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El blog de Angel Arias

Al socaire:¿Triunfo exigüo de López Obrador en México?

Me está pareciendo que López Obrador ganó en las elecciones en México, pero por muy poquita diferencia. Tan escasa, que nunca va a ser detectada en las urnas, por mucho que recuenten y vuelvan a recontar.  

Los votos que  le faltan puede que estén perdidos en muchos miles cajas, y será mucha suerte encontrar esos 240.000 entre los otros 60 ó 70 millones, que es como buscar una aguja en un pajar, y si pones la vista en una esquina se te van las vainas por la otra. Es muy cansino andar peleando por un margen tan estrecho.

De buscar, seguro que son más las intenciones que nunca llegaron a plasmarse como votos.Y esas, quién los encuentra. Los que se quedaron en casa por miedo, los que no supieron, los que jugaban a la espera. Allí cuentan también los que se quedaron en las manos de los cientos de personas a las que no dejaron votar en Veracruz, los que no llegaron por el cierre anticipado de las casillas en Morelos; qué se yo, los que se perdieron cuando se cayó el sistema en varios pueblos de Sinaloa o se esfumaron con las boletas que faltaron en Puebla.
 

Andrés Manuel López Obrador, AMLO, como le llaman muchos utilizando sus iniciales, ya está acostumbrado, en realidad, a perder de aquella manera. Lo hizo cuando se presentó a la presidencia de Tabasco, animado por Cuahtémoc Cárdenas, entonces desde las filas del PRI, y le dieron con la puerta en las narices, en lo que dicen los suyos fue un pucherazo en toda regla.

Ahora AMLO, desde el Partido de la Revolución Democrática (PRD), representa una izquierda moderada, de las que seducen a las gentes de buena voluntad, y busca el apoyo de los humildes de bolsillo, y de los intelectuales de corazón, a los que ha querido atraer con el eslogan de la campaña: «Por el bien de todos, primero los pobres».  

También sabe AMLO, claro, lo que es ganar. Por estrecho margen, pero suficiente (cinco puntos) ganó en julio del 2000, las elecciones por la alcaldía de México DF, derrotando al candidato del Partido de Acción Nacional (PAN) y sellando una enemistad duradera con el presidente Vicente Fox, que estuvo sin duda entre las razones que impulsaron la acusación de recibir sobornos y la retirada de la inmunidad durante un tiempo.

A López Obrador le conocen también como 'el Peje' , el pez lagarto que vive en las aguas de Tabasco, donde aquél nació, un animal correoso con el que se preparan  empanadas y el chirmol, un platillo con semillas de calabaza y tortilla quemada. Como experimentado político, el peje López Obrador, defienda que se haga un re-escrutinio voto a voto, sabe que no va a ganar. Sabe incluso que no merece la pena ganar con un margen de solo un puñado de papeletas favorables, para embarcarse en un programa como el suyo, como lo esperan al menos la mitad de los mexicanos.

Los López Obrador, como los Albert Alnord Gore jr –y algunos otros- saben/sabemos lo que es dejar el campo libre para mejor ocasión, habiendo vencido solo por los pelos. Porque la historia demuestra que con un programa renovador hay que ganar por mayoría limpia y suficiente.

Los que se han afincado en el poder, defenderán desde él con uñas, dientes y patadas, desde el control del carro al que están subidos, que nadie les mueva de allí. Con la sartén agarrada por el mango, se encargarán de marcar la diferencia, habrán procurado impedir que voten los que estén en contra; habrán hecho lo posible por anular los votos que no les fueran favorables; no descuidaron, seguro, controlar y nombrar entre los afines a los miembros de las Comisiones electorales, que acaso habrán incluso presidido ellos mismos. Conocemos casos.

Los que quieran el cambio de verdad,  tienen que ganar con tal limpieza que todo el mundo acate su victoria. Si no es así, lo más sensato es retirarse de la batalla renunciando a generar más crispación, sabiendo que la fruta está casi madura, pero que es preferible no apurar hasta romperla, tal vez, la baraja con que se ha jugado y conociendo que había varias cartas marcadas. Nadie piense que es por cobardía. Pura gallardía es, saber esperar para robustecer con la espera la ocasión de ganar por goleada.

Mi consejo: dejar el hálito de la victoria en el espacio, y plantear mejor aún la próxima elección. Para la presidencia en México, habrán de pasar seis años, quizá menos. Mucho tiempo, pero hay que estar en la oposición usando toda la fuerza que da esa casi mayoría. Surgirán oportunidades de demostrar cuanto vale quién manda solo con una mitad y qué puede sino cuenta con la otra.

Y, entre tanto, hay que saber también guardarse las espaldas. No se puede descartar que, al darnos la vuelta, haciendo como que nos quieren abrazar, los poco-vencedores nos intenten clavar la cuchillada.

No estoy sugiriendo que ese propósito esté en el ánimo de Calderón, no vaya nadie a pensar tal desatino. No  hablo ahora de nadie en particular. Recojo de otras experiencias, simplemente.

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