Blogia
El blog de Angel Arias

Al socaire: La felicidad de los seres humanos y la discriminación positiva para las mujeres

Al socaire:  La felicidad de los seres humanos y la discriminación positiva para las mujeres

La sociedad humana tiene una dificultad muy particular para repartir cometidos entre hombres y mujeres. Lo ha venido demostrando a través de su historia, desde que nuestros antepasados decidieron abandonar su nomadismo y aprovechar que habían aprendido a controlar el fuego. Desde aquellas épocas remotas, la división de lo femenino y lo masculino trascendió del terreno natural en el que la única diferencia incuestionable sería -simplificando algo- que un sexo pare hijos y el otro únicamente se divierte haciéndolos.

Después de siglos de condenar a las mujeres, apoyados en los casos más sonados por las religiones al uso, al cuidado del hogar y a la satisfacción del varón, el reposo del guerrero está cuestionado por todos los lados. Ellas son, al menos, tan inteligentes -cuando se les da la oportunidad de demostrarlo-, tan liberadas respecto a las relaciones sexuales -la píldora les ha abierto el camino de golpe-, y reclaman, y están consiguiendo importantes avances en las sociedades occidentales, en la paridad en la empresa y el trabajo, en la administración y la política, en el cuidado del hogar y de los hijos.

Para acortar con rapidez la distancia entre una sociedad machista y una sociedad igualitaria, el producto mágico más demandado es la discriminación positiva de las mujeres. Es decir, la promoción de algunas mujeres, para ocupar puestos de trabajo y responsabilidad social  en el que compitan con varones, utilizando criterios que no sean exclusivamente sus propios méritos objetivos.

La oscuridad respecto a este baremo, levanta la sospecha de que la selección se esté realizando desde valores entroncados férreamente, justo en lo que se quiere combatir y, por tanto, nada inocentes en relación con los aparentes objetivos. Al fin y al cabo, ¿quién hace la selección?: ¿las mujeres solas? ¿la sociedad machista?. ¿Qué méritos son los que se evalúan?: ¿solo el hecho de ser mujer?. ¿Se les mirará también a las piernas o al trasero después de valorar su cabeza?. ¿Se puntúa más alto el pertenecer a un partido, a una asociación, a una cofadía?...

Pero, en mi modesta opinión, el problema de fondo es aún mayor y es otro. En una sociedad mercantilista, las reivindicaciones de los portavoces feministas se concentran en objetivos básicamente capitalistas: se habla de conseguir un trabajo digno, desde luego; tener igual remuneración que el otro sexo, por supuesto; reparto equitativo del trabajo doméstico y de la educación de la prole, claro; y, en todo caso, según decisión libre de la pareja ; etc.

¿No convendría revisar, ya que en la revisión estamos, el objetivo?. ¿Qué se pretende con la total igualdad puertas afuera?. ¿Estamos llegando por ese camino a perfeccionar la satisfacción del ser humano, hombre o mujer, o nos metemos en otra encrucijada?. ¿Es la res publica el marco para la igualdad, o nos tendríamos que preocupar, sobre todo, por la res privata?

No me parece que la respuesta sea sencilla. Vuelvo la vista atrás de nuestra historia, hasta reencontrarme con aquellos homínidos a los que me referí al principio de este Comentario, y que seguramente ni siquiera alcanzaban a entender lo esencial de ser hembra. Reflexiono sobre la igualdad de sexos, completamente natural entonces, porque eran recolectores de hierbas y frutas, que completaban su dieta con carroña, al no poder cocinar la carne cruda.

Si ahora dirijo mi mirada hacia adelante, desde una sociedad en la que el trabajo disminuye y se cualifica, en que la globalización impide a la mayoría conocer el origen de las decisiones fundamentales, en que los avances tecnológicos nos convierten en simples usuarios consumistas obsesionados por poseer la última versión del juguete, ...si analizo que la sensibilidad real hacia las artes disminuye, observo que la educación de los hijos se deja casi al azar porque no tenemos tiempo libre, ....la única pieza apetecible para nuestra sociedad de cazadores parece ser el dinero.

Para traerlo a casa, los arcos y las flechas necesarios pueden, desde luego, ser utilizados indistintamente por ambos sexos. Sin embargo, la capacidad del trofeo para aportar felicidad duradera se está demostrando históricamente muy, pero que muy escasa. Una colega atareada me confesaba hace unos días que le habiera gustado no tener que trabajar para subsistir y poder disfrutar siendo un ama de casa con tiempo libre, como lo fue su madre.

Me temo que el conjunto intersección de la felicidad y el ser humano se nos esté reduciendo, y la discriminación positiva de las mujeres no contribuye a mejorar las cosas. Puede objetárseme que escribo solo desde la posición de la clase media cochino-burguesa, y que ese concepto está trasnochado y superado por los tiempos.

Ah, perdón. Yo no he cambiado ni pedido cambiar el escenario en el que me mostraron de niño los valores que, al parecer, me darían más felicidad. Otros nos lo han cambiado, a todos, y sin avisar siquiera.

3 comentarios

Administrador del blog -

Querido César, amigo y compañero de muchas batallas, la mayor parte ganadas:

Tengo que agradecer a tus hijas, que te hayan conducido a estas páginas, enteradas de la existencia de este cuaderno por la amistad que une a nuestros hijos.


En cuanto a tus palabras respecto a este Cuaderno, me las guardo en el corazón, no como bálsamo de Fierabrás, sino como excelente medicina espiritual para aquellos momentos en los que el ánimo flaquee. Cuando me pregunte para quién escribo, qué sentido tiene dedicar casi una hora diaria a un blog que seguramente poca gente leerá, leeré tu Comentario y tendré una respuesta, estimulante y espléndida: Un día me descubrirán amigos como César, traidos de la mano de sus hijos o por la casualidad, y les gustará lo que he escrito, y me animarán, desde su autoridad personal y desde el afecto, "a seguir así".


Es decir, a seguir como somos, defendiendo la coherencia, la seriedad, la altura técnica. Tal vez esa postura nos haya hecho perder, algunas oportunidades. Pero si lo pienso mejor, me pregunto: ¿oportunidades de qué?; y que hubiéramos conseguido, ¿a costa de qué?.

César -

No me sorprende nada, mi viejo amigo, el éxito de tu blog. Tiene todo lo que se podría pedir, si hubiera derecho a pedir:temas atractivos e interesantes, tratados con facilidad y elegancia y al mismo tiempo con rigor y una pizca de escepticismo racional, y que ponen de manifiesto unos antecedentes de exigencia. No creo que vayas tan a contracorriente,y si lo haces, es dando razones.Te leería mucha más gente si el soporte estuviera más difundido. Yo confieso que me enteré por ms hijas. Un abra zo y sigue así.

Administrador del blog -

No tiene que ver esta nota con el Comentario principal en el que la incluyo, pero quiero participar a mis lectores, de una manera mas discreta, pero orgullosa, de que al día de hoy mi modesto Cuaderno alcanza las 5.675 visitas (no de lecturas de página, que es de casi el doble). El contador que instalé en su momento, muestra también que tengo unos 200 lectores más o menos asiduos. Gracias por vuestra atención. ¿Qué más puedo pedir a un blog escrito para divertimento de ese pluriempleado observador de la actualidad, que en los momentos más bajos de su ánimo tuvo la impresión de nadar contra-corrientes?