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El blog de Angel Arias

A sotavento: Entre el falso desnudo de Gandhi y el verdadero de Ana María, yo no tengo dudas

A sotavento: Entre el falso desnudo de Gandhi y el verdadero de Ana María, yo no tengo dudas

Leo que hay malestar entre los veneradores de esa figura emblemática de la austeridad que fue Gandhi por la publicación en youtube.com de una sátira visual en la que un cómico desvergonzado se va despelotando hasta quedarse, no exactamente como su madre lo trajo al mundo, sino con ese calzoncillo revirado que usan por aquellas tierras para tapar las partes pudendas y andar más a cobijo.

Casi simultáneamente, otro escándalo relacionado con desnudos, ha sacudido los cimientos solidarios de la población gallega de Arcade, la de las famosas ostras. Vive allí una moza que había pasado a la posteridad local y nacional por haber sido maldetenida en México, y conducida a la cárcel de los descendientes de aztecas y españoles, en donde se la retuvo como presunta terrorista (aunque, utilizando una indulgencia digna de asombro y estupefacción, se le permitió estar acompañada, dicen, de su madre): Ana María.

Probado que a la joven le habían gastado una broma o utilizado de elemento de distracción por alguien que le había colado un par de balas de fogueo en su maleta de recién casada, la dejaron libre, le pidieron disculpas, y, en fin, -mal adaptando al poeta-, se caló el sombrero, se enfundó la rabia,viniese, y no hubo nada. Pero ella, que tanta solidaridad y expectación había suscitado, cuando se encontró en seguro, meditó y quiso traducir su notoriedad en algo de pasta.

Comprensible. El cariño y el afecto públicos hacen bien, pero no se compra un piso con ellos. Puesto que una mujer joven y agraciada tiene pocas posibilidades de hacer fortuna en forma rápida de otro modo que dando de comer al morbo de la gente -sensu contrario, las que no cumplen estas condiciones, lo tienen harto crudo-, fuérase a donde más pecado había y púsose delante de una cámara fotográfica, pechos al aire, cual la Libertad guiando al pueblo, de Delacroix. Así aparece, nalgas prietas, con  varias poses, en un número reciente de Interviú, la revista política que sazona los razonamientos de la izquierda moderada con desnudos atrevidos de las hembras más populares.

Por supuesto que a mi no me escandalizan ninguna de las dos opciones de ejercer la libertad de expresión corporal. Aunque si tengo que escoger cuál de los dos desnudos merecería mi voto, no tengo duda alguna. Ana María me suscita muchas más y mejores reflexiones que Mâhatma cuando observo ambos en cueros en la pantalla de mi portátil.

A la hora de valorar el impacto mental que me producen las opiniones de ambos sobre el mundo y sus móviles, la verdad es que mi voto varía completamente.  El líder independentista y maestro de la no-violencia me hace más tilín en el cacumen. "Cuando perdiz, perdiz, y cuando penitencia, penitencia", como escribía Teresa de Avila, antes de ser santa, regalando a la posteridad una conseja que vale tanto para un roto como para una descosida, quiero decir, para una despelotada.

(Nota: Tengo otro collage en el que he pegado la cabeza de Candhi al cuerpo semidesnudo de Ana María, pero he preferido esta composición, porque, de las dos aberraciones corporales, es la que menos hiere mi sensibilidad estética.)



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