Al socaire: ¿Se ha perdido la noción de para qué sirve un título universitario?
La problemática de la creciente desviación entre la Universidad y la empresa es evidente para cuantos venimos observando el deterioro de los objetivos universitarios. Prisionera la Universidad de su pasado reciente -hay que recordar cómo llegaron a profesores titulares una buena parte de los actuales catedráticos, desde su posición previa de PNNs cuyo mayor mérito era estar allí en el momento oportuno y haber decidido dedicarse en exclusiva a la docencia-, ha resultado para su mayor mal, juguete de la dinámica política de los crecientes poderes autonómicos y víctima propiciatoria de una mal entendida "titulitis" social, que condujo a la proliferación de centros y diplomas, subordinando los criterios académicos al oportunismo político.
Universidad y Empresa son dos elementos autónomos. La empresa viene regida fundamentalmente por el mercado, que tiene una componente de variación tecnológica y de actualización importante, pero que también opone claras resistencias al cambio brusco en buena parte de los sectores y, naturalmente, cada empresa tiene sus propias reglas que pueden conducir en casos aberrantes, pero no inexistentes, al nepotismo, la corrupción o la ignorancia. La Universidad está condicionada por la necesidad humana de saber, y de difundir ese saber efectivo para que los mejores continúen el desarrollo de las generaciones anteriores.
El mercado debe ser para la Universidad un objetivo secundario, pero la mayor parte de los estudiantes universitarios enfocan hoy su paso por las aulas con el objetivo de obtener un título que les permita obtener un trabajo lo mejor remunerado posible. Esta posición crea un conflicto de intereses entre profesores, alumnos, sociedad y empresas, que no solamente no parece resuelto sino que se complica cada día, porque se quiere dar ocasión a que opine todo el mundo, como si la situación pudiera cambiarse por completo, modificando la dinámica propia de la enseñanza universitaria, permitiendo que todos hablen sin que nadie oriente el debate.
Hace unos días se presentó, en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales el estudio "Las competencias profesionales en los titulados. Contraste y diálogo Universidad-Empresa", un trabajo conjunto entre Accenture y Universia. Uno de los objetivos del informe era analizar la desviación entre la oferta universitaria y la demanda de las empresas, en relación con las cualificaciones de los titulados.
El informe detecta una grave falta de competitividad y dinamismo en el sector universitario, que se traduce en déficit de formación. Existe una importante diferencia entre la sensación de satisfacción autocomplaciente de los docentes y la de los discentes, en cuanto a la formación que se imparte o recibe, respectivamente (89% y 50% respectivamente), pero aún me parece más importante que el 77% de los profesores universitarios están satisfechos respecto a la competencia de los egresados, lo que solo es confirmado por el 44% de las empresas.
Es muy grave la situación por la que está pasando la Universidad española. Los planes de estudios son obsoletos, están sobrecargados, y en buena medida son inútiles o estériles, tanto para ofrecer una información satisfactoria desde la perspectiva de saber más y mejor, como, desde luego, para garantizar un puesto de trabajo a los universitarios.
La diferencia de formación con la que llegan a la Universidad los jóvenes es patente y dramática, y los desniveles entre las Facultades y Escuelas que imparten teóricamente similares programas de estudio y que deberían conducir a títulos equivalentes, intolerables.
La Universidad se ha cargado de sin-sentidos. No tiene sentido que tengamos a nuestros jóvenes estudiando hasta los 30 años para jubilarlos a los 45 o 50. No tiene sentido costear una Universidad que regale títulos que, obviamente no servirían para nada. No tiene sentido mantener e incluso hacer proliferar Facultades en poblaciones que no disponen ni del profesorado, ni del alumnado, ni de los equipamientos necesarios. No tiene sentido que las empresas –entendiendo aquí por tales las agrupaciones empresariales y los grupos de entidad- no participen en la mejora de los programas. No tiene sentido que enseñanzas con gran contenido técnico y práctico sean impartidas por profesores que han pisado las industrias solo de visita guiada. Como no tiene sentido que se explique pintura, pongo por ejemplo, solo a través de diapositivas.
Hay, ciertamente muchos factores controvertidos que concurren ante la apertura del mercado en la Unión Europea en 2010, en que termina el plazo para la convergencia europea según los acuerdos de Bolonia, con la modificación de los títulos de grado y postgrado y la propuesta de potenciar los programas en prácticas que realiza el informe me parece muy razonable.
En efecto, la Universidad no puede garantizar el empleo de sus egresados, pero debe ser plenamente responsable de darles una enseñanza seria y completa, en relación con los programas importados, por personal cualificado y motivado, y con materias permanentemente actualizadas, útiles para la formación del discente y su satisfacción personal. No puede consentirse que se convierta en una máquina de generar insatisfacciones y críticas, cuando el objetivo central de la Universidad, irrenunciable, es potenciar la capacidad del ser humano para ser feliz y hacer más felices a sus semejantes, impartiéndo a los universitarios saber, incluído el espíritu autocrítico para intentar hacerlo mejor.
2 comentarios
Administrador del blog -
albert -
pregunta 2:¿qué resultará mas provechoso para un estudiante de ADE,lecciones magistrales de un catedrático de economía de la empresa que empezó de becario en un departamento de la facultad y que laboralmente no salió de la universidad, o "la historia de su vida" contada por un director finaciero de una mediana o gran empresa que en 20 años cambió 8 veces de trabajo,siempre ascendiendo (supuestamente), desde que, al terminar su carrera, obtuvo su primer empleo como administrativo con "título"?