoleados por la falta de atención municipal, y utilizando la técnica de la pinza acústica, dos clínicas concertadas, sobre todo entre sí mismas, y cuyo nombre silencio porque estoy en proceso judicial con ellas, se dedican a hacer continuas y, en mi opinión, caprichosas, obras de demolición y remodelación de sus dependencias -supongo que en buena parte con dineros públicos-. Incluyen estas elucubraciones arquitectónicas, la ejecución de ascensores para minusválidos, a los que me pregunto, conociendo sus especialidades, a qué procedimientos y tratamientos pretenden someter.

Esto, por supuesto, si han conseguido llegar hasta unos lugares asistenciales que son, por encima de todo, máquinas de hacer dinero privado, pues los destinatarios de los ascensores habrán de sortear una ciudad que está llena de trampas para todos sus habitantes (y no digamos,por ello, el martirio que supone para los handicapados), Parecen también estar obsesionados los realizadores de esas obras aleatorias en provocar el máximo ruido posible, a los pacientes (sufridos dolientes que supongo no estarán precisamente encantados de contar con esa tensión emocional suplementaria) y a los vecinos (ignorados aún más, precisamente por estar próximos).

Por las noches, mis vecinos ruidosos, por supuesto y hasta donde tengo conocido, sin contar con las licencias preceptivas -porque no hará falta molestarse por minucias, supongo-, nos obsequian con una parafernalia acústica de lo más variada: descarga de oxígeno líquido infringiendo varias medidas de seguridad, accionamiento de ruidosas torres de refrigeración situadas a la altura de viviendas vecinales e incumpliendo las distancias mínimas, sonidos de alarmas y ulular de sirenas de ambulancias.

A mi me apetecería, en medio del ruido, alzar mi voz para reclamar más respeto hacia los demás, pero ¿me oiría alguien?  

2 comentarios

Administrador del blog -

Ya veo que sigues a Cristina Tárrega y a su Territorio Comanche. Miguel Bosé pedía que se quitara el tren que cruza Somosaguas hace mucho ruido y denunciaba que Esperanza Aguirre no escucha.

Esa me parece la esencia de la cosa. Lo demás es barullo. Los que pueden (la Presidenta de la Comunidad de Madrid entre ellos) se alejan del ruido. Los que no podemos, tenemos la palabra. La voz y la palabra.

Luis -

Adscribámonos al grito de Miguel Bosé que está muy molesto porque cerca de su mansión alejada del mundanal ruido va a pasar el tren ligero. El es guapo, alto, famoso, hijo de famoso, con capacidad de influir y puede hacer mucho ruido. Una vez más, el ruido combate al ruido ...