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El blog de Angel Arias

Jugando en corto: Técnicos, políticos y cómicos

Ha fallecido Leopoldo Calvo-Sotelo, ingeniero de caminos, ex-presidente de Gobierno, ministro varias veces, hombre ideológicamente tenido por conservador con rasgos de humor de la derecha liberal, y del que se dice ahora, -época de elogios-, que jugó un papel fundamental en la transición, pero que, en verdad de la buena, contó con pocos apoyos cuando los necesitaba más.

Su votación de investidura estuvo trapaceramente adornada por una asonada cuartelera impropia de lo que  se estaba ventilando, un intento chapuza de golpe de Estado en el que estuvieron involucrados hasta el cuello varios personajes importantes, unos prestamente desenmascarados y otros, seguramente, ocultos todavía y puede que ya para siempre.

Lo que me mueve a escribir este comentario se aleja de lo necrológico, porque traté poco a Calvo-Sotelo. La última vez, con ocasión de la celebración del centenario del Instituto de la Ingeniería de España, en la que me acerqué a él para saludarlo, aprovechando que estaba solo entre tanta gente importante, y ambos esperábamos a que se nos devolviera el abrigo.

Sin embargo, he leído bastante de lo que ha escrito, y analizado su actuación desde mi modesta opinión. Por cierto, le acabo de oir la misma expresión -"mi modesta opinión"- a Alfonso Guerra, justamente hablando del papel que, para él, jugó don Leopoldo en la transición, y que definió como singularísimo, como líder de circunstancias de aquel falso partido, la UCD. Coloso que, desde la soledad del sitial al que le encumbrara la dimisión de Adolfo Suárez, fue capaz de concitar simpatías desde otros ángulos ideológicos muy diferentes, dígase, Felipe González o José María Aznar, hoy todos amigos en su pasado común.

Son pocos los técnicos que se han dedicado a la política, y, entre ellos, escasos los que han durado entre los profesionales del "váyase, señor X"; camaleones capaces de hablar catalán en la intimidad e inglés en Georgetown; tipos de acero aptos para enfrascarse leyendo teletipos sobre lo que pasa en el mundo mientras los colegas le ríen justo al lado sus gracias al que hace que pasen; y mentes versátiles y suficientemente adaptativas como para saltar del ministerio de Sanidad al de Cultura o de Vivienda a Defensa y de Defensa a una empresa privada de fabricación de aviones.

Algunos ingenieros, como mi coetáneo y paisano Francisco Alvarez Cascos, han llegado a ser más conocidos incluso por sus verosímiles capacidades amatorias o la gestión supuestamente visceral de una crisis que le sería difícil lidiar hasta el más pintado, que por sus indudables éxitos de gestión. Otros, como el tan admirado como infumable escritor Juan Benet de Volverás a Región, pasaron sin mucha gloria como funcionarios de poca monta, a pesar de sus interesantes confesiones sobre lo que había que hacer con el agua en este país, hoy muy citadas.

Como soy ingeniero de minas y es conocida la rivalidad permanente con los camineros, no voy a citar a más ingenieros de caminos de los que se entrometieron por las aguas de la política, a salvo de José de Echegaray, liberal y dramaturgo, premio nóbel de literatura, envidia de propios y extraños.

Entre los mineros, cuento con compañeros que se están dedicando a la política o lo fueron hasta no hace mucho, como Gabino de Lorenzo, que pasa por ser uno de los buenos alcaldes de España -y yo creo que lo es, o, por lo menos, lo fue hasta que se propasó con Calatrava-, o como Julio Gavito, que tuvo una actuación destacable como consejero de Industria del Principado de Asturias, o como Adriano Garcia-Loygorri, hoy presidente del Consejo Social de la UPM y antes concejal del Ayuntamiento de Madrid.

Los ingenieros de Minas-Políticos crecen más fácilmente en Asturias, por razones que se podrían explicar. Son buenos ejemplos -pongo por caso- Juan Ramón G. Secades, presidente de lo-que-queda de Hunosa, que acumula un largo itinerario en la Administración de la cosa pública, y Víctor Marroquín, cabeza máxima del Enstitutu pa Emburriar les Asturies (IDEPA).

