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El blog de Angel Arias

Jugando en corto: Gansterismo en la gestión de las redes telefónicas

Puedo tener comprensión hacia la realidad de que problemas más graves están transtornado la economía española, pero la situación provocada por las compañías responsables de los servicios de comunicaciones en España es, en mi opinión, un gigantesco fraude que sufrimos, con sensación de práctica indefensión, el colectivo de usuarios.

Las compañías telefónicas se están aprovechando en su exclusivo beneficio, de la ignorancia de los usuarios, de unos mecanismos para cambiar de proveedor lentos y viciosos, y, desde luego, de la necesidad de que nos presten el servicio.

Como se encuentran inmersas en una batalla campal para captar clientes, no tienen ningún escrúpulo en engañar con sus prestaciones, ponerse zancadillas entre ellas cuyos sufridores son los usuarios, y dejar sin servicio durante días, meses, a quienes hayan cometido la osadía de pedir la "transportabilidad", estúpida palabra que equivale al suicidio telemático del improdunte que haya decidido cambiar de compañía. En cualquier país, incluso de los tenidos por subdesarrollados, se podrá cambiar de proveedor en el mismo día. Aquí se nos envía al limbo de la inoperancia por tiempo indefinido.

En las conversaciones entre usuarios de telefonía y adsl, en los foros de internet, en España, en cualquier ocasión en la que se comente acerca de las conexiones de telefonía e internet, sean de banda ancha, corta o raquítica -qué más da-, se detecta idéntica instatisfacción, parecidos ejemplos de tomadura de pelo, las mismas sensaciones de impotencia.

El usuario puede tratar de quejarse a la compañía proveedora -teórica- de los servicios fallidos, pedir que se resuelva su problema. Debo decir, ante todo, que la contratación oral, que es la que se realiza en la mayoría de los casos, está llena de deficiencias y oscuridades: no se indica el día de comienzo de prestación de los servicios, se miente acerca de los precios y contenido de los mismos, se deja en la inopia la clarificación de los derechos del usuario.

Con tan precarios mimbres, la posibilidad de que algo vaya mal es altísima. Hay que llamar a uno de los números proporcionados como tabla de salvación: un 902, de coste nada despreciable.

Después de minutos -siglos- de espera, de rellamadas, de ridículos caminos entre tocatas de teclas y repeticiones hasta la saciedad de la propia identificación, varias voces interviniendo sucesivamente con retahilas aprendidas , generalmente con acento iberoamericano -y esto, por favor, no implica juicio de valor respecto a la disposición de los comunicantes, sino sospechas acerca de la cortedad de los medios disponibles por ellos y la distancia respecto a quien llama, a coste alto-, le indicarán o que no saben, o que no pueden, o que le pasarán con otro departamento que tratará de solucionarle su problema, con alta probabilidad de que la comunicación se pierda y, al llamar de nuevo, aparezca un nuevo Rogelio, Amanda, o Sisebuto al que explicar todo desde cero.

Lo más grave surge en aquellos casos en que, guiados por engañosa publicidad, los cándidos usuarios, puedan haber pretendido el cambio de una compañía a otra. Disponiendo de sus datos, ruines en la consciencia de que el usuario medio es un inepto que lo único que quiere es que le den el servicio prometido, se acumularán facturas por servicios nunca prestados, por calidades nunca conseguidas, y las horas de fallo de los servicios llevarán a la exasperación a los incautos "clientes".

Basta ya, señores de Telefónica, Orange, etc. Caiga la ira de los usuarios sobre Vds. Como abogado, como ingeniero, como usuario despechado, promuevo la canalización desde la red de una demanda colectiva por fraude, por mala calidad de los servicios, por cobros indebidos, y solicito a todos los que quieran adherirse que lo manifiesten así, para obrar en consecuencia.

Vamos a tratar de poner orden a esos gigantes que, desde el parapeto de su mala fe y avaricia, estultos en su falta de profesionalidad y confiados en nuestra ingenuidad, nos roban. No encuentro otro nombre para calificar penalmente su actitud, ni hallo la calma para soportar el daño que, en el siglo de las comunicaciones, nos causan con sus mentiras, sus promesas de calidad, sus pases de pelota lavándose las manos de su incompetencia, mala fe y desidia.

3 comentarios

Itziar Badía -

Me sumo a esta iniciativa para denunciar el absoluto fraude de las empresas de telefonía. He cometido el gravísimo pecado de querer cambiarme de piso y llevarme conmigo mi línea de teléfono y ADSL. Sólo el que hablado 25 veces con distintas personas, contando la misma historia una y otra vez puede entender el grado de desquicie mental que esto provoca. Si además necesitas adsl para trabajar,como es mi caso, se suma el estrés de no poder hacerlo y tener que pelear con esta mafia en paralelo. No se lo deseo a nadie. Si hay alguna forma en que podamos cobrarnos este malestar provocado por su inoperancia estudiada, yo sumo mi voz.
Mi resultado es que no pude trasladar mi línea, tuve que pedir un alta nueva y aún así me van a facturar la dos lineas durante un mes, ya que si bien el alta es inmediata la baja tarda un mes en gestionarse.
Desgraciadamente no conozco un caso en que las cosas se hayan hecho bien. Este es el sistema que todos hemos tolerado. ¿Hasta dónde?

Enrique -

Estoy totalmente de acuerdo en lo que dices, pero, aún hay más, no solo tienes problemas cuando cambias de compañía, sino cuando cambias de domicilio y tratas de trasladar tu teléfono y ADSL a otra dirección. Un día es lo que tardan en darte de alta, quince en cambiarte la dirección de la que ya tenías, menos mal que todavía puedes jurar en hebreo, a solas para soltar presión

albert -

¿dónde hay que firmar? y de paso que se vaya a t.p.c el ministro responsable correspondiente!