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El blog de Angel Arias

Obituario: Manuel Sirgado Echevarría, un ingeniero poeta

Me acaba de comunicar un amigo común el fallecimiento de Manuel Sirgado, con el que tanto quería.

Manolo fue un magnífico ingeniero de minas y un excelente poeta. Hemos compartido muchos momentos, tanto en la Escuela de Minas de Oviedo como en Ensidesa -cuando ambos trabajábamos en el Departamento de Investigación Metalúrgica, en la Dirección de Metalurgia e Investigación de esta empresa-.

Hemos empleado muchas horas juntos en comentar lo que había que hacer para mejorar la investigación siderometalúrgica en España, e incluso, llevados por nuestro conocimiento de la situación y las convicciones que deseábamos compartir, propusimos en un Informe interno acciones concretas que, en su momento, sirvió para levantar algunas ampollas y propició la marginación de sus autores. 

Pero no es momento de contar mi vida, sino de expresar algo que me surge del corazón. La lejanía física me ha privado de mantener el encuentro frecuente -en el caso de Manolo, casi sistemático- con mis amigos de la época de Asturias, pero no me ha podido sustraer, naturalmente, de los afectos. Y con Manuel Sirgado he seguido manteniendo esa sintonía que no necesita más que intuirse, vincularse con lo que ya se ha vivido juntos.

Manolo fue un magnífico ingeniero. Un ejemplo de inteligencia, de pundonor, de creatividad. Ideó, junto a Carlos Nebreda, un procedimiento para calcular mezclas eficientes de carga en las baterías de coque, a partir de las condiciones externas que se le impusieran, y defendió, contra vientos y mareas, la rentabilidad y solvencia técnicas frente a los criterios arbitrarios. Su tesis doctoral -tardía, pero no por su culpa- fue solo un ejemplo de ese buen hacer, que tuvo múltiples reflejos.

Manolo era un excelente poeta, al que yo admiré y admiro, también en esa faceta, tan aparentemente alejada de la ingeniería. Hemos participado en varios recitales conjuntos -con otros colegas de la poesía- y en una tertulia literaria; conservo varios de sus poemas como oro en paño y, lo confieso solo como una manera de demostrar mi devoción a la persona, debo reconocer que hasta tal punto me sentí influído por él, que, si no fuera porque su nombre figura en ellos, me hubieran parecido míos.

Manolo estuvo, ya enfermo, en una conferencia-recital que dí no hace mucho en Oviedo, bajo el equívoco tema de Metafísica y Poesía. Me entregó un poema que, según él, resumía lo que convenía decir sobre el asunto, y lo leyó también en aquel acto, camuflado entre las posibles preguntas al ponente. Era, también, cómo no, un buen poema. Más críptico que otros, pero no por ello menos sugerente.

Estoy mirando las fotografías que testimonian alguna de las excursiones que a finales de los 70, hicimos a varios lugares de los picos de Europa. Estamos acompañados por nuestras esposas y otros amigos. En alguna de ellas, se ve, además de a Eloína (Yoyi) -una mujer de gran clase, porque en elegir a lo que había que amar tuvo Manolo la misma perspicacia que yo, la de saber lo que nos conviene más-, a Manolín, el varón de sus hijos, un niño de no más de cuatro o cinco años que ya trepaba como un rebeco por aquellos andurriales.

También está Pelayo, hermano de Manuel, con el que yo participaría luego en un proyecto difícil, que se malllamó Ingeniería y Diseño y poseedor, como los Sirgado y los Echevarría, de una potente creatividad, enfocada en este caso hacia el diseño industrial y la pintura.

Descansa en tu paz, Manolo. Los de este lado de la acción, seguiremos luchando, mientras tengamos fuerzas, por lo que siempre nos interesó más. Por lo que, ojalá, interesara más a todo el mundo. Que se trata, al fin y al cabo, de mejorar lo que tengamos entre manos, aunque sea de apariencia pequeña, y aunque hubiéramos -en tu caso, seguro- sido más útiles con encomiendas mayores.

Porque, a la postre, solo merece la pena vivir actuando como si nuestra profesión principal fuera hacer poesía: hacer con lo que nos importa, para los que más queremos, en el tajo del caminar diario, poesía.

No creo equivocarme si afirmo, en tu despedida, que no tuviste propósito mayor. 

3 comentarios

Maria Jesus -

Tenemos un recuerdo imborable de Manolo. Estupenda familia. Me uno al dolor de Yoyi y de sus hijos, a los que tanto apreciamos en mi familia.

Angel Arias -

Sí, Miguel. Tú fuiste el avisador y eres ese amigo común con el que, también, tanto quiero. Un abrazo

miguel -

yo fuí el avisador.
digo: con la muerte de Manolo el mundo pierde una persona solidaria que deja marca de amiistad por tantos lugares y personas. Mi primer cuidador en una noche de brote duro, allá en el 70. un abrazo