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El blog de Angel Arias

Al pairo: Los controles de seguridad de los aeropuertos aumentan el riesgo de infarto del viajero no terrorista

Al pairo: Los controles de seguridad de los aeropuertos aumentan el riesgo de infarto del viajero no terrorista

No apostaría porque los viajes en avión sean más seguros, con las medidas de indudable procedencia neurótica que se han implementado en los aeropuertos. Pero jugaría mi hipotecado patrimonio a que lo que sí provocan, indubitadamente, es una subida de la adrenalina del viajero, sometido a un control que pretende ser exhaustivo, pero cuyo objetivo real y resultados finales son -para algunos, entre los que me apunto- bastante confusos.

¿Cuál es la probabilidad de encontrar un terrorista, con muestreos al azar, entre la población mundial? ¿Uno entre diez millones?. ¿Cuánto se reduce esa estimación al introducir la hipótesis de que los terroristas viajarán en avión el día en que decidan poner de manifiesto su vil condición? ¿Cero coma cero cero dos entre un millón?. ¿Merece la pena reducir esa probabilidad -obvio es que no me he molestado en calcularlo, ni sabría cómo hacerlo- con un análisis muestral completo?

El tema es delicado, y sería una lástima que mi comentario fuera visto como una simple intención de herir sensibilidades, despreciando otros fundamentos. Me he convencido de que los teóricamente intensivos -en la práctica, heterogéeos y  vacilantes (miles de lugares, decenas de miles de funcionarios de seguridad, millones de casos diferentes)- controles de seguridad, solo sirven para tranquilizar a torpes políticos asustados con argumentos de imaginativos e histriónicos expertos en vigilar a los pacíficos.

Cualquiera que viaje en avión en la actualidad, será testigo de escenas que bordean el ridículo, y asistirá a momentos de generación de evitables tensiones entre pacíficos ciudadanos y cansados revisores de equipajes. Son bastantes los viajeros que no entienden porqué son considerados como presuntos delincuentes y, a pesar de los rasgos de delicadeza que tratan de introducir los encargados de la seguridad aeoportuaria en controles que pretenden ser intensivos y completas, se provocan reacciones desagradables.

Hoy mismo, he visto cómo una señora de aspecto poco sospechoso (algo sobrada de peso, quizá) se metía a la trágala entre pecho y espalda una botella de agua de más de medio litro, delante de las narices del guardia de control en el aeropuerto. "Peligrosísima, ya ve", fue su frase final, poco antes -supongo- de acudir con urgencia al servicio de señoras, digna en su ridículo.

Los viajeros soos invitados a desposeernos de todos los objetos metálicos, en especial, relojes, cinturones y zapatos con añadidos metálicos. Habría que quedarse en camisa, además, lo que en más de un caso obligará a alguno a sujetarse los pantalones con una mano, mientras con la otra soporte en precario equilibrio el abrigo, la chaqueta y él maletín de cuero. Habrá protestas ante la confiscación de artículos de belleza, botellas de licor, agrias reacciones de sorpresa de los que no entiendan el razonamiento que convierte en sustancia peligrosa la leche edesmaquilladora y, en fin, todos sufriremos las demoras que destruyen definitivamente el mito de que el transporte aéreo era rápido y cómodo.

Actualmente, viajar en avión no es rápido, ni cómodo. Se han eliminado detalles de confort como si un sádico estuviera en los controles. En vuelo, no te dan ni café, no se si para conseguir que las azafatas tengan mucho menos que hacer que antes, y, como no se sirven más bebidas que las que el viajero desee pagar, nadie pide nada.

Los vejados viajeros, aturdidos después de pasar esos controles casi en porretas portando a duras penas las exigüas bandejas donde ha depositado sus prendas de abrigo, chaquetas y bolsos, y enseñando bolsitas de plástico con los peligrosos líquidos de la toilette personal entre los dientes, aguardan más silenciosos que nunca el final de su viaje, adivino que atentos a cualquier ruido sospechoso. No sabrán nunca qué es lo que se persigue con esa investigación concienzuda de sus equipajes en busca de objetos metálicos que no tengan forma de ordenador, máquina fotográfica o reproductor de cds, y qué se podría hacer para explosionar líquidos inofensivos con la condición de que no quepan en una botellita. 

No sé si los terroristas estarán inventando nuevos procedimientos para volar aviones. Ignoro cómo hacen sus cálculos de rentabilidad. Sería más productivo, canallescamente elucubrando, ocuparse en colocar bombas en aparcamientos, en trenes, vagones de metro,  autobuses, edificios públicos. No faltarán sitios en donde esos degenerados puedan fastidiar nuestra tranquilidad e invocaciones para justificarlo a posoteriori. Incluso es posible que ni siquiera se molesten en buscar argumentos para explicar por qué quieren matar a los pacíficos.

Considerar a todos los viajeros en avión como terroristas potenciales, me parece un error de concepto y una inútil incomodidad para los buenos. Lo único que consigue es aumentar el riesgo de infarto, provocar subidas del colesterol y choques de adrenalina en el pasajero. A los viajeros frecuentes, que tratamos de poner indiferencia y hasta humor en una ceremonia inútil, nos cuesta mucho tiempo y dinero y, además, algunos pensamos que no aumenta un ápice la seguridad real con que contamos.

Ojalá que no venga a demostrarnos lo acertado que estoy ningún descerebrado. 

2 comentarios

Administrador del blog -

Gracias por tu Comentario, que comparto. Los lectores que no conozcan el documental, pueden verlo, por ejemplo en esta dirección (que conduce también a su segunda parte)

http://www.escolar.net/MT/archives/2006/11/el_poder_de_las_1.html

Versvs -

Desde mi opinión, sólo una cosa ha hecho los vuelos más seguros desde el 11-M: El blindaje de las cabinas de los pilotos.

¿El resto? Teatro de seguridad, mentiras y generación de miedo entre la población. No sirve para nada... salvo para mantenernos bajo control; pero no pienses mal, lo hacen por nuestra seguridad ;)

Por cierto, que si no lo has visto aún, te recomiendo «El ascenso de la política del miedo», un documental muy iluminador sobre todas estas políticas de generación de pánico social para devolver a los políticos el poder y el respeto (por la vía del miedo) que las urnas ya no les daban (la gente está cansada de promesas vacías).

Un saludo