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El blog de Angel Arias

Oración a Santa Bárbara

Hoy, 4 de diciembre, las gentes que manejan explosivos (con fines, en general, pacíficos), los mineros, los artilleros, los artificieros, los arquitectos y, por analogía de todas las chispas y fuegos, los electricistas, pirotécnicos, canteros, celebran la festividad de Santa Bárbara.

Una corriente investigadora con fines iconoclastas de todas las sacrosantas devociones, viene difundiendo desde hace décadas la especie intolerable de que Santa Bárbara no existió. Que ni hubo torre de tres ventanas para encerrarla, ni existió un padre rey de los sátrapas que la decapitara por haberse convertido al cristianismo, ni fue virgen, ni sufrió su cuerpo desgarros por la furia de briosos corceles, ni aparecieron rayos que fulminaran, luego, al parricida enloquecido.

No pudo haber sido así. Santa Bárbara, fue. Santa Bárbara es real, porque es necesaria, imprescindible, saludable. Podemos eliminar del Belén el buey y la mula del Belén, y hasta la estrella que guió a los Magos, y corregir la fecha de algunos nacimientos de dioses y demiurgos.

Pero necesitamos como comer la resurrección de los muertos, creer en la vida en el mundo futuro, estar seguros con todo el alcance de la fe, en que la humanidad camina hacia algún sitio coherente, lo que nos lleva a reclamar la confianza en que alguien superior, y el azar no puede reclamar este privilegio, nos puso en este lugar arrinconado del Universo.

Necesitamos creer a pies juntillas que el propósito de nuestra existencia no es vivir para matarnos, flagelarnos y engañarnos los unos a los otros, sojuzgar a los queno tienen desde el poder de los que más disfrutan. Reclamamos la fe para concentrarnos en un proyecto común que, superando nuestra individual vulnerabilidad, nos conduzca al objetivo luminoso de entenderlo todo.

Santa Bárbara, en este día de tu onomástica, permite que quienes no creen en tu existencia, quienes incluso dudan de tu facultad de obrar milagros, que son producto de la voluntad de cambiar el curso normal de las cosas, sean iluminados con tu fortaleza, abran ventanas en sus torres de marfil y se mantengan firmes en la fe de que, actuando juntos los justos, saldremos adelante.

Que, en la alegoría de tu ejemplo, no dudemos en dinamitar lo que esté obsoleto, fallido o nos estorbe para alcanzar mejores designios.

Amén.

 

 

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