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El blog de Angel Arias

A sotavento: ¿Más control o controladores más cualificados?

Ante la recesión, de cuya magnitud no se duda pero sobre cuya superación se han dado muy variadas opiniones, casi todos los analistas proponen un mayor control del mercado. Más transparencia, mejor supervisión, una más amplia dotación para los posibles impagados y quiebras del sistema.

¿Más control? A la vista de la multitud de incongruencias, fraudes, evasiones, corrupciones, que van saliendo a la luz, como elemento seguramente sustancial del llamado comportamiento cíclico de los mercados, hora es que los más sabios revisen lo poco que saben del manejo de las grandes magnitudes, y nos lo cuenten a sus discípulos y espectadores y, sobre todo, a quienes han confiado en que el sistema funcionaba adecuadamente.

Sin embargo, lo que creo que se necesitan, sobre todo, son mejores controladores. Más cualificados, más libres, más honrados.

Repasando las consejas, normas, indicaciones de los gurús que han llenado páginas y sus bolsillos con previsiones (hoy no solamente fallidas, sino falsas) a las que adornaron de explicaciones prolijas (hoy no únicamente erróneas, sino presuntamente interesadas), lo que se me ocurre es proponer que los mecanismos de control, desde luego, imprescindibles, sean ocupados preferentemente por profesionales capaces, independientes y trabajadores.

Si nos fijamos en quiénes ocupan la mayor parte de los puestos en los organismos de control -y no voy a citar ninguno; no hace falta para el lector inteligente-, veremos que lo que se ha premiado con ellos no es una trayectoria de éxitos y sabiduría, sino que son utilizados como un complemento de honorarios para premiar viejas docilidades, servilismos partidistas, amiguismos inexplicables al resto de la sociedad.

No he oído ni leído aún, en ningún foro, que se reclame la elección democrática, libre y, por supuesto, revocable, de controladores más cualificados.

Sin que nos dejemos impresionar por brillantes currícula repletos de supuestas capacidades idóneas -sabemos a estas alturas del guión qué fáciles son de completar con el beneplácito de la voluntad auto-reproductora del sistema-, hora es de que pasemos revista a los exactos comportamientos de quienes han estado ocupando las poltronas de los organismos de control.

Ellos han dejado pasar, sin aparentemente mover un dedo, a los elefantes y camellos cargados con los productos de la rapiña de lo que deberían haber custodiado, como presuntos guardianes incorruptibles de nuestros esfuerzos y ahorros colectivos. ¿Son los mismos que reclaman más organismos de control, más medios, más seguridades?

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