Dando saltos en la historia, lucieron con luz propia en otras épocas, colegas en los estudios de minas como Casiano de Prado, gallego progresista que se pateó la cordillera cantábrica y otras más, confeccionando planos geológicos que hoy día siguen siendo referencia (aunque los confeccionó en las primeras décadas de 1.800), y que supo de la dureza de pasar más de un año en las cárceles de la Inquisición, que es moco de pavo incalificable para quien hoy es venerado como laico patrón de los ingenieros de la tierra.

Félix Aranguren, el emisor de la frase "no me la toquéis, así es la rosa" -copiando a Garcilaso para defender una fábrica de acero de un tamaño más de andar por casa-, fue otro ingeniero de minas de postín, creador de la Ensidesa en los cincuenta y autor de otras iniciativas más privadas, polifacético incansable, que, incapaz de estarse quieto, incluso se licenció en derecho al jubilarsecomo funcionario.

En cuanto a lo cómico, todos hemos tenido nuestro momento gracioso. Lo difícil es asumirlo sin empacho. El mío -uno de ellos-, lo fue cuando me llevaron de conejillo de indios para que se pudiera inaugurar bajo mi gorro un centro de CAD-CAM al que le faltaban solo por un par de semanas bastantes de sus equipos electrónicos, lo que, al ser filtrado por la oposición interna de Pedro de Silva, marcó para siempre una de las mejores ideas tecnológicas que se tuvieron para Asturias.

Hay políticos que construyen, generalmente sin pretenderlo, un personaje cómico. Como Manuel Pizarro lanzándose a recoger la moneda de 20 céntimos que se le cayó del bolsillo a de la Quadra Salcedo, mientras éste hablaba del otro dos de mayo. Aunque más cómica aún fue la cara que puso Rajoy transparentándosele lo que pensaba del arrebato, y, tal vez, del arrebatado. (Ya se sabe: "No quiero dinero, pero no merezco que me traten así")

Cómico  resultó José María Aznar, tanto hablando en mexicano como cuando lo hizo en inglés, o lo que a él le parecía que así era. Cómico, Bernat Soria cuando emuló a Sancho Rof metiendo la pata en el aceite de girasol ucranio. Cómico -y dramático- fue Rodríguez Zapatero hablando de su éxito de las negociaciones con ETA mientras los terroristas se felicitaban, de lo suyo, poniendo las bombas que mataron a dos infelices y destruyeron el aparcamiento de la T-4, ...

Fuera de nuestras fronteras, la palma de la comicidad se la lleva Berlusconi, que es un cómico profesional -aunque Alfonso Guerra lo defina de otra manera-. Saltando varias cifras del pib, en los países en desarrollo, son muchos los ejemplos que demuestran la relación entre la farsa y la política, entre la charanga y el disimulo.

Si se mira con ánimo proclive, hasta  puede parecernos objeto de risa la bicefalia de ese objeto virtual indefinible que componen José María Fidalgo y Cándido Méndez cuando responden a las mismas preguntas, como un eco uno del otro, en nombre de la teórica unidad sindical.

En fin, también hay cómicos que, en la vida real, se hacen dramáticos. Andrés Pajares es un ejemplo muy de actualidad, digno de respeto en el diagnóstico seguro de su patente enfermedad y admirable por su trayectoria pasada como actor. Al envejecer, pocos son los que no dejan la piel de su personaje colgando en el empeño de seguir reclamando fama y méritos, como si eso no fuera flor de días. 

Técnicos, políticos y  cómicos configuran, ya queda dicho, las principales parcelas de la vida misma. Saber moverse por todos esos campos sin perder ninguna de las composturas, brillando en todas sin caer en ningún ridículo, está solo reservado a gentes excepcionales.

Leopoldo Calvo-Sotelo, ingeniero ilustre, político notabilísimo, cómico de excepción en la intimidad, descansa en paz. Maestro. Puede que nos volvamos a ver recogiendo los abrigos, escapando de las conmemoraciones del pasado que pretenden servir a la mayor gloria de presentes.

1 comentario

miguel -

Totalmente de acuerdo, creo que en política faltan gestores técnicos, que sepan gestionar la "cosa" pública, más allá de sus propias carreras políticas. No se entiende que el Ministro de economía no sea economista (y de prestigio) o que el de Sanidad no sea médico, pero pongamos a políticos profesionales en Medio Ambiente, Fomento, que total, eso se aprende en dos tardes...