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El blog de Angel Arias

Jugando en corto: A lo mejor el arte no está del todo muerto

Jugando en corto: A lo mejor el arte no está del todo muerto

Madrid, que es ciudad con pretensiones artísticas -aunque nada que ver, ay, con Barcelona, París, Berlín o Düsseldor, por apuntar a unas cuantas referencias de otro nivel-, está terminando febrero de 2010 con una explosión de muestras de uno de los caminos que han eligido artistas, compromisarios y galeristas para rentabilizar parcelas del arte que pueden entrar por los ojos.

En otras crónicas y en mi otro blog he dedicado algunos comentarios al herrumboso itinerario en el que se está estrellando la versión oficial del arte supuestamente con mayúsculas, y que tiene su especial reflejo en la Feria Arco. Poco digno de atención he encontrado allí, en un modelo de expresión supuestamente artística que tiene poco o nada que ver -generalizando- con mis gustos y con mi propio quehacer como artista.

Por fortuna, la muestra Dearte, en el Palacio de Exposiciones y Congresos, me ha congraciado con artistas, muchos de ellos desconocidos, que sí están preocupados por expresar algo más que llamar la atención con el tamaño de sus obras o la provocación que pretenden con sus iconos e iconoplastias.

He elegido como representante de esta exposíción la foto de algunas de las obras (fotografías sobre plancha de vinilo) de Sandra Baldó, que es artista de la familia, y que trabaja junto o al lado de Sergio Calvo. Como otros autores del Centro Medinaceli, se esfuerzan en comunicar impresiones, en trasladar imágenes captadas y expuestas con ojos diferentes al del espectador normal.

Por supuesto, no es la única de la exposición en este empeño, que se descubre a cada paso, acumulando gratísimas impresiones en el recorrido. Y, maravilla de las maravillas, las obras tienen precios muy asequibles.

Magníficas las obras de Eusebio San Blanco, con esas mujeres entradas en carnes que destilan voluptuosidad en su descompuesta belleza, que solo se entiende desde dentro del cuadro, llevando al espectador hacia la comprensión de esas lánguidas y melancólicas figuras de hembras que ofrecen su cuerpo en el mercado de lo artístico.

Estupendas las esculturas de Jesús Curiá y Carolina Rodríguez, llenas de grácil belleza, no exentas de intriga. Muy expresivos, en su hechura formal y en su combinación atinada de colores, los bodegones de Mariana Rodríguez-Guilarte.

Y, en fin, qué decir, salvo reconocer el eterno oficio de comunicar y la maestría de saber hacerlo, en las series de Meninas o en sus últimas obras abstractas del magnífico pintor que es Manuel Molano y cuyos cuadros se pueden adquirir por 950 a 4.500 euros en la galería Juca Claret.

¡Esto sí que es una buena inversión!. La oportunidad de llevarse a casa pedazos de voluntad estética que nunca se pasarán de moda. Porque sus creadores no están obsesionados por auparse en ella, traicionando el arte, sino en poner su trabajo, el buen hacer artesanal y las luces de su imaginación para iluminar el permanente misterio de las tensiones de la existencia humana, al margen de críticos, compromisarios y seudestetas.

Por cierto, muy valiente el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, al criticar Arco y pedir "un nuevo modelo" ... pero ¿no es consciente de que no todo es lecho de rosas en el Museo que regenta?

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