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El blog de Angel Arias

A sotavento: Déficit en infraestructuras

El 23 de julio de 2007, Barcelona no se quedó a oscuras, porque la avería en la red eléctrica tuvo lugar por la mañana, ni tampoco exactamente in albis, pero sufrió una seria llamada de atención respecto a lo que puede pasar si nos quedáramos sin energía, que no se debería olvidar.

Los detalles del accidente son hoy bastante conocidos: un cable de distribución provocó un cortocircuito en una subestación y la sobrecarga repentina de tensión sobre otras cuatro subestaciones, desencadenó un efecto cadena que dejó a 350.000 abonados sin corriente eléctrica durante varias horas. La ciudad estuvo al borde del colapso, porque no funcionaron ni líneas de metro, semáforos, hospitales, centros de trabajo, restaurantes, etc.

En otras ciudades están algo más acostumbrados. En Madrid, por ejemplo, las subestaciones eléctricas sufren de vez en cuando sobrecargas y se queman y queman las casas circundantes, circunstancia desafortunada que es aprovechada para que enterados analistas nos digan que lo que sucede es que tenemos un déficit de infraestructuras.

¿Déficit de infraestructuras?. ¿Nos faltará dinero?. Yo creía que sobraba pasta en este país.

Son tantos los ejemplos de nuestra bonanza, que deberíamos dudar que, sin nos falta algo, es más bien planificación y orden que recursos. Analizando la multitud de carreteras, vías rápidas y algo más lentas, que surcan de cabo a rabo nuestra geografía, adornada ahora con multitud de rotondas, pasos elevados, puentes atirantados, diques de contención, etc, nadie diría que anduviéramos escasos de presupuesto.

Adivirtiendo la profusión y frecuencia con la que se cambian los adoquinados, bolardos, alcorques, en las ciudades y pueblos, jamás habría pensado que la vida municipal no nadara en la abundancia. Notando la dedicación con la que conservamos las fachadas de insulsos edificios del siglo pasado, o vaciamos como si fueran cascarones, arquitecturas sin mayor mérito, para realizar en el interior costosísimas "reformas", ni lo hubiera imaginado. ¿Y qué decir de los casos de corrupción, tan difíciles de detectar, por lo que parece, pero que deben ser soportados por los dineros de alguien?

Estoy escribiendo esta crónica desde un ordenador público, rodeado de jubiletas que consultan sus inversiones o escrutan en sus posesiones catastrales. Todo es magníficamente gratuito. La iluminación del edificio, interior como exterior (son las 10 de la mañana) es completa y esplendente. Fuera, decenas de gentes sin prisa van de un sitio a ningún otro, para hacer la gestión que justificaría la mañana. Adivino entre ellos a pensionistas, prejubilados, parados cobrando sus subvenciones, inmigrantes de acogida, de desplazamiento  y de efecto llamada, etc. 

Tenemos déficir en infraestructuras, seguramente. Pero andamos sobrados de todo lo demás.

3 comentarios

Marcos -

Si volviésemos a las cavernas no dudo en que desapareceríamos. Nos hemos creado dependencias que anulan la totalidad de conocimientos básicos dominados por nuestros "abuelos", incluso en términos de supervivencia.

Que el flujo de electrones continúe su curso, por el bien de la humanidad.

Administrador del blog -

Las crónicas del momento recogían, con énfasis, que los propietarios de restaurantes estaban preocupados. Me ha tocado vivir algún apagón de cierta duración en Madrid, y puedo confirmar que los daños en género perdido, clientela y facturación, no son insignificantes. Si los restauradores tememos un corte eléctrico, comprendo que los que hacéis crítica gastronómica, también estéis preocupados ante la eventualidad.

Las más graves consecuencias de la falta de electricidad, detectables a muy corto plazo, son, sin duda, las que pueda afectar a hospitales. Tengo para siempre gravado en el recuerdo que mientras operaban a uno de mis amigos de una intervención de poca importancia en un Hospital en Caracas, se fue la luz y se mantuvo varios minutos sin riego sanguíneo en el cerebro, lo que le ocasionó daños irreversibles y, al poco tiempo, la muerte.

Las consecuencias a medio y largo plazo en una ciudad sin electricidad dejan mucho lugar para la imaginación, pero se resumen en una frase: vuelta a las cavernas.

Marcos -

"La ciudad estuvo al borde del colapso, porque no funcionaron ni líneas de metro, semáforos, hospitales, centros de trabajo, restaurantes, etc."

¡¡Dios mío!! ¡¡Restaurantes sin funcionar!! Eso es el colapso total para mí ;-)

"Tenemos déficir en infraestructuras, seguramente. Pero andamos sobrados de todo lo demás."

Así es...