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El blog de Angel Arias

A sotavento: Insostenibilidad, cambios climáticos y empujones

A sotavento: Insostenibilidad, cambios climáticos y empujones Este Cuaderno se me está politizando, pero no veo forma de sustraerme a la tensión que se acumula sobre este país. Me gustaría escribir más sobre el ambiente (natural), en especial sobre la gestión del agua y de las energías, o sobre derecho ambiental, y que hubiera muchos interesados en estos temas cruciales, en conocer mi opinión, como en escuchar la de los que tienen soluciones y criterio sobre ellos.

Debe ser porque son demasiados los que se dedican con mayor autoridad que la mía a esos menesteres, por lo que mis Comentarios sobre temas ambientales no suscitan el interés que hubiera deseado provocar. Por eso publico de vez en cuando, para compensar mi búsqueda carencial de afectos, algunos de mis dibujos y relatos  e incluso saco a la luz viejas poesías que desempolvo con infantil emoción de mi cajón de recuerdos, ése en el que mi esposa mete a veces también la mano para expurgarlo, con el argumento de que ocupan demasiado sitio en nuestro ajuar doméstico.

La realidad me viene demostrando que las cosas que más interesan a mi grupito de seguidores, conocidos como desconocidos, son las del día a día, y que si me entrometo en lo que es presente, la curiosidad de esos lectores se traduce en más entradas, que es tanto como decir, más alimento para mi ego.

Sobre el ambiente que da la actualidad, lo que marca la tónica, es la atmósfera política. Deteriorada hasta límites terribles la convivencia mundial, la crispación que vivimos en España, parece imitar, reproduciéndolo en caricatura, ese escenario de confrontación. No se entienden, no quieren entenderse. Lo que hacen los otros está siempre mal, se cambian a su antojo los baremos.

El espectáculo que ofrecieron esta semana los senadores representantes del partido mayoritario en la oposición al Gobierno, abucheando al Presidente del mismo mientras comparecía para explicar la actuación de su Gabinete, era una muestra clara de la contaminación ambiental, de la insalubridad con que vivimos, de que el cambio climático ya está subiendo la temperatura corporal y, al parecer, como efecto secundario, ablandando las seseras.

La comparecencia no trataba una cuestión sustancial para la vida ciudadana. El Presidente explicaba –o pretendía explicar- su posición, en relación con lo actuado con uno de los miembros de la banda terrorista ETA, en riesgo de morir por huelga de hambre.

Había, siempre en mi opinión, otros temas cruciales, con más alcance para todos, de mayor enjundia, y muy necesitados de apoyo de la oposición y de mejor proyección desde el Gobierno, que no merecieron hasta ahora tanta atención. En la comparecencia, incluso, y restringiendo el nivel de interés del debate, no se estaba discutiendo sobre estrategia frente a los terroristas, de seguridad ciudadana, sino que se enjuiciaba una simple decisión –humanitaria, nada estrafalaria, legalmente fundamentada, incluso estratégicamente aceptable-.

Habría temas mucho mejores, y más útiles para todos, con los que ofrecer nuevas ideas, y apoyar o criticar al Gobierno. Cito solo algunos: El análisis de las causas y alcance de la corrupción descubierta en muchos sitios de nuestra geografía –punta del iceberg, sospecho-;la corrección de las desigualdades, deterioros y riesgos de quiebra en la administración de la sanidad pública; las dificultades de plasmar un modelo regional solidario y homogéneo; el lejano propósito de consensuar una política coherente frente a la inmigración -regular e irregular; el desigual comportamiento de la economía y sus activos según sexos, edades, niveles de formación y emplazamientos; el paro; la resolución de la crisis universitaria y la política educativa; la definición de un modelo energético sostenible y sólido...

Pero resulta que lo que no moviliza los debates que nos interesarían a todos, se pretende conseguir convirtiendo en símbolo y moneda de cambio a un asesino que no está arrepentido, desde luego, pero que se comporta más como un fanático enajenado (hay tantos) que como un ser racional. Ha pagado formalmente su culpa con el cumplimiento de la condena legalmente prevista, y se ha demostrado de paso la insuficiencia de nuestro sistema carcelario para conseguir la regeneración del delincuente. Pero vive en un país en donde hemos abolido la pena de muerte y respetamos y defendemos el derecho a la vida, incluso la del nonato y la del que pretende acabar con la suya o con la nuestra, aunque no tengamos claro siempre lo que es morir dignamente.

Hoy está convocada una manifestación en Madrid -colofón de las que ayer se hicieron en otros lugares-, en la que el lema aglutinante será "España por la libertad. No más cesiones a ETA". La exhibición central es el propósito de debilitar al presidente del Gobierno. Está convocada por el Partido Popular, y figurará a la cabeza el líder de la oposición, el candidato a sustituir a Rodríguez Zapatero, Rajoy.

Se han fletado desde distintos puntos de nuestra geografía, autobuses para traer a los simpatizantes del mensaje de poner presión en la caldera democrática, y se confía en que las calles madrileñas bullan, con la emoción por la defensa de valores patrios, con lujo de banderas, crespones negros y azules y sonrisas de oreja a oreja.

No voy a estar en la manifestación. Tengo mucho que hacer esta tarde, y ganar los garbanzos se nos ha puesto cuesta arriba, a los que decimos sin algodones lo que pensamos que es mejor. Pero es que además, no entiendo la razón de la movilización, ni a quién o qué se destina. ¿A provocar elecciones anticipadas?. ¿A descalificar al Gobierno? ¿A envalentonar a los etarras? ¿A lanzar un mensaje de folclór hispánico al mundo occidental?.

He recibido, además, un mensaje anónimo en mi móvil: “Rajoy, ¿sabes contar?, pues conmigo no cuentes. Pásalo”. Me ha hecho gracia. No se lo he pasado a nadie, sin embargo. Aunque no soy indiferente, me voy notando más cansado con los años para hacer el caldo gordo tanto a unos como a otros. Si alguien me llama para trabajar en un proyecto colectivo serio, me tendrá sin reservas, pero para manifestarme o contramanifestarme, haciendo número, para éso, estoy ya  viejo.

2 comentarios

Administrador del blog -

Querido Miguel, ¿qué puedo aconsejarte?. Cierra la ventana, abstráete, pón distancia con los que insultan, vociferan exabruptos, gritan pretendiendo tener el derecho a manejar a su antojo un patrimonio de todos. La democracia es otra cosa; la buena gestión política implica saber incorporar las buenas ideas del contrario y apoyarlo si nos vence. En otro caso, estaríamos permanentemente anclados en la confrontación de las dos Españas, en la división de buenos y malos, rojos y azules, explotadores y explotados. Los odios que nos llevaron a la guerra civil, y a no avanzar. No creo en las revoluciones ni en los visionarios. Si alguien descalifica permanentemente al otro y monopoliza los símbolos comunes buscando su provecho, no tengo duda para juzgarlo: le faltan las buenas razones para convencer, le embarran y lastran sus intereses y pasiones.

miguel -

Llevo oyendo toda la tarde gritos de España, España!, Zapatero Embustero, desde la ventana de la oficina (lo de ganar los garbanzos esta realmente cuesta arriba). Familias enteras, abueletes pacíficos, ultras, solteros, casados, todos con la sensación del deber cumplido. De que los verdaderos ciudadanos, tienen que estar en la calle, gritando y aferrándose a las dos Españas. Estoy en desacuerdo con la decisión de liberar a De Juana (como el 90 % de los españoles), pero no creo que deba convertirse en otro símbolo de desafecto y discusión violenta entre "demócratas". Que pais... (y la Cope sigue ganando audiencia